La
fiebre del heno
Noel
Coward
LOS
BLISS
Judith,
la madre
Sorel,
la hija
David,
el padre
Simón,
el hijo
Clara,
la sirvienta
LOS
INVITADOS
Myra
Arundell
Jackie
Corynton
Richard
Greathatn
Sandy
Tyrell
La
acción en la finca de los Bliss, situada en los alrededores de
Londres. En nuestros días.
ACTO
PRIMERO
Vestíbulo
y saloncito en la casa de campo de los Bliss. Acogedor, pero muy
desordenado. En las paredes, sin el menor sentido de la armonía,
dibujos de Simón Bliss. Sobre el piano, en abigarrada confusión,
partituras clásicas y bailables americanas. Muchas flores. Una
escalera que da acceso a las habitaciones superiores. Debajo de la
escalera, puerta de servicio.
Al
fondo, puerta de entrada y ventana. A la derecha, puertaventana que
comunica con el jardín. Puerta, a izquierda, que conduce a la
biblioteca.
(SIMON,
que viste una camisa de tenis muy sucia y pantalones de franela, está
echado en el suelo y dibuja en grandes hojas de papel. SOREL, de
aspecto más cuidado,
lee
un libro de chillona cubierta, sentada en el diván.)
SOREL
¡Escucha
esto, Simón!
(Leyendo)
“Me
llamaste al cruzar el umbral, hundiste una de tus ardientes manos en
mis cabellos, vertiste en mis ojos tus ojos y, suavemente me dijiste:
“Tráeme unos calcetines limpios y la corbata a rayas”...
SIMON
¡Qué
bárbara! Esa mujer debía de estar en un manicomio.
SOREL
Y lo
peor del caso es que somos amigas y tendré que darle mi opinión.
(Toma
un cigarrillo de una cajita que hay junto al diván.)
¿Dónde
está mamá?
SIMON
En el
jardín, aprendiéndose de memoria los nombres de tas flores.
(Por
su dibujo)
¡Qué
fastidio! ¡No se me da hoy el lápiz!
SOREL
Tengo la
impresión de que mamá está tramando algo. Se ha pasado toda la
mañana consultando el barómetro.
SIMON
Sí; ya
me he fijado. También ha desempolvado sus trucos escénicos.
Sospecho que se está preparando para deslumbrar a alguien. A uno de
esos jovencitos que le hacen la corte.
SOREL
Espero
que no se le habrá ocurrido invitar a ninguno.
SIMON
Pues no
me extrañaría nada. ¿Cómo está papá? ¿Tiene aspecto
malhumorado?
SOREL
Se halla
absorto en su trabajo.
SIMON
Pregúntale
a Clara, entonces.
SOREL
Llámala
con disimulo para que no se den cuenta.
SIMON
(Sin
levantarse. A grito pelado)
¡Clara!
¡Clara!
SOREL
Confío
en que mamá no habrá invitado a nadie este fin de semana.
SIMON
Parece
preocuparte mucho. ¿Es que lo has hecho tú?
SOREL
Sí.
SIMON
¡Qué
mona! ¿Y por qué no me avisaste?
SOREL
No sabía
que pudiera importarte.
SIMON
¿Quién
es él?
SOREL
Richard
Greatham.
SIMON
No le
conozco.
(Levantándose
y enrollando la hoja)
¡Ea, lo
terminé!
SOREL
Todo el
mundo conoce a Richard Greatham.
SIMON
¡Qué
mala suerte la del mundo!
(Va
al piano.)
SOREL
No seas
majadero, Simón. Es un diplomático. Me lo presentaron en el baile
de los Main.
SIMON
Necesitará
toda su diplomacia cuando esté aquí.
SOREL
Ya le he
advertido... que no espere encontrar buenos modales en casa. De todas
formas, espero harás lo posible por ser amable con él.
SIMON
Sorel,
cariño, ¿por qué no dejas a tu familia en paz siquiera de sábado
a lunes? ¿No te bastan los demás días de la semana para dedicarte
a la pesca de marido?
SOREL
Si
tuvieras tus lápices tan afilados como tu lengua, de seguro harías
unas obras maestras.
(SIMON
toca el piano. Entra CLARA, la criada, por la puerta de servicio)
Oye,
Clara, ¿sabes si mamá ha invitado a alguien a pasar el fin de
semana?
CLARA
¡Demonios!
Espero que no. No hay nada que comer en casa y Amy tiene un terrible
dolor de muelas...
SIMON
¡Pobre
chica! Debe haber aceite de clavo por alguna parte.
CLARA
Lo ha
probado, y se abrasó la lengua.
SOREL
Clara,
¿te has acordado de colocar unas flores en el cuarto japonés?
SIMON
El
cuarto japonés es demasiado femenino para un diplomático.
SOREL
No seas
pelmazo, Simón.
CLARA
No te
preocupes, nena. El cuarto japonés parece el camerino de tu madre en
noche de beneficio.
SIMON
Déjale
sobre la cama un kimono de mamá. ¡Se muere de la impresión!
CLARA
¿Le has
dicho a tu madre que esperas a tu amiguito?
SOREL
(Ofendida)
¡No es
mi amiguito!
CLARA
(Recogiendo
las hojas que SIMON dejó en el suelo)
Bueno,
mujer, perdona...
SIMON
Clara,
creo que Sorel empieza a avergonzarse de nosotros. En el fondo, tiene
razón. Parecemos una tribu de salvajes.
CLARA
A
propósito de salvajes... ¿No irás a dejar colgadas en el cuarto de
baño a esas mujeres desnudas bailando en un prado?
SIMON
(Severo)
El
desnudo posee una gran belleza estética, Clara...
CLARA
¿A ti
te parece? He vestido y desnudado a tantas mujeres en el teatro que,
la verdad, me cuesta creerlo.
(Sale)
SIMON
Clara se
está haciendo mayor... Debíamos tomar más servicio.
SOREL
Ya sabes
que no aguantan en casa. Tienes razón al decir que parecemos una
tribu de salvajes. Desearía que cambiásemos de costumbres, que nos
convirtiéramos en una familia más normal.
SIMON
¿Para
qué? Vivimos estupendamente así.
SOREL
Pero es
que somos tan poco sociables, Simón...
SIMON
Tu
repentina pasión por un diplomático te ha trastornado. Ya se te
pasará...
(Aparece
Judith, la madre; por el jardín. Hace una entrada, teatral: Trae los
brazos llenos de flores. Viste un conjunto de campo, pantalones y
chaquetilla, que, al ser quitada, deja sus hombros al descubierto. Se
cubre con un gran sombrero y lleva guantes de jardín.)
JUDITH
¡Aire,
luz, cielo, flores! ¡Qué bello es ver amanecer! Los pájaros
entonan sus cantos: Pío, pío, pío...
(Sin
transición)
¡Qué
sucio vas, Simón! No me explico cómo te las arreglas para acumular
sobre ti tanta mugre, hijo mío.
SIMON
Muy
sencillo: no me lavo.
JUDITH
Pues
debes lavarte, niño. Con jabón, cepillo y estropajo.
(Deja
las flores sobre la mesa y se quita los guantes)
SOREL
Dice
Clara que Amy tiene dolor de muelas.
JUDITH
¡Pobrecilla!
Hay aceite de clavo en el armario de las medicinas.
(Dudando)
¿Quién
es Amy?
SOREL
La
sirvienta... creo.
JUDITH
¡Qué
barbaridad! ¿Cómo he podido tomar una criada que se llame Amy y
tenga muelas? Dame un cigarrillo, cariño.
(SIMON
le ofrece uno y le da lumbre)
Estas
flores encarnadas con el tallo corto son delphiniums, ¿no?
SIMON
No,
mamá. Los delphiniums tienen el tallo largo y la corola azul.
JUDITH
¡Es
verdad! Esas tienen un nombre astronómico... ¡Aster! ¡Eso es!
Espero que Clara habrá arreglado el cuarto japonés.
SOREL
¿El
cuarto japonés?
JUDITH
Le he
dicho que pusiera unas flores en los jarrones y encendiera el Buda...
SOREL
¡Qué
casualidad! También yo le he ordenado lo mismo.
JUDITH
¿Tú?
¿Por qué?
SOREL
He
invitado a Richard Greatham para fin de semana. Supuse que no te
importaría.
JUDITH
¡Supusiste...!
¿Cómo te has atrevido hacer tal cosa?
SOREL
Por
Dios, mamá. Es un diplomático.
JUDITH
Un
diplomático en mi casa. ¡A lo que he llegado! Ponte en contacto con
él inmediatamente, revoca tu invitación.
SOREL
Imposible.
Está ya en camino.
JUDITH
Pues, a
su llegada, que Clara le diga que hemos ido a hacer... ¡alpinismo!
SOREL
Sería
una grosería y, además, deseo verle.
JUDITH
¡Qué
cinismo tienes! ¿Te atreves a imponernos la presencia de un hombre
al cual no conocemos?
SOREL
Otras
veces lo he hecho.
JUDITH
Por
excesiva condescendencia mía. Además, ¿dónde vas a alojarle?
SOREL
En el
cuarto japonés.
JUDITH
Ni lo
sueñes. El japonés es para Sandy Tyrell.
SOREL
¿Para
quién?
JUDITH
Para
Sandy TyreIl, querida.
SIMON
Caramba,
mamá, podías habernos avisado
JUDITH
(Poniendo
las flores en los búcaros)
Hace
días enteros que os hablo de él. Adoro a Sandy Tyrell.
SOREL
¿Quién
es, mamá?
JUDITH
Un ser
exquisito. Siente una irrefrenable pasión por mí. Su amor me hace
experimentar una sensación deliciosa largo tiempo olvidada.
SIMON
Mamá,
¿cuándo vas a renunciar definitivamente a ese género de cosas?
JUDITH
¿Debo
entender que te permites criticarme?
SOREL
Tu
conducta no es seria, mamá; reconócelo. Es ridículo verte aceptar
que unos jovencitos que pueden ser tus hijos, te hagan la corte.
JUDITH
¿Y por
qué se lo consientes tú a tu diplomático?
SOREL
Reconocerás
que no es lo mismo.
JUDITH
¿Por
qué? Si te figuras que tus vigorosos veintidós años te conceden el
monopolio de las aventuras amorosas, lamento tener que
desilusionarte.
SOREL
¡Mamá!
JUDITH
¡Hija!
Vamos, cualquiera creería que tengo ochenta años. Hice mal no
dejándote en el colegio hasta los treinta. Te hiere que me crean tu
hermana mayor.
SOREL
Pero,
reflexiona, mamá, ¿no te das cuenta de que es impropio de ti
flirtear con jóvenes imberbes?
JUDITH
Imberbes,
no. Tienen más barba que tu hermano. Además, que yo no flirteo. Mi
conducta, fue siempre irreprochable. Bueno..., que yo recuerde. Me
gusta sentirme adorada.
SOREL
Pero no
tendría que gustarte.
JUDITH
Eres
vieja, Sorel. No tienes espíritu. Creo que no te han educado como es
debido.
SOREL
Estoy
muy satisfecha de mi educación y celebraría poder decir otro tanto
de tu moralidad.
JUDITH
(Se
sienta junto a SOREL y la besa.)
Eres un
encanto, Sorel. Te adoro y estoy locamente celosa de ti.
SOREL
(Echándole
los brazos al cuello)
¿De
veras? ¡Qué feliz soy! ¡Una mujer como tú, tenerme celos!
JUDITH.
Serás
amable con Sandy, ¿verdad?
SOREL
Prometido.
Oye, ¿por qué no le instalas en el cuarto dé la calefacción?
JUDITH
Imposible,
ángel mío. Sandy es un atleta y las cañerías del agua caliente
podrían perturbar la vitalidad de sus músculos.
SOREL
También
la vitalidad de Richard puede sufrir idénticos riesgos.
JUDITH
Al
contrario. Le servirá de entrenamiento para cuando le destinen a la
embajada del Ecuador.
SIMON
¡Me
pregunto qué de malo he hecho yo en la vida para recibir el castigo
de tener que soportar una madre y una hermana dementes!
SOREL
No
empieces, Simón.
SIMON
Detesto
tener que soportar a tus amigotes.
JQDITH
Nada de
peleas, niños.
SIMON
¿Sabéis
lo que os digo? El cuarto japonés es una habitación de mujer y una
mujer debe ocuparla.
JUDITH
Se la he
prometido a Sandy, que se vuelve loco por todo lo oriental.
SIMON
A Myra
también le encanta todo lo chino.
JUDITH
Te
prohíbo confundir el Japón con la China. ¿Quién es Myra?
SIMON
Myra
Arundell, mamá, a quien yo he invitado a pasar aquí el fin de
semana.
SOREL
¡Esto
es intolerable! ¿Qué dirá Richard?
SIMON
Se
callará, como todos los diplomáticos.
JUDITH
Te has
atrevido á invitar. ..
SIMON
No irás
a reprochármelo. Tú nos has educado en el culto a la
independencia...
JUDITH
Pero
Myra Arundell tiene de la independencia una idea excesiva. Además,
eres un niño y Myra puede ser tu madre.
SIMON
(Furioso)
Mamá,
no te consiento... Myra tiene veinte años.
JUDITH
Claro,
diez más que tú. Sabes muy bien que detesto a esa mujer y por eso
me anuncias su llegada en el último momento, cuando es ya demasiado
tarde para impedirlo. No esperaba de ti semejante desconsideración.
SOREL
(Magnánima)
A mí me
tiene sin cuidado que venga o no esa cursi. Lo que temo es que no le
sea simpática a Richard.
SIMON
Lo que
tú temes es que lo sea demasiado.
SOREL
No seas
insolente.
JUDITH
(Con
voz lastimera)
Por
todos los santos, Simón, ¿por qué no te buscas novia a la salida
de los colegios y mandas a paseo a esa vampiresa de vía estrecha?
SIMON
(Furioso)
Myra no
es una vampiresa. Además, sólo somos amigos.
SOREL
Mentira,
mamá. Le deja que le coja la mano en el cine y él se siente
hombrecito.
SIMON
(Asiéndola
por los hombros)
¿Acaso
te impido que te dediques a la caza y captura de ancianos en los
bailes de sociedad?
SOREL
(Furiosa)
Richard
no es un anciano. Es un diplomático.
JUDITH
(Separándoles)
¡Basta!
Yo que pensaba pasar un fin de semana tranquilo, rodeada de las
atenciones de Sandy... ¿Qué me espera, en cambio? La casa será un
campo de batalla, tendremos que hacer cola para entrar en el baño.
SIMON
No te
preocupes por Myra. Nos mantendremos apartados de todos.
SOREL
Richard
y yo pensamos emprender una excursión por el río.
JUDITH
¿Por el
río? ¿En qué? Te prohíbo que toques la lancha. Es el deporte
favorito de Sandy.
SIMON
¿Además
del cuarto japonés te quedas con la lancha? ¡Ah, no; mamá! ¿En
qué llevo a pasear a Myra?
JUDITH
¡Te
construyes una balsa...! ¡Cuando vuestro padre se entere de esto!
¡Pobre hombre!
SOREL
Richard
y yo no haremos ruido, pero cédenos la lancha.
SIMON
Estás
fresca. La lancha es mía.
JUDITH
¡La
lancha forma parte de mi herencia, y hasta que me muera no la podéis
tocar!
DAVID
(Apareciendo
por la escalera, muy enfadado)
¿Se
puede saber por qué diablos armáis ese escándalo?
JUDITH
¡Ay,
David! ¡Yo me vuelvo loca!
DAVID
¿Cómo
es que Clara no me ha subido el té?
JUDITH
No sé.
¿Hay que tomar el té? ¿Pero ya hemos comido?
DAVID
¿Dónde
está Cara? ¡Rayos y centellas, que aparezca Clara!
(Aparece
CLARA con servicio de té para uno)
TODOS
(Aprobando)
¡Muy
bien, Clara! ¡Justa la salida! ¡Muy bien...!
CLARA
Aquí
tiene su té. Amy había olvidado hervir el agua. Discúlpela La
pobre tiene un dolor de muelas terrible.
(Sale)
(DAVID
coge la taza de té y se dirige hacia la escalera)
DAVID
No
quiero que se me moleste. Estoy trabajando.
(Se
detiene)
Ah,
Simón, escucha. En el tren de las cuatro y media llegará una
señorita. Ocúpate de ella. Es algo tontita., pero es un tipo que me
interesa estudiar de cerca. Sobre todo, sus reacciones en un ambiente
familiar y acogedor. Dormirá en el cuarto japonés.
(Sale
dejando tras de sí la muerte, el silencio y la devastación)
SIMON
(Tirando
los almohadones al suelo)
¡Al
diablo con todo! ¡Estoy harto! ¡El Japón se lo queda papá!
SOREL
¡Esta
vida es insoportable! Todas las veces que hago un plan, alguien me lo
tiene que estropear. ¡Quisiera poder marcharme de casa!
JUDITH
(Melodramática)
Hija,
tus palabras me parten el alma.
SOREL
No me
fastidies, mamá. Déjate ahora de teatro.
JUDITH
(Teatral)
Mis
pequeños han cambiado desde hace algún tiempo. Es inútil que trate
de ocultármelo a mí misma. Llega un momento en que hay que mirar la
verdad cara a cara y aceptarla por cruel y amarga que sea.
(Obligando
a SOREL a sentarse a su lado en el diván.)
Descansa
tu cabeza en mi hombro, querida...
SOREL
(Gimoteando)
¡Richard
tendrá que dormir en “la caldera “y la tontita de papá se
alojará en el cuarto japonés...!
JUDITH
¡Primero
tendrá que pasar por encima de mi cadáver!
SIMON
¿Tienes
algún plan, mamá?
(JUDITH
le atrae a su lado. Forman un cuadro patético y encantador)
JUDITH
Hijos
míos, esta mañana he tomado una grave determinación.
SIMON
¿De que
se trata?
JUDITH
(Tras
asegurarse de que no hay oídos indiscretos)
¡Vuelvo
a la escena!
SIMON
¡Sopla!
Estaba seguro de que tramabas algo gordo.
JUDITH
No puedo
consentir que mi vida se marchite inútilmente.
SOREL
Pero sé
razonable, mamá. Te retiraste definitivamente el año pasado. ¿Cómo
explicarás una vuelta tan imprevista?
JUDITH
Mi
público, hija. Las cartas de mi querido público me obligan a
regresar.
SIMON
¿Y has
recibido muchas?
JUDITH
Ninguna.
Esto me ha decidido.
SIMON
¿Has
elegido obra para tu reaparición?
JUDITH
Repondré...
“¡Amor pasional!”.
SIMON
(Echándose
en el sofá, presa de un ataque de risa)
¡Mamá,
qué horror! ¡Me muero! ¡Sorel, dame un masaje en el estómago!
(SOREL
obedece y, mientras, habla)
Papá se
va a poner furioso...
JUDITH
Lo
siento, pero es una decisión firme.
SOREL
Esa
comedia es malísima, mamá.
JUDITH
Pero la
protagonista tiene un papel de mucho lucimiento. Ese drama ha sido
siempre uno de mis mayores éxitos cómicos.
(Representando)
¡Eres
un loco! ¡Un ciego y despreciable loco! ¡Crees que porque has
comprado mi cuerpo, has comprado también mi alma!
(Dirigiéndose
hacia Simón)
“Siempre
soñé con un amor como el tuyo, pero nunca pensé fuera tan hermoso
vivirlo en la realidad” Esa frase, pequeños, no la he podido decir
nunca sin que una lágrima asomara a mis ojos.
SIMON
Desde
luego, el segundo acto es mucho mejor.
JUDITH
Es
cierto. Sube a partir de la entrada en escena de Víctor. Sorel, haz
un momento el papel de Víctor, ¿quieres?
SOREL
(Levantándose)
¿Qué
escena? ¿El final de acto?
JUDITH
Sí,
recuerda... “¿Es un juego, señora?”
SOREL
(Yendo
hacia JUDITH con voz muy dramática)
“¿Es
un juego, señora?”
JUDITH
“Sí...
un juego que debe ser jugado hasta el final”
SIMON
(Levantándose
y acercándose a JUDITH, también muy dramático)
“Sara,
¿qué quiere decir eso?”
JUDITH
“Mis
bellos sueños pisoteados, mis ilusiones destruidas...”
SOREL
(Colocándose
en el centro)
Yo hago
ahora de Jorge... “No comprendo... Tú y Víctor... ¡Dios mío!
(Acompaña
la frase con un ademán trágico. SIMON imita el llanto de una
criatura, en un aparte rápido)
JUDITH
“¡Silencio!
¿No es ése acaso el llanto de mi pequeña Pamela?”
E.E.
(Suena el timbre de la puerta de entrada a la casa)
(Nadie hace caso al timbre)
SIMON
(Ferozmente)
“¡Déjala
que llore! ¡Más llorará la pobre criatura, como sepa que su madre
es una...!”
JUDITH
(Con un grito desgarrador)
“¡No
lo digas! ¡Ya lo saben!”
E.E. (El
timbre de la puerta de entrada, que ya sonó momentos antes, vuelve a
oírse ahora con firme insistencia.)
Dios
mío... ¡Han llamado!
SOREL
Eso
no es de la obra.
JUDITH
No;
eso es del timbre.
(SOREL
busca un espejo para arreglarse. Aparece CLARA y se dirige a abrir)
Clara...,
seremos ocho a la mesa.
CLARA
¡Dios
nos asista!
JUDITH
Habrá
que pensar también dónde alojar a toda esa gente.
CLARA
Por
supuesto... ¡No van a dormir en el pasillo!
JUDITH
Sería
una solución, oye. Hay quien duerme de pie...
CLARA
Bueno,
sois una familia de lo más fresco...
JUDITH
No
seas gruñona, Clara.
CLARA
¿Cómo
no voy a gruñir con todo el trabajo que me espera? Ocho invitados de
sopetón, Amy indispuesta..., sin comida suficiente... Es para
volverse loca.
E.E. (Vuelven
a llamar)
¡Ya
les he oído, caramba! ¡Voy corriendo!
Avanza
lentamente hacia la puerta, refunfuñando. Abre. Aparece SANDY
TYRELL, muchacho de rostro simpático y cuerpo musculoso... Abre y
cierra mucho las manos, una contra otra, como si estuviese ensayando
un directo. Sale CLARA.)
SANDY
(Avanza hacia la señora Bliss)
Buenas
tardes, señora Bliss... Le agradezco su invitación.
JUDITH
¿Viene
usted solo?
SANDY
(Sorprendido)
Sí...,
claro
JUDITH
¿No
ha encontrado, a nadie en la estación?
SANDY
He
venido en coche. Lo tengo ahí fuera....
JUDITH
No
lo entre, por favor. No cabríamos todos. Permítame que le presente
a mis hijos. Sorel... Simón...
SANDY
(Ofreciéndole una mano que SOREL
ignora.)
¿Cómo
está usted?
SOREL
(Fríamente)
Bien,
gracias.
SIMON
(Igual)
Suyo
afectísimo
(Desaparece también por la
escalera. SANDY esta estupefacto)
JUDITH
Perdone
a mis niños. Son locos, pero no peligrosos ¿No trae equipaje?
SANDY
Lo
tengo en el coche.
JUDITH
Déjelo
allí por el momento. Clara está preparando el té. Después le
buscaremos un rincón donde dormir.
SANDY
Esperaba
con impaciencia el momento...
JUDITH
¿De
dormir?
SANDY
No;
de encontrarme aquí.
JUDITH
Es
un sitio encantador. Tenemos paisajes muy bonitos.
SANDY
Yo
me refería al placer de verla de nuevo.
JUDITH
¡Qué
galante, Sandy! ¿Quiere beber algo?
SANDY
No,
gracias. Estoy en período de entrenamiento.
JUDITH
¡Qué
interesante! ¿Y en qué se entrena?
SANDY
Tengo
un encuentro de boxeo dentro de quince días.
JUDITH
¡Oh,
será preciso que asista a la primera representación! ¡Qué
emocionante verle sangrar con los labios partidos y la cabeza
abierta...!
SANDY
(Sentándose en el sofá, al lado
de ella.)
¡Qué
hermosa es usted!
JUDITH
¿De
verdad lo cree? Perdone que mis hijos estuvieran groseros.
SANDY
Me
asombra que tenga usted unos hijos tan crecidos.
JUDITH
(Rápida)
¡Oh!
Me casé muy jovencita y hoy en día, con las vitaminas, se consiguen
prodigios.
SANDY
Es
curioso. Nos presentaron la semana pasada y ya me parece conocerla de
toda la vida.
JUDITH
Usted
me gustó en seguida... Es un chico guapo.
SANDY
(Azorado)
¡Oh,
no, por Dios...!
JUDITH
Sí,
sí. Espaldas anchas, caderas estrechas, piernas largas... me gusta
usted. Quisiera que David tuviera las caderas más estrechas. ¿Podría
enseñarle a boxear?
SANDY
¿Quién
es David?
JUDITH
Mi
marido.
SANDY
(Sorprendido)
¡Ah!
JUDITH
¿Qué
le pasa? ¿No sabía que tengo marido?
SANDY
Imaginaba
que su marido de usted... había muerto.
JUDITH
Todavía,
no. Está arriba.
SANDY
La
encuentro diferente hoy. Apenas la reconozco.
JUDITH
Es
este sombrero de jardín. Me lo quitaré. Cuando usted llegó, me
disponía a ir a cortar unas calceolarias.
SANDY
(Que no sabe qué son.)
¡Ah!
JUDITH
Adoro
mi jardín. Es el descanso., la paz... Paso en él horas enteras...,
entre crinoideas, clinopodios y escaramujos.
SANDY
Ah;
ya entiendo. Son los nombres de sus perros.
JUDITH
No;
de mis plantas. Ese ha sido siempre mi ideal. Hallar la tranquilidad
en un rinconcito rústico y encantador..., lejos del mundanal ruido
¿Me ha visto alguna vez en escena?
SANDY
Muchísimas
veces. En “La dama de las camelias” estaba usted maravillosa. Fue
durante la representación de esta obra cuando me enamoré de usted.
JUDITH
(Encantada)
¿De
veras?
SANDY
Sí.
Interpretaba; su papel con un ardor..., lo vivía con tanto
patetismo...
JUDITH
(Tose varias veces)
Siga,
siga.
SANDY
Me
parece que voy a despertar de un momento a otro. Tenía tantas ganas
de serle presentado a usted... y ahora estoy a su lado y le hablo
como si fuéramos viejos amigos.
JUDITH
Lo
somos. Posiblemente, nos hemos conocido en otra vida. ¿Usted no
cree en la reencarnación de las almas? Es una teoría apasionante.
SANDY
(Con admiración)
¡Dice
usted unas cosas tan originales!
JUDITH
¿Usted
cree? Déme un cigarrillo y pongámonos cómodos.
(Estira las piernas en el diván.
SANDY le da un cigarrillo)
Gracias.
Estire también las suyas.
(SANDY
obedece. Están los dos cómodamente sentados espalda contra espalda,
con sus piernas estiradas en los dos extremos del diván)
¿Sabe
usted remar, Sandy?
SANDY
Me
defiendo.
JUDITH
Iremos
en la lancha a pasear bajo la luna.
SANDY
¡No
me haga soñar!
JUDITH
¡Qué
idea me ha sugerido! Ese es un buen sitio para dormir usted.
SANDY
¿Dónde?
JUDITH
¡En
la lancha!
E.E (Timbre
puerta de entrada)
¡Ya
están aquí!
SANDY
¿Espera
a alguien más?
JUDITH
¿Si
espero...? Usted no sabe.
SANDY
Me
aseguró que sería un fin de semana tranquilo, que estaríamos
solos...
JUDITH
Me
engañé. Será un fin de semana de lo más movido.
(Se
ha sentado. SANDY le pasa el sombrero, y JUDITH se lo pone. CLARA va
a abrir la puerta sin apresurarse. Aparece
MYRA ARUNDELL. Sale
CLARA. MYRA viste con una elegancia un poco extravagante. Trae mucho
equipaje: maletas, sombrereras, saco de mano y una raqueta de tenis)
MYRA
(Avanzando hacia JUDITH.
Besándola.)
Judith,
querida... ¡qué alegría verte!
JUDITH
(La besa también. Los besos son
como dos mordiscos)
Hola,
Myra, encanto. ¿Dónde están tos otros?
MYRA
¿Qué
otros?
JUDITH
Has
llegado en el tren de las cuatro y media, ¿no?
MYRA
Por
supuesto.
JUDITH
¿Y
no has visto a nadie en la estación?
MYRA
Sí,
claro... Pero no se me ocurrió que vinieran a tu casa.
JUDITH
Pues
vienen “todos”, querida.
MYRA
¡Y
Simón que me aseguró que estaríamos en la mayor intimidad!
(A SANDY)
Buenas
tardes, señor. ..Como sería inútil esperar que nuestros amigos los
Bliss lo hicieran, permítame que me presente yo misma. Me llamo Myra
Arundell.
JUDITH
(Con ligereza)
Sandy
Tyrell, Myra Arundell. Myra Arundell, Sandy Tyrell. Ya está.
MYRA
¿Es
suyo ese coche que hay frente a la puerta?
SANDY
Sí.
MYRA
(A JUDITH)
Caramba,
Judith. Podías haberme avisado de que el señor venía en coche. Me
habría ahorrado el viaje en ese cacharro de tren.
JUDITH
Perdona,
cielo. Ignoraba que fueras a honrarnos con tu grata visita.
MYRA
¡Qué
bien se respira aquí! Londres está imposible. Tienes una casa
maravillosa, Judith, y te prueba el aire del campo.
JUDITH
Por
fuera. Si me vieras por dentro...
MYRA
Dios
mío, ¿qué ocurre?
JUDITH
Nada
grave..., todavía. Pero me asaltan negros presentimientos.
Acompáñeme arriba, Sandy. Buscaremos un sitio en el pasillo donde
instalar su cama.
(Toma la mano de SANDY y empiezan a
subir. Se para.)
Te
mandaré a Simón. Creo que se está afeitando para que .le salga la,
barba.
(Salen.
MYRA hace un mohín de enojo y enciende un cigarrillo. Curiosea
descaradamente. Baja rápido SIMON, terminando de ponerse un jersey)
SIMON
¡Myra!
¡Es maravilloso! ¡Has venido!
MYRA
Por
favor, Simón, hace demasiado calor.
SIMON
Tú
estás fresca como una rosa.
MYRA
Como
un témpano de hielo, mejor. Si hubieras visto cómo me ha recibido
tu madre... No parece haberle hecho mucha gracia mi llegada.
SIMON
Está
molesta porque papá y Sorel han invitado a unas personas sin
avisarla.
MYRA
Entonces,
tendremos un fin de semana movidito.
SIMON
Así
es. Pero no te preocupes. Mañana nos levantamos a las siete y nos
vamos a pasar el día en el río.
MYRA
Muy
interesante... ¿Está en casa tu padre?
SIMON
Arriba,
terminando su nueva novela.
MYRA
Me
gusta como escribe.
SIMON
Es
horrible, pero gana dinero.
MYRA
¿Quién
es Sandy Tyrell?
SIMON
Es
la primera vez que oigo ese nombre.
MYRA
Me
refiero al joven que estaba con tu madre.
SIMON
¡Ah!
¿Unas espaldas con cazadora? No existe para mí.
MYRA
No
me ha causado mala impresión.
E.E. (Suena
el timbre de la puerta)
SIMON
Bueno,
ya llegó el resto del cargamento.
(MYRA
se da polvos, mientras CLARA, va’ a abrir. Aparecen
RICHARD GREATHAM y JACKIE CORYNTON. Empieza
a haber muchos bultos a ambos lados de la puerta. RICHARD es alto,
los cabellos grises; JACKYE, pequeñita, destinada a no envejecer,
con aire ingenuo.)
RICHARD
¿Es
la casa de los señores Bliss?
CLARA
El
resto de la tribu... ¡Pasen, pasen!
RICHARD
¿Está
la señorita Sorel, por favor?
CLARA
Veré
si la encuentro.
(Se va cantando por la escalera)
RICHARD
(Se acerca a la señorita ARUNDEL
estrecha su mano.)
¿Cómo
está usted, señorita Arundell? No la había reconocido...
MYRA
¡Señor
Greatham, qué sorpresa!
SIMON
Vámonos
al jardín, Myra.
MYRA
Pero,
Simón, no podemos... ser groseros.
SIMON
(Tirando de ella)
Podemos
perfectamente
(A los demás)
Servirán
el té dentro de poco.
(Sale con MYRA. Pausa)
RICHARD
¡Qué
chico más raro!
JACKIE
Dudo
que haya ido al colegio.
RICHARD
¿No
le conocía?
JACKIE
No
conozco a nadie de la familia, excepto al señor Bliss. Es un hombre
maravilloso, Escribe novelas... ¡y las vende!
(Pausa)
RICHARD
Ha
sido una suerte que nos encontramos en la estación.
JACKIE
En
efecto. Si ahora estuviera aquí sola, me moriría de vergüenza.
(Nueva
pausa. Baja JUDITH, seguida de SANDY, que va cargado de cojines. Se
sienta junto a RICHARD y se pone los guantes. RICHARD se levanta
cortésmente, JUDITH, sin hacerle caso, se vuelve a levantar y sale
al jardín, sin dignarse echarles una mirada. SANDY coge más
almohadones de la habitación y la sigue. JACKIE
está
a punto de llorar. Pausa)
Dígame...
¿era la señora Bliss?
RICHARD
Supongo
que sí.
JACKIE
(Casi llorando)
Me
arrepiento de haber venido.
RICHARD
No
se preocupe. Tengo entendido se trata de una señora muy
extravagante.
JACKIE
Me
estoy preguntando si el señor Bliss estará informado de mi llegada.
RICHARD
La
misma pregunta me estoy haciendo yo respecto a la señorita Sorel.
JACKIE
¿Y
si tocáramos el timbre?
RICHARD
Buena
idea.
(Se
levanta. Encuentra un timbre cerca de la puerta izquierda y lo pulsa)
JACKIE
¡Tengo
la impresión de que no funciona!
RICHARD
Vamos,
no pierda los ánimos... ¡Ah!
(Ve una campanilla sobre la mesa,
la agita y no suena)
¡Qué
casa más absurda!
JACKIE
¡Quisiera
volverme con mamá!
RICHARD
Cuando
conozca a Sorel, se le pasará todo el miedo. Es fascinadora.
JACKIE
(Desesperada)
Sí,
pero, ¿dónde está?
RICHARD
Cálmese...
De todas formas, ya ha oído. No tardarán en servir el té.
JACKIE
¿Usted
cree que son tan normales como para tomar té?
RICHARD
(Alarmado)
Caramba,
así lo espero.
JACKIE
Bien;
aguardaremos.
RICHARD
(Sacando una Pitillera del
bolsillo)
¿Le
molesta que fume?
JACKIE
De
ninguna manera. ¡Ojalá pudiera yo! Pero no sé. ¡Siempre me trago
el humo!
(Nueva
pausa que rompe, al fin, la entrada de SOREL, bajando por la
escalera)
SOREL
¡Richard!
No sabía que hubieses llegado.
(Se estrechan las manos)
RICHARD
Pues
hace ya un buen rato.
SOREL
¡Esa
Clara! Se le olvidó avisarme.
RICHARD
La
señorita Coryton.
JACKIE
¿Cómo
está usted?
SOREL
Ha
venido a ver a papá, ¿no? Le encontrará en su estudio.
JACKIE
No
conozco el camino.
SOREL
(Impaciente, se dirige a la
escalera y le indica a JACKIE)
Bueno,
se lo indicaré. Venga. Un segundo, Richard. Suba y al final del
pasillo, la tercera puerta a la derecha. No haga caso de lo que le
diga el loro. ¡Ah! Luego, encontrará un perro. Ahí, cuidado. No
ladra, pero muerde.
JACKIE
(Subiendo, muy descorazonada)
Muchas
gracias.
SOREL
No
parece muy despierta.
RICHARD
Dime
una cosa, Sorel. ¿Sabían tus padres que yo iba a venir?
SOREL
Claro
y se alegran mucho.
RICHARD
Lo
pregunto porque, hace un momento, ha pasado una señora rubia,
acompañada de un joven, y se ha dirigido al jardín sin abrir la
boca ni mirarnos siquiera.
SOREL
¡Era
mamá! Es que tenemos un vivo sentido de la independencia. Recibimos
a nuestros amigos, ¿cómo te diré?..., separadamente. Temo que te
aburras en casa, Richard. Si crees que vas a aburrirte, prefiero me
lo digas y haríamos otros planes.
RICHARD
Eres
deliciosa.
SOREL
No
lo creas. Soy una salvaje, un torbellino. Y Simón es igual. La culpa
es de mis padres, que no tienen el menor sentido práctico. Han
consagrado sus vidas al arte, sin preocuparse para nada de los
convencionalismos y de las costumbres. Yo soy la única que se da
cuenta de sus defectos y procura enmendarse.
RICHARD
Haces
mal. Tus defectos son lo más en cantador de ti misma y debes
conservarlos íntegros.
SOREL
Tienes
el don de encontrar siempre una frase agradable. Me gustaría que le
dieras a Simón unas lecciones de trato social.
RICHARD
Me
temo sería trabajo de negros.
SOREL
¿No
te es simpático?
RICHARD
La
primera impresión no ha sido muy favorable, francamente.
(Aparece
CLARA con la bandeja del té, que deja sobre las, rodillas de
RICHARD)
SOREL
¡Ah!
¡Aquí está el té!
CLARA
¿Por
dónde anda tu madre, muñeca?
SOREL
Creo
que está en el jardín.
CLARA
Pues
empieza a llover.
(Sale por la izquierda)
SOREL
¡Qué
horror! Dentro de un minuto les tendremos a todos aquí.
RICHARD
Las
maletas se van a mojar.
CLARA
(Que ha vuelto a entrar)
No
se preocupe. Cuando deje de llover, las entraré.
RICHARD
No
vale la pena que se moleste. Lo haré yo.
(Sale y vuelve con dos maletas)
SOREL
Déjalo,
Richard; no te canses... Yo entraré lo que queda.
RICHARD
No
puedo consentir...
(Van
entrando el resto del equipaje en una noble pugna por quitarse el
trabajo)
SOREL
(Entrando trabajosamente unos
bultos)
Casi
todo pertenece a Myra. Por lo visto, ha confundido dos días de campo
con unas vacaciones en la Costa Azul.
(Entra
con una pesada maleta. RICHARD la quiere ayudar. La maleta cae al
suelo)
¡Oh!
Creo que hemos roto algo.
RICHARD
No
importa. No es la mía.
(Sale
para cargar con el último bulto. SOREL le tiene abierta la puerta)
¡Ea,
la última!
(La
deja en el suelo y se seca el sudor. Entra CLARA con la tetera)
SOREL
(Llenándole una taza)
Toma
un poco de té.
RICHARD
Gracias.
(Entran SIMON y MYRA por el jardín.
Sale CLARA)
MYRA
(Va
a estrechar la mano de SOREL, pero SIMON la empuja en dirección
contraria)
Hola
Sorel. ¿Cómo estás?
SOREL
¿Qué
tal, Myra? ¿Conoces al señor Greatham?
MYRA
Sí;
nos encontramos a menudo.
SIMON
Siéntate,
Myra.
(Bajan
DAVID y JACKIE. DAVID la lleva cogida de la mano, igual que a una
niña)
DAVID
¿Está
listo el té?
SOREL
Clara
lo acaba de traer, papá.
DAVID
Simón,
ven aquí. Ayúdame. ¿No conoces a la señorita Coryton?
SIMON
Nos
hemos visto antes, papá.
DAVID
Pues
ven y haz que tome su té.
(Le
pone a la chica la servilleta de babero. SIMON va a sentarse a su
lado, de mala gana. DAVID se sienta junto a MYRA)
MYRA
(Seductora)
Hola,
señor Bliss.
DAVID
Hola.
¿Se queda usted con nosotros?
MYRA
(Con una sonrisa)
Así
lo espero.
SOREL
Papá,
te presento al señor Greatham.
DAVID
¡Ah!
Encantado. ¿De dónde ha salido?
RICHARD
He
llegado en el tren de las cuatro y media.
DAVID
Ah;
muy bien. Tome una taza de té.
(Le
llena una taza y se la pone en la mano, sin darse cuenta de que ya
tiene una. RICHARD se queda mirando perplejo las dos tazas. Luego, le
pasa una a la señorita ARUNDELL. DAVID se sienta y va llenando las
tazas)
El
azúcar y la leche sírvanselo ustedes mismos... ¿y tu madre, Simón?
SIMON
No
hace mucho, la vi. en la lancha.
DAVID
¡Pero
si no sabe remar!
SIMON
Sandy
TyreII estaba con ella.
DAVID
Ah;
bien. Con un hombre así, no corre peligro.
(Breve pausa)
¿Quién
es ese Sandy?
SOREL
No
sé
DAVID
Pero
siéntense. Siéntense todos.
(Entran JUDITIH y SANDY por el
jardín)
JUDITH
Va
a llover a cántaros. Me lo decía el corazón desde esta mañana.
Presento a todos a Sandy Tyrell.
(Todos
los personajes van saludando a SANDY con un “¡Hola!”, al lo que
contesta él, finalmente, también con un “¡Hola!” tímido y
asustado)
SOREL
Mamá,
quiero que conozcas al señor Greatham.
(RICHARD
va
a ella y besa su mano)
RICHARD
Señora
Bliss...
JUDITH
¡Oh!
Mucho gusto.
Usted estaba aquí antes, ¿no? Había alguien más... una rubita con
cara de tonta
(Ve a JACKIE)
¡Ah,
aquí está! Siéntate, Sandy, y come todo lo que te apetezca. Coman
con toda libertad... Sírvanse ustedes mismos porque me molesta
atenderles a todos.
(La
familia empieza pasarse los platos. JUDITH a SOREL, SOREL a SÍMON,
SIMON a DAVID. Los platos vacíos vuelven a manos de los invitados)
RICHARD
(Para cortar tan embarazosa
situación)
En
el tren, me han contado un chiste...
MYRA
(Rompe a hablar al, mismo tiempo,
con el mismo propósito)
¿A
qué distancia de Londres nos halla...?
(Se
paran y se sonríen, cediéndose mutuamente la palabra. Al fin,
rompen nuevamente al unísono)
MYRA
Me
encanta la forma de esta ha...
RICHARD
Creo
que el tiempo se mantendrá
(Vuelven
a callar, muy azorados. Pausa. Los BLISS siguen devorando y
charlando, formando un grupo aparte, sin hacerles pizca de caso. Cae
lentamente el...
TELON
ACTO
SEGUNDO
(Todos
hablan y discuten a un tiempo. Esta escena debe ser representada con
mucha rapidez y vivacidad.)
SIMON
Vamos
a ver ¿A quién le toca?
SOREL
Voy
yo, si queréis.
SIMON
Tú,
no. Lo adivinas en seguida.
JACKIE
¿Qué
hay que adivinar?
JUDITH
Es
muy sencillo. Uno de nosotros se va a la habitación contigua y los
restantes, en su ausencia, elegimos un personaje famoso. Se le llama
y nos hace una pregunta a cada uno. Pedirá que hagamos algo y ese
algo se hará a la manera del personaje...
SIMON
Y,
entonces, hay que adivinar...
JUDITH
¡...el
personaje!
RICHARD
(Con aprensión)
¿Qué
es lo que debemos hacer exactamente?
JUDITH
Cosas
muy corrientes. Por ejemplo, se le pedirá que diga “buenos días”
ó que “toque el piano”...
RICHARD
Pero
yo no sé tocar el piano.
JUDITH
No
importa. Basta con el ademán. Es sólo para dar una idea de la
psicología del personaje.
JACKIE
No
estoy muy segura de haber comprendido.
SIMON
No
se preocupe. Aprenderá pronto.
SANDY
(Receloso)
Me
temo no entender ese juego.
JUDITH
Vamos,
no se pongan nerviosos. ¡Si es sencillísimo!
SIMON
Vete
ya, Sorel.
SOREL
(Saliendo por la puerta de la
biblioteca)
No
me tengáis aguardando mucho rato, ¿eh?
SIMON
¿Bien?
JUDITH
Monserrat
Caballé, la cantante de ópera.
SIMON
Lo
hicimos la semana pasada.
JUDITH
Pues...
¡Ya está! ¡El presidente Putin!
DAVID
No,
no. A lo mejor se entera y me quedo sin gas para mi encendedor.
RICHARD
¿Por
qué no jugamos a la gallinita ciega? Se vendan los ojos...
SIMON
La
habitación no es bastante grande para eso.
JACKIE
(Preocupada)
Desearía
que me explicaran detalladamente lo que debo hacer...
SIMON
¡Que
pesada es!
JUDITH
¡Simón!
SIMON
(A regañadientes)
Mis
excusas, señorita Coryton...
MYRA
Bueno,
¿es para hoy?
RICHARD
¡Groucho
Marx!
JACKIE
Y
si pide que se toque el piano, ¿qué hacemos con el puro?
SIMON
¡Caramba!
¿Es que ahora se toca con puro?
DAVID
Lástima
que ya no se pueda invitar a jugar a Robertson. Tenía un magnífico
sentido de humor.
JUDITH
¿Cómo?
¿Murió Robertson?
DAVID
Se
casó.
MYRA
Conozco
a su mujer: Patricia Mórley.
JUDITH
No
me digas. ¿La que se presentó al baile del Astoria con un vestido
escandaloso?
MYRA
La
misma. ¿Tú no estuviste? Era una indecencia, querida.
JUDITH
Cuéntame,
cuéntame. ¿Dónde “no” le llegaba?
SOREL
(Voz
de)
¿Pero
todavía no os habéis decidido? ¡Qué pesados!
JUDITH
Dios
mío, nos olvidamos de Sorel. A ver, pensemos.
(Permanecen todos en profunda
meditación)
Miren,
ya está. ¡Greta Garbo!
SIMON
De
acuerdo.
SOREL
(Voz
de)
¡Que
me canso!
SIMON
¡Ya,
Sorel!
SANDY
(A
RICHARD)
¿Cuál
es, por fin?
RICHARD
Groucho
Marx.
MYRA
(A
RICHARD)
No,
hombre. Montserrat
Caballé.
SOREL
(Que
ha entrado, a JUDITH)
Mamá,
coge una flor de aquel búcaro y dásela a Richard.
(JUDITH
va a coger una flor y se la lleva a RICHARD, como se supone que se la
entregaría Greta Garbo. JUDITH se ha encasquetado un portalámparas
y con los pliegues de su vestido se fabrica un impermeable raro.
Avanza con los ademanes desgarbados propios de la famosa actriz...
Las señoras llevan vestido de noche; los caballeros, smoking)
SIMON
¡Maravilloso
mamá! ¡Maravilloso!
SOREL
(Sonriendo)
Ahora
tú, Myra, levántate y ve despidiéndote de la distinguida
concurrencia.
MYRA
(Se
levanta y va hacia DAVID. Cantando con
un formidable
agudo)
“Addio,
mio caro amico... Addio...”
JUDITH.
¡No!
¡No!
MYRA
¿Qué
pasa?
JUDITH
¿Cómo
va a cantar, si parece que tiene una cremallera en la boca?
DAVID
Mujer,
no tanto. Yo la he visto en una foto reciente y hasta enseña un par
de dientes.
JUDITH
La
pillarían bostezando.
MYRA
(Seca)
Judith,
por Dios. No pretenderás que unos pobres aficionados Como nosotros
finjan, con la perfección de una actriz que triunfó en otros
tiempos.
JUDITH
(Con mirada agresiva)
No
me gusta eso de “en otros ‘tiempos”.
SOREL
Bueno,
¿sigue el juego?
MYRA
Por
mí, puede seguir. Yo me retiro.
SIMON
Pero
Myra, si iba muy bien...
SOREL
Déjala,
Simón. Richard, enciende un cigarrillo como lo encendería el
personaje.
RICHARD
(Va a encender. Se para)
¡Anda,
lo olvidé!
JUDITH
(Haciéndole
una parodia silenciosa de la Garbo)
Vamos,
recuerde...
RICHARD
¡Ah,
sí!
(Enciende
un cigarro como lo haría Groucho Marx)
JUDITH
¡No,
no! ¡No es eso!
RICHARD
He
hecho, todo lo que he podido.
JUDITH
No
lo comprendo ¡Con lo fácil que resulta de expresar!
SIMON
Se
ha confundido usted de personaje. Ahora le toca a Jackie.
SOREL
(A,
JACKIE)
Levántese
y baile.
JACKIE
(Aterrorizada)
¡Oh!
, no, por favor. Yo... yo no puedo...
SIMON
(Obligándola
a levantarse)
Claro
que puede. ¡Ea empiece!
(Le
pone las manos en la cintura y la obliga a moverse)
¡Cha-Cha-cha!
JACKIE
No,
por caridad... Pasen mi vez...
DAVID
Ande,
Jackie, valor... Pruebe...
JACKIE
(Llorando)
Lo
siento, señor Bliss; Tendría un aspecto ridículo.
SOREL
(Enfadada)
¿Por
qué diablos juegan, si no han de observar las reglas?
SANDY
Es
un juego muy difícil cuando no se conoce a fondo.
SIMON
Está
bien. Respetemos los delicados sentimientos de la señorita Coryton.
¿Quién va ahora?
SOREL
Ya
me estáis chinchando. O jugamos todos o no jugamos
SIMON
No
te pongas tú terca ahora, Sorel.
SOREL
Ah,
me pongo terca, ¿verdad? Tiene gracia. Nadie me ha dado la más leve
indicación de cuál pueda ser el personaje, y todavía me pongo
terca. No hacéis más que discutir y hablar, hablar, hablar...
DAVID
Todos
hablan demasiado.
JACKIE
(Furiosa)
En
mi vida volveré a jugar a ese juego. Es odioso.
SOREL
Usted
tiene la culpa de lo que pasa. Si no se hubiera negado…
SIMON
No
seas insolente con la chica…
SOREL
¡Tú
déjame en paz!
SIMON
No
tiene arreglo. Todas las veces que hay invitados, Sorel se pone
imposible.
SOREL
¿Que
yo...? Óyeme una cosa, Simón. Jamás, jamás volveré a jugar
contigo.
SIMON
No
será verdad tanta dicha.
JUDITH
¡Oh,
basta! ¡Basta!
SIMON
(Apoderándose
bruscamente de la mano de JACKIE)
Vámonos
al jardín. No soporto a mi hermanita.
SOREL
No
deje que la lleve al río, Jackie. Corre usted peligro.
SIMON
Te
crees muy graciosa, ¿verdad? Vamos, Jackie.
(Se
la lleva de un tirón. Desde la puerta, se vuelve y le saca la
lengua a su hermana, que le imita)
¡Aaaaah!
JUDITH
Tu
conducta es vergonzosa, Sorel.
SOREL
¡Ah,
desearía que Simón se embarcara para Las Bermudas!
DAVID
Lo
que yo quisiera es veros a ambos en un reformatorio.
SOREL
Nunca
podemos pasar una velada tranquila. Somos una familia odiosa.
JUDITH
”Eres”
odiosa, querida.
SOREL
¿Es
que crees que no somos todos iguales? Me avergüenzo de nosotros.
Sandy
Acompáñame
a la biblioteca.
(Se
lleva a SANDY. Salen. MYRA contempla la escena con íntimo
regocijo)
DAVID
(Tranquilo)
Judith,
opino que deberías ser más severa con tus hijos.
JUDITH
(En
plan de mártir)
Estaba
segura. ¡La culpa es mía!
DAVID
Claro
que lo es. Les consientes y les mimas demasiado...
JUDITH
No
debiste casarte conmigo, David. Fue un grave error.
DAVID
Esos
chicos no nos respetan. Viven como les da la gana...
JUDITH
¡Como
tú te pasas las horas arriba, escribiendo tus noveluchas...!
DAVID
Gracias
a mis “noveluchas” tenemos un pedazo de pan que llevarnos a la
boca, ¿te enteras?
JUDITH
¡Majadero!
¿Y para qué queremos pan, si no se prueba en casa porque engorda?
DAVID
No
sé qué te ocurre de un tiempo a esta parte, Judith. Estás
inaguantable.
JUDITH
No
me ocurre nada. Y aunque me ocurriera, tú serías el menos indicado
para comprenderme. Eres demasiado egoísta y presuntuoso. Sólo te
preocupa tu monstruosa vanidad.
DAVID
¿No
estarás un poco bebida?
JUDITH
(Riendo)
¡Ja!
¡Bebida.! Sólo fa1taba que añadieras el insulto a la
incomprensión. ¡Vete! ¡Aléjate de mi presencia!
DAVID
Te
obedezco con muchísimo gusto. Vamos, Myra.
(Sale
con MYRA. Pausa.)
JUDITH
David
ha sido siempre un marido excelente. Pero empieza a cansarme.
RICHARD
¿Quiere
que la deje sola?
JUDITH
¿Por
qué? ¿Teme que me abandone a una crisis de nervios?
RICHARD
Por
Dios, no... Pero creí que tal vez...
JUDITH
(Se
ha sentado en el sofá e invita a RICHARD a que se siente a su
lado)
¿Qué
opina usted del matrimonio, señor Greatham?
RICHARD
Verá
usted. Yo todavía no me he casado.
JUDITH
Amigo
mío, ¿por qué no se olvida por un momento de que es un
diplomático? No le estoy tendiendo ninguna trampa, a pesar de ser la
madre de Sorel.
RICHARD
No
la entiendo a usted.
JUDITH
Parecen
ustedes muy amigos... Pero tranquilícese. No acostumbro a meterme en
los asuntos sentimentales de mis hijos. ¿Le gusta a usted la música,
señor Greatham?
RICHARD
La
verdad es que no entiendo gran cosa.
JUDITH
Entonces,
es que le gusta. Tocaré algo para usted.
(Se
levanta y va al piano)
Para
una mujer de mi carácter, resulta bastante doloroso tener una hija
de la edad de Sorel. Hay que renunciar al arte de la coquetería para
aprender el de ser abuela.
RICHARD
La
juventud de Sorel jamás podrá eclipsarla a usted, querida señora:
Su belleza se conservará fragante porque emana del espíritu.
JUDITH
No
sé si piensa lo que dice, pero, desde luego, suena muy bien... Apoye
un codo en el piano. Facilita la inspiración.
RICHARD
Es
usted una mujer extraordinaria.
JUDITH
E.E. (Empezando
a tocar)
Extraordinaria...,
¿en qué sentido?
RICHARD
Sorel
es como una lejana reminiscencia, de su personalidad. Cuando la
conocí, a través suyo, imaginé la mujer que existía en usted.
JUDITH
¡Qué
interesante! ¡Apoye, apoye el codo!
(Toca
con impetuosa vehemencia)
¿Le
gustó?
RICHARD
¡Preciosa
música!
JUDITH
(Se
levanta y se dirige hacia el sofá)
Con
acompañamiento de cornetas aún resulta mejor. Siéntese a mi lado.
RICHARD
¿No
quiere seguir bailando?
JUDITH
Prefiero
que charlemos. Siéntese.
RICHARD
¿Viven
todo el año en el campo?
JUDITH
Sí.
Quiero prepararme una buena vejez. Mis hijitos se casarán. Llevaré
cofias de
encaje...
RICHARD
¡Qué
absurdo!
(Con
ardor)
No
es posible que quiera usted disfrazarse de vieja. Sus ojos están
llenos de vida...
JUDITH
Ay,
amigo mío, eso no es más que un rescoldo de lo que fue. Me siento
vieja. Mis fuerzas se han agotado, Richard. ¡Oh, perdón! ¿Me
permite que le llame Richard?
(RICHARD
afirma con la cabeza)
No
le pido que me llame Judith. Todavía no. Lo hará usted
espontáneamente cuando se sienta compenetrado conmigo.
RICHARD
Lo
estoy ya... Judith.
JUDITH
(Intensamente)
¡Oh!
¡Soy feliz, Richard!
(Ligera)
¿Me
da un cigarrillo?
RICHARD
(Sacando
su pitillera)
Con
mucho gusto.
JUDITH
¡Qué
bonita pitillera!
RICHARD
Me
la regalaron en el Japón. Fíjese en estos grabados. Todos tienen su
significado...
(Están
muy juntos)
Son
talismanes para la felicidad, la fortuna..., el amor...
JUDITH
¡Oh,
el amor! ¿Cuál es el del amor?
RICHARD
Ese.
JUDITH
¡Qué
precioso!
(RICHARD
la besa levemente en la nuca. Ella
se levanta de golpe, con un grito)
¡Richard!
RICHARD
(Balbuciendo)
Ha...,
ha sido más fuerte que yo.
JUDITH
¿Qué
hemos hecho, Dios mío? ¿Qué podemos hacer ahora?
RICHARD
No
sé.
JUDITH
¡Hay
que confesárselo todo a mi marido!
RICHARD
(Alarmado)
¿Cómo
dice?
JUDITH
(Tomándole
gusto a la situación)
¡Sí,
Richard; sin vacilar! Afrontemos la situación con honradez y
valentía.
RICHARD
(Cada
vez más preocupado)
¿La
situación? No la comprendo.
JUDITH
(Ignorando
su interrupción)
De
pronto, usted ha aparecido en mi vida y todo ha cambiado. Una nueva
primavera ha brotado en mí. Mi corazón recobra su juventud, aspiro
de nuevo el perfume de unos sentimientos á los que había renunciado
definitivamente.
(Le
empuja hacia el jardín)
Déjeme
ahora, Richard.
RICHARD
Pero,
Judith...
JUDITH
(Empujándole
enérgicamente hacia fuera)
Se
lo suplico. No haga más penoso mi deber, más alto mi calvario y más
amargo mi cáliz. ..Sólo poseo un poquito de valor… ¡No me lo
quite usted!
(Le
da un empujón definitivo y le echa al jardín. Tranquilamente,
se acerca al espejo y se empolva la nariz. Luego, va con paso
decidido a abrir la puerta de la biblioteca, tarareando una
canción. Da un grito. Retrocede unos pasos, turbada por lo que ha
visto…
Pausa.
Entran
SOREL y SANDY)
SOREL
Mamá,
oye...
SANDY
(Limpiándose
los labios)
La
culpa ha sido mía, señora Bliss...
JUDITH
¡Que
horror! Siento que me faltan 1as fuerzas...
SOREL
Vamos,
mamá, si no tiene importancia.
JUDITH
¡Desdichada!
¿Te parece que no la tiene lo que acaban de ver mis ojos?
SANDY
Estoy
apenadísimo.
JUDITH
He
sido una loca. No debí depositar ciegamente mi cariño en un
muchacho de su edad.
SOREL
Mamá,
¿quieres ser natural por unos segundos?
JUDITH
No
te entiendo, Sorel. Me enfrento con la más atroz de las verdades y,
sin embargo conservo toda mi serenidad...
SOREL
No
hay nada de atroz en lo ocurrido.
JUDITH
¡Bajo
mi propio techo!
SOREL
Ah,
¿quieres teatro? Muy bien.
(Con
voz muy dramática)
Es
cierto, madre Sandy y yo nos queremos. Espero no pretenderás
cruzarte en
nuestro
camino.
JUDITH
No
puedo creerlo. Sandy me amaba cuando llegó a casa.
SOREL
(Con
una risa cruel)
¡Te
amaba! ¡No seas ridícula, mamá! ¿Es que no te has visto en el
espejo?
JUDITH
(Cubriéndose
el rostro)
¡Calla!
SOREL
Mírale
a él, en cambio. Un muchacho arrogante, gallardo.
(SANDY
está muy encogido y asustado)
Toda
mi vida he soñado con un hombre así. Es mío, ¿oyes? No me lo
podrás quitar.
SANDY
(Yendo
de una a otra)
Señora
Bliss... Sorel... Yo...
JUDITH
(Con
honda tristeza)
No
es, necesario que se disculpe, Sandy. Sorel tiene razón. Soy
ridícula… ¡Si; no me Contradiga! Me hago vieja y no quería
reconocerlo. Acepto mis canas, todas mis arrugas...
(Levanta
el espejo, se mira y lo aparta rápidamente)
SOREL
Mamá…
JUDITH
La
juventud tiene sus derechos. No me opongo, a vuestro amor. Sufriré
en silencio. Mi hija es suya, Sandy. Se la entrego sin condiciones...
¡Que seáis muy felices!
(Los
ha arrodillado a ambos a sus pies)
SANDY
(Asustado)
Aquí
hay una confusión, señora Bliss...
JUDITH
Puede
todavía llamarme Judith.
(Mirando
a su hija)
¿Lo
permites? No creo pedir demasiado.
(A
SANDY se le saltan las lágrimas)
¡Ea,
alejemos la tristeza! Este es un gran acontecimiento y todos debemos
alegrarnos mucho.
SOREL
Eres
maravillosa, mamá.
JUDITH
(Preparando
su mutis)
No,
hijita. Soy sencillamente una mujer... que también... fue joven... y
comprende las flaquezas del corazón humano... Perdonadme. Subo un
momento a mi cuarto.
(Muy
frívola)
Voy
a tomarme una “pequeña" aspirina.
(Sube,
sorbiéndose las lágrimas. Se detiene.)
¡Dios
os bendiga!
(Aparte,
a su hija)
¡Niña,
a ver si pescas a ése!
(Hace
mutis)
SOREL
¡Uf,
se acabó!
SANDY
Sí;
se acabó.
SOREL
Todo
marcha bien, Sandy. No ponga usted esa cara tan triste. Ya sé que no
me
quiere.
SANDY
Oiga,
Sorel...
SOREL
No
proteste. Usted sabe perfectamente que no me ama, como tampoco yo a
usted.
SANDY
Pero
usted le acaba de decir a Judith...
SOREL
Representaba
un papel. Cuando se habla con mamá, todos en casa representamos un
papel. Es, una tradición.
SANDY
¿Cómo?
Judith..., la señora Bliss..., ¿no era sincera?
SOREL
Claro
que no. Los Bliss no lo somos nunca.
SANDY
Pero...
¡parecía tan conmovida!
SOREL
Bueno,
comedia aparte, no dudo que el encontrarnos abrazados en la
biblioteca
habrá
supuesto para ella un buen golpe.
SANDY
En
el fondo, Sorel..., yo la amo a usted.
SOREL
No,
Sandy. Ha sido usted víctima de un clima propicio: Estábamos solos,
las
ventanas
se abrían sobre la noche y acaso cantaba un ruiseñor...
SANDY
Yo
no he oído más que un grillo.
SOREL
Usted
me ha besado porque soy bonita, y yo se lo he consentido porque es un
chico guapo; Luego, mamá nos ha sorprendido y ha hecho su escena. Su
sentido del teatro no la abandona jamás. Ella sabe perfectamente que
no nos casaremos, como, por supuesto, lo sabemos nosotros.
Tranquilícese, Sandy. No tiene ningún compromiso conmigo.
SANDY
Quisiera
llegar a comprenderla...
SOREL
No
se esfuerce... Es usted boxeador, no actor. ¡Volvamos a la
biblioteca!
SANDY
¡Magnífica
idea!
(Salen.
Seguidamente, por el jardín, aparecen MYRA y DAVID, charlando
animadamente)
DAVID
Y,
entonces, comprende; él vuelve a casa y la encuentra. ¡Berta le
había esperado!
MYRA.
¿De
modo que no se marchó a París?
DAVID
No.
Es una psicología buena y sana; No hay mujer, lo afirmo como
principio
fundamental,
que en tales circunstancias abandone al hombre amado.
MYRA
Estoy
segura de que ha escrito usted una nueva obra maestra.
DAVID
Hacia
media novela me atasqué seriamente. No sabía qué hacer con el
pobre Carlos. No era cosa de mandarle otra vez a la universidad...
MYRA
¿Cuándo
la podré leer?
DAVID
Le
mandaré las copias. Me ayudará a corregirlas.
MYRA
Será
un placer.
DAVID
¿Quiere
beber algo?
MYRA
Tomaré
un poco de whisky con soda.
(DAVID
la sirve)
¿Pero
dónde se han metido los demás?
DAVID
Aquí
no están, por fortuna.
MYRA
Será
una molestia para usted tener la casa llena de gente.
DAVID
(Sentándose
a su lado)
Depende
de la gente.
MYRA
Señor
Bliss, tengo que hacerle una confesión. ¿Sabe por qué he venido a
su casa?
DAVID
Porque
alguien la habrá invitado, digo yo.
MYRA
Sí,
claro. Pero también me invitaron en septiembre último y no acepté.
DAVID
¿En
septiembre? Yo estaba, entonces, en América...
MYRA
Por
eso; Mi único interés era conocerle a usted. Había leído
“Corazones rotos”
¿comprende?
DAVID
¿Le
gustó?
MYRA
Es
una de las novelas más bellas que he leído. ¿Cómo ha podido
llegar a conocer tan bien, a las mujeres?
DAVID
Temo
conocerlas sólo superficialmente.
MYRA
No
puede usted decir que el carácter de Evelyn sea superficial; Está
analizado con gran agudeza.
DAVID
¿Por
qué es usted tan amable conmigo, señorita? ¿Desea pedirme algo?
MYRA
¡Qué
desconfiado es usted!
DAVID
No
es mía la culpa. Posee usted un gran encanto, y yo, por principio,
desconfío de las personas encantadoras.
MYRA
Pues
hace usted muy mal.
DAVID
Quiero
pagar su sinceridad con la mía. .Está usted engañada respecto a
mis novelas. No valen nada. Y usted, que es inteligente, lo sabe.
MYRA
Nada
de eso.
DAVID
En
fin, dígame por qué es tan amable conmigo.
MYRA
¿Quiere
saberlo? Creo que siento debilidad por usted.
DAVID
Huyamos
juntos, ¿quiere?
MYRA
¡David!
DAVID
Me
ha llamado David, ¿se da usted cuenta?
MYRA
¿Le
disgusta?
DAVID
Todo
lo contrario.
MYRA
Su
manera de portarse conmigo no me convence. Parece representar el
papel de
autor
un poco cínico que se divierte a costa de una admiradora ingenua.
DAVID
Es
usted demasiado hermosa para que yo piense nada semejante.
MYRA
Entonces,
¿le gusto a usted?
DAVID
Con
locura. Pero me desagradan sus métodos.
MYRA
¡Pobre
de mí! ¡Si he venido desarmada!
DAVID
Es
usted lista, pero conmigo no le vale. Es inútil, pues, que adopte
esos aires de
inocencia.
MYRA
No
le entiendo.
DAVID
Me
explicaré con más claridad.
MYRA
¡Se
lo prohíbo!
DAVID.
Muy
bien. Entonces, sepa...
MYRA
He
dicho que no quiero oírle.
DAVID
Fingirá
no escuchar, pero en realidad no se le escapará una sola palabra.
MYRA
¡Huy!
Me da usted un miedo terrible.
DAVID
¡Amor
mío!
MYRA
Le
prohíbo que me llame “amor mío”.
DAVID
Vamos,
si ha estado esperando ese momento desde que llegó.
MYRA
Es
usted un vanidoso insoportable.
DAVID
No
hay en mí la menor vanidad. La conozco a usted. Usted es una
coleccionista.
Colecciona
aventuras con hombres famosos, como otras coleccionan sus autógrafos.
MYRA
¿Cómo
se atreve?
DAVID
Por
mí, que no quede. Sentiría faltar en su álbum sentimental.
MYRA
Es
usted inaguantable.
DAVID
(Le
coge la mano)
Myra,
mí querida Myra…
MYRA
Suelte
mi mano.
DAVID
Es
usted deliciosa.
MYRA
¡Suelte
mi mano!
DAVID
No.
MYRA
¡Sí!
(Le
pega un bofetón. DAVID la toma en sus brazos y la besa)
DAVID
Es
usted adorable.
MYRA
¡David!
(Aparece
JUDITH en lo alto de la escalera. Es su gran día. Baja y se queda
mirándoles. Ellos se separan al fin, advirtiendo su presencia)
DAVID
Querida,
¿sabes si quedó chocolate del desayuno?
JUDITH
No
quedó... ¡ni vergüenza!
MYRA
Buenas
noches. Yo me marcho a la cama.
JUDITH
(Reteniéndola
por la muñeca)
Quédate,
Myra. Muéstrate digna una vez siquiera en tu vida. No temáis. No os
voy ha hacer ninguna escena. He comprendido. Sólo quiero que
hablemos con calma los tres de lo que acaba de ocurrir.
MYRA
Oye,
Judith, quiero decirte una cosa...
JUDITH
No
pido explicaciones ni excusas. Busquemos una solución amistosa. Sin
perder la cabeza. Con serenidad.
DAVID
Yo
no puedo estar más tranquilo.
JUDITH
No
hay que cargar la mano, pero tampoco estar excesivamente frío. No es
el matiz adecuado.
DAVID
(Poniéndose
en situación)
Tienes
razón; perdona.
JUDITH
La
vida me ha herido una vez más, pero no importa.
DAVID
¿Qué
dices?
JUDITH
(Irritada)
¡Que
la vida me ha herido una vez más, pero que no importa! No me irrites
haciéndome
repetir las frases. Se me ha oído siempre desde la última fila de
butacas.
DAVID
Vamos;
vamos, Judith. A fin de cuentas, un beso...
JUDITH
Sé
hace tiempo que no me quieres. No lo niegues. Tenía que suceder. Los
hombres envejecen menos de prisa qué las mujeres. He aquí una
verdad, Myra, que la vida se encargará de enseñarte dentro de... un
par de años. David ha sabido conservarse joven, acaso porque ha
tenido menos responsabilidades y preocupaciones que yo...
MYRA
Todo
esto es absurdo.
DAVID
No,
Myra. Judith tiene razón. Estamos en un momento crucial de nuestras
vidas. ¿Qué decisión tomamos?
MYRA
Ninguna.
¡Claro está!
JUDITH
David,
¿tú la quieres de corazón?
DAVID
¡Con
toda mi alma!
MYRA
¡Pero,
señor Bliss...!
JUDITH
¡Lo
sabía! Ni una palabra más. Nos separaremos. No quiero retenerte a
mi lado por la fuerza.
MYRA
Te
juro que te equivocas, Judith...
JUDITH
¡Calla!
Tú le amas.
Te venden tus ojos, cada gesto tuyo... Eres libre, David; sin
rencor.
Pronto abandonaré esta casa...
MYRA
Escucha,
Judith. Insisto...
JUDITH
Iré
a refugiarme a Italia, en una recogida pensión de familia…
DAVID
¿Qué
será de los chicos?
JUDITH
Sorel
puede quedarse aquí; Simón vendrá conmigo. ¡Hay que’lavarlo a
diario!
(Muy
dramáticos los dos)
DAVID
Te
reservaré la mitad de mis derechos de autor.
JUDITH
Agradezco
tu generosidad.
DAVID
Te
has portado magníficamente, Judith. Nuestro matrimonio llega á un
momento trascendental y gracias a ti...
MYRA
Judith,
pido la palabra. ¡Quiero que se me escuche!
DAVID
Calla,
Myra, amor mío. Ten piedad de ella. Judith ha estado sublime. Se lo
debemos todo. No prolonguemos su agonía. Vámonos al jardín…
MYRA
¡No
quiero ir al jardín!
JUDITH
Dejadme
sola, por favor. Se me acaban las fuerzas...
(A
su marido, con un pellizco)
¡Llévate
a esa arpía de aquí, sinvergüenza! ¡Ya arreglaremos cuentas
cuando
estemos
solos!
(Por
el jardín, aparece SIMON corriendo)
SIMON
¡Mamá.,
mamá! Tengo que comunicarte algo muy importante.
JUDITH
¿De
qué se trata, hijo mío?
SIMON
¿Dónde
está Sorel?
JUDITH
En
la biblioteca..., me imagino.
SIMON
(Abriendo
la puerta)
¡Sorel,
ven un momento! Tengo que contarte algo sensacional.
DAVID
(Fraternalmente)
Pareces
muy excitado, muchacho. ¿Qué te ocurre?
SOREL
(Entrando
con SANDY, que se limpia los labios)
¿Qué
es? ¿Qué pasa?
SIMON
No
pongáis esas caras. Es una buena noticia...
DAVID
Menos
mal. Temía que hubieses ahogado a Jackie en el río.
SIMON
No;
le hice otra cosa.
DAVID
(Alarmado)
¿Eh?
¿De qué se trata?
SIMON
(Llamando)
¡Jackie!
¡Jackie!
(Entra
JACKIE tímidamente por el jardín. SIMON la toma de una mano y la
lleva al centro)
Le
he pedido que sea mi esposa. ¡Somos novios!
JUDITH
(Profundamente
conmovida)
¡Hijo
de mi vida!
SOREL
¡Vaya!
JUDÍTH
(Deshecha
en llanto)
¡Mi
pequeño Simón! Casi un niño todavía y ya…
SIMON
¿Por
qué lloras, mamá?
JUDITH
Mis
polluelos dejan el nido... y yo me quedo sola con mis recuerdos...
Jackie, anda, ven a darme un beso.
(JACKIE
se le acerca)
Prométeme
que harás feliz a mi hijo.
JACKIE
Pero,
señora Bliss...
JUDITH
(Tapándole
la boca con su pañuelo de encaje)
¡Silencio!
Ya sé... Yo también he tenido veinte años...
JACKIE
(Desesperada)
Pero
si no es verdad. No somos...
JUDITH
(Amordazándola
de nuevo)
Comprendo
que quieras evitarme las emociones...
MYRA
(Estallando)
Pues
bien, yo no te las evitaré, Judith. Sois la colección más completa
de hipócritas que nunca he visto reunidos. Esta casa es un
laboratorio de sentimientos artificiales. Estoy hasta la coronilla de
todos vosotros.
SIMON
¡Myra!
MYRA
¡Tú
te callas! Hace una hora que estoy intentando hablar, pero cada vez
que voy a abrir la boca, alguien me la cierra con un efecto teatral.
Es una lástima que
abandonaras
la escena, Judith. Estás en tu verdadero elemento, Allí podías
berrear a placer.
JUDITH
¡Berrear,
yo! ¡Que Dios te perdone!
SIMON
No
te consiento que insultes a mi madre...
(Hablan
todos a la vez)
MYRA
Y
todavía no he terminado...
JUDITH
Es
espantoso. ¡Berrear yo, Judith Bliss, una gloria nacional!
(Va
a apoyarse en la pared con una actitud de tragedia griega)
DAVlD
Oiga,
usted, señorita Arundell.
SOREL
Esa
mujer se ha vuelto loca...
MYRA
Nunca
más pondré los pies...
DAVID
Señorita
Arundell, haga usted el favor...
SIMON
¿Se
puede saber qué te pasa?
(En
el punto culminante de este alboroto, aparece RICHARD por el
jardín. Viene asustadísimo, creyendo que todo ese jolgorio es la
consecuencia de la confesión que JUDITH tenía que hacer sobre su
culpable pasión. Avanza hacia JUDITH armándose de todo su valor
diplomático. Callan todos al ver que ya a abrir la boca)
RICHARD
(Esforzándose
por aparentar calma)
¿Qué
sucede? ¿Es un juego, señora?
JUDITH
(A
estas palabras, con una rápida mirada de complicidad a sus hijos
para que la secunden, contesta, irguiéndose)
“Sí;
es un juego. Y que esta vez tiene que ser jugado hasta el final.”
SIMON
“¡Sara!,
¿qué significa eso?”
JUDITH
“¡Mis
bellos sueños pisoteados, mis ilusiones destruidas...!“
DAVID
(Tronchándose
de risa)
¡Toma!
“¡Amor pasional!” ¡El esperpento de Judith!
(Va
al piano y se pone a tocar, comentando musicalmente la acción)
SOREL
(Corre
al centro de la escena y aparta a MYRA de un empujón)
“No
comprendo... Tú y Víctor… ¡Dios mío!
(Llanto
de SIMON)
JUDITH
“¡Silencio!
¿No es ése acaso el llanto de mi pequeña Pamela?”
JACKIE
(Agarrándose
al brazo de SANDY)
Tengo
miedo
SIMON
(Ferozmente)
“¡Déjala
que llore! Más llorará, pobre criatura, cuando sepa que su madre es
una…”
JUDITH
(Con un grito desgarrador)
“¡No
lo digas! ¡Ya lo saben! No tienes derecho a insultarme. Tú has
cubierto mi vida de infamia y de vergüenza... ¿Por qué me
persigues todavía?”
RICHARD
¡Es
una familia de locos!
SOREL
(A
SIMON, apretando los dientes)
“¿Es
verdad esto? ¡Contesta!”
JUDITH
“¡Si,
si lo es!”
SOREL
(Abalanzándose
sobre SIMON y zarandeándole con fuerza)
“¡Canalla!“
JUDITH
(Cruzándose
entre los dos.)
“¡No
le pegues! Es... ¡¡¡tu padre!!!”.
(Comprueba
de reojo la situación del sofá y se deja caer en él como muerta.
MYRA, JACKIE,
RICHARD
y SANDY están muy Juntos, en un rincón, mudos de terror.)
TELON
ACTO
TERCERO
Domingo
por la mañana. Son las diez. Hay una mesa preparada en el centro,
con varios platos para el desayuno.
(Aparece
SANDY en el rellano de la escalera. Después de comprobar que no
hay nadie, baja decidido. Se sirve rápidamente huevos,
mantequilla y café. Se sienta, come deprisa, mirando a todos
lados con ansiedad. En el piso se oye un portazo que casi le ahoga
del sobresalto. Se recobra, se come una tostada. De pronto aguza el
oído. Oye pasos que se acercan y se precipita a la biblioteca
llevándose la taza. Baja JACKIE tímidamente. Tiene aspecto de
cansancio y de susto. Se acerca a la ventana y se queda un momento
contemplando la lluvia. Después se sirve una taza de café. Se
sienta en la mesa, coloca la taza ante ella y la contempla. Hace
un esfuerzo por comer, pero no lo consigue. Llora
silenciosamente, sorbiéndose las lagrimas. SANDY abre con
precaución la puerta de la biblioteca, asoma la cabeza; ve a
JACKIE. Esta da un grito.
Entra
SANDY)
JACKIE
Ah, es
usted... Me había asustado.
SANDY
¿Qué
le ocurre?
(Sentándose
a su lado)
Vamos,
no llore
JACKIE
Es esta
casa... Me altera los nervios...
SANDY
No me
sorprende... ¿Después de lo de anoche?
JACKIE
¿Qué
hacía usted en la biblioteca?
SANDY
Me
escondía. Oí pasos y temí que fuera alguien de familia.
JACKIE
Me
arrepiento de haber venido. No he podido pegar ojo. Mi cuarto está
lleno de dragones que trepan por las paredes.
SANDY
¿Dragones?
JACKIE
Me
alojaron en cuarto japonés. Todo es japonés allí, incluso la cama.
SANDY
¡Qué
horror!
JACKIE
(Tras
asegurarse que no viene nadie)
Desde
luego, son unos perturbados.
SANDY
Lo mismo
pienso yo.
JACKIE
El señor
Bliss me ha invitado y no se ha ocupado de mí ni un solo instante.
Ayer, apenas llegué, me dirigí a su estudio. ¿Cómo piensa que me
recibió? Me miró de arriba abajo y dijo “¿Qué diablos hace
usted aquí? ¿Quién es usted?
SANDY
¿Había
olvidado su invitación?
JACKIE
Poco
después hizo memoria. Entonces bajamos a tomar el té y me olvidó
definitivamente.
SANDY
¿Está
en serio prometida con Simón?
JACKIE
(Rompiendo
en amargo llanto)
¿Espero
que no...?
SANDY
Sin
embargo ayer lo estaba.
JACKIE
También
usted con Sorel.
SANDY
Nada
de eso. Aclaramos enseguida la situación.
JACKIE
Todavía
no comprendo lo que sucedió. Nos encontrábamos en el jardín. Simón
estaba muy cariñoso conmigo. De pronto me beso y echó a correr
hacia la casa. Le oí decir que éramos novios, me obligó a entrar y
Judith, la loca madre, me rogó que hiciera feliz a su hijo...
SANDY
Exactamente,
lo mismo me ocurrió con Sorel. Menos mal que es una chica
comprensiva.
JACKIE
La
odio. Estuvo muy grosera conmigo durante aquel maldito juego.
SANDY
De
todos modos, es más normal que el reto de la familia.
JACKIE
No
mucho más.
SANDY
(Hipando)
¡Hip!
JACKIE
¿Qué
le pasa?
SANDY
Me
ha entrado hipo... ¡Hip! He comido demasiado deprisa.
JACKIE
Contenga
la respiración.
(Cuenta
en voz alta. SANDY está congestionado)
Todo
lo que pueda.
SANDY
No
puedo aguantar más... ¡Hip!
JACKIE
Coma
un terrón de azúcar... ¡Pobre! Da una sensación horrible,
¿verdad?
SANDY
Atroz...
¡Hip!
SANDY
Una tía
mía sufrió de hipo durante dos días..., sin parar...
SANDY
¡Pobre
señora...! ¡Hip!
JACKIE
Lo
probó todo...
SANDY
¿Y
qué?
JACKIE
Se
murió.
SANDY
¡Hip!
¡Hip...! ¡Caray! Espero que el mío tenga mejor desenlace... ¡Qué
fastidio!
JACKIE
¿Por
qué no prueba a beber un vaso de agua por el lado opuesto? Creo que
da muy buen resultado.
SANDY
No
la entiendo.
JACKIE
Si;
colocando los labios al otro lado del vaso... Es decir en el sentido
opuesto al normal... Le enseñare...
(Busca
agua)
Naturalmente,
no hay agua.
SANDY
Quizá
sirva el café.
JACKIE
Podemos
probar.
(Llena
una taza)
Cuidado...
¡Viene alguien!
SANDY
Solo
faltaba eso... ¡Hip!
JACKIE
Pronto.
Coja la taza. Entraremos en la biblioteca.
SANDY
No
olvide el azúcar... Acaso lo necesite... ¡Hip...! ¡Dios mío!
JACKIE
¡Dése
prisa!
(Entran
el la biblioteca. Baja RICHARD cautelosamente. Mira a su alrededor
con visible ansiedad. Se tranquiliza al comprobar que no hay
nadie. Se acerca al barómetro y lo mira. El barómetro cae al
suelo. Lo recoge y lo deja rápido sobre el piano. Se sirve café,
toma unas tostadas y se sienta en la mesa.
Aparece
MYRA en el rellano de la escalera, muy elegante)
MYRA
Buenos
días.
RICHARD
¡Ah!
Buenos días, señorita Arundell.
MYRA
¿Hemos
sido los primeros en levantarnos?
RICHARD
No
sé...
MYRA
(Mirando
por la ventana)
¡Que
lata de lluvia! ¿Dónde está el barómetro?
RICHARD
Sobre
el piano.
MYRA
Extraño
sitio para el barómetro.
RICHARD
Lo
he tocado apenas... y se ha caído. Se diría que estaba allí para
eso.
MYRA
¿Quiere
huevos, jamón, foie-gras...?
RICHARD
Foie-gras,
gracias.
MYRA
Tomaré
lo mismo. No tengo espíritu de iniciativa esta mañana.
(Le
sirve y se sirve)
¿No
ha visto a nadie todavía?
RICHARD
No.
MYRA
Tal
vez podamos estar un rato tranquilos.
RICHARD
¿Es
la primera vez que viene aquí?
MYRA
¡Y
la última!
RICHARD
No
me encuentro nada bien. Me duele todo el cuerpo. He pasado toda la
noche en el cuarto del depósito del agua caliente.
MYRA
¡Pobre
señor Greatham!
RICHARD
La
única ventana ha resistido todos mis esfuerzos. Me parecía estar
tomando el baño turco... Para colmo las cañerías hacían mil
ruidos extraños...
MYRA
(Buscando
en la mesa)
¡Vaya
no hay azúcar!
RICHARD
Llamaré.
MYRA
Dudo
que sirva de algo, pero pruebe.
RICHARD
E.E. (Llama
repetidas veces con el timbre, sin resultado alguno. No funciona.
Lo deja y, entonces le timbre cae al suelo y luego suena. Se vuelve
a sentar)
¿Es
que toda la familia desayuna en la cama?
MYRA
No
tengo ni idea, ni me importa saberlo.
RICHARD
Son
gente rara, ¿no cree?
MYRA
¿Rara?
Es usted muy indulgente, señor Greatham.
(Entra
Clara)
CLARA
¿Qué
desean?
MYRA
Falta
el azúcar.
CLARA
Tiene
que estar. Acabo de traerlo.
MYRA
Si
claro. Tiene, entonces, la amabilidad de decirme donde...
CLARA
(Buscando)
Es
curioso... Habría jurado que lo entré con la bandeja.
MYRA
¿Se
ha convencido?
CLARA
(Mirando
con recelo a RICHARD)
Si,
ya veo... Alguien lo ha escondido.
MYRA
¿Puede
traer más?
CLARA
Claro
que puedo traer más.
(Señalando
RICHARD con un dedo)
Pero
no me equivoco. Alguien lo ha escondido.
(Sale)
MYRA
Esa
mujer, debe encontrarse más a sus anchas en el camerino de una
actriz que en una casa particular.
RICHARD
¿Estaba
a su servicio ciando Judith actuaba?
MYRA
Desde
luego. ¿Que otra cosa puede justificar su presencia aquí?
RICHARD
Indudablemente,
se permite cierta liberta de lenguaje...
MYRA
Ese
foie-gras está incomible.
RICHARD
Tiene
razón. Es un asco.
CLARA
(Entra
con una gran azucarera, que deja de mal talante sobre la mesa)
Más
Azúcar.
MYRA
Gracias.
CLARA
Lástima
que llueva. Habrían podido ir a divertirse al rió.
E.E. (De
la biblioteca, llega un ruido de vajilla rota, seguida de un grito)
¿Qué
ha siso eso?
(Abre
la puerta)
¡Salgan
de ahí! ¿Qué estaban haciendo?
(Aparecen
JACKIE Y SANDY)
SANDY
Hola,
buenos días... Creo... que hemos roto una taza...
CLARA
¿Estaba
llena?
SANDY
Si.
CLARA
(Corriendo
a la biblioteca)
¡Dios
bendito! ¡Me habrán manchado toda la alfombra!
SANDY
Yo
tengo la culpa. Lo siento.
CLARA
(Volviendo)
¿Cómo
ha sucedido?
JACKIE
El
señor Tyrell tenía hipo... y yo le enseñaba la manera de beber por
el lado opuesto...
MYRA
¡Qué
ocurrencia!
CLARA
Menos
mal que era la vajilla ordinaria... para ciertos huéspedes.
SANDY
¡Toma!
Pues se me ha pasado el hipo.
JACKIE
¡Que
suerte! Habrá sido de la impresión.
SANDY
(Que
se ha acercado a la ventana)
¿No
saben? Está diluviando.
MYRA
Noticia
fresca. Hace horas.
RICHARD
Señorita
Arundell... ¿Qué planes tiene usted para hoy?
MYRA
Uno
solo, pero firme: tomar el primer tren para Londres.
RICHARD
Permítame
que la acompañe. No me siento con fuerzas para resistir otro día
como el de ayer.
JACKIE
¡Ni
yo!
SANDY
Entonces,
larguémonos todos. En seguida.
RICHARD
¿No
será una grosería?
MYRA
Claro
que sí. Usted y la señorita Coryton deben quedarse.
JACKIE
¿Porqué
nosotros?
MYRA
(A
RICHARD)
Llame
a Clara... Tenemos que informarnos de a que hora hay un tren.
(RICHARD
palmea)
RICHARD
¿Tardará
mucho en preparar el equipaje?
MYRA
No
se preocupe. Lo tengo ya listo.
CLARA
(Entrando)
¿Qué
pasa ahora?
MYRA
Por
favor, ¿puede indicarnos la hora de salida del próximo tren?
CLARA
¿Para
Londres?
MYRA
Para
Londres.
CLARA
¿Esta
mañana?
MYRA
Si,
esta mañana.
CLARA
No
me digan. ¿Será posible la alegría de verlos marchar a todos?
MYRA
El
señor Greatham y yo tenemos precisión de hallarnos en Londres para
el almuerzo.
CLARA
¿Qué
hora es?
RICHARD
Las
once menos veinte.
CLARA
¡Vaya!
Pues han perdido el de las diez y media. El próximo pasa a las doce
y treinta y dos.
RICHARD
¡Qué
contrariedad!
CLARA
Y
es un correo.
(Sale)
SANDY
Señorita
Coryton, ¿quiere que la lleve en mi coche?
JACKIE
¡Cuánto
se lo agradecería!
MYRA
¿Cabemos
todos?
SANDY
No
olvide que sería una grosería que nos fuéramos todos a la vez.
Usted y el señor Greatham deben esperar el tren.
RICHARD
Señor
Tyrell, apelo a sus sentimientos humanitarios...
MYRA
¡Se
lo suplicamos señor Tyrell!
SANDY
(Ablandándose)
Bueno,
me perece que apretándonos un poco...
MYRA
Muchísimas
gracias.
JACKIE
¿Cuando
nos vamos?
SANDY
Tan
pronto como estén ustedes preparadas.
JACKIE
(A
MYRA)
Habrá
que darle una propina a Clara, ¿no cree?
MYRA
No
sé.
(A
RICHARD)
¿Qué
opina usted?
RICHARD
Apenas
la he visto desde que llegué.
SANDY
Veamos...
¿qué les parece diez chelines?
JACKIE
¿Cada
uno?
MYRA
Es
excesivo.
RICHARD
Creo
que lo más equitativo es darle una libra entre todos.
MYRA
Muy
bien. Désela usted, mientras nosotras subimos a arreglarnos.
RICHARD
¿Por
qué yo?
MYRA
Un
diplomático sabe hacer las cosas con más tacto. Vamos, Jackie.
(Suben
y salen)
SANDY
(Saliendo
por el jardín)
Voy
a sacar el coche. Dense prisa.
RICHARD
Oigan,
no me abandonen...
(Le
han dejado solo. Pasea preocupado por la habitación. Entra Clara
con una bandeja)
CLARA
¿A
que juegan ustedes? ¿Al escondite?
RICHARD
Han
ido a prepararse. Salimos dentro de diez minutos en el corre del
señor Tyrell.
CLARA
¿Así,
de pronto?
RICHARD
Me
han encargado..., ¡Hum!, bueno, ahí tiene.
(Le
da el dinero)
De
parte de todos... Con nuestro agradecimiento.
CLARA
(Sorprendida)
Es
usted un encanto... No hay por qué estarme agradecida.
RICHARD
Le
hemos obligado a un trabajo extra...
CLARA
Sucede
a menudo. Cada fin de semana se llena la casa de gente molesta.
RICHARD
Bueno...
Adiós, Clara... Hasta la vista.
(Sube
corriendo al piso)
CLARA
(Recoge
las tazas y los platos)
“Hasta
la vista”. Como todos... Y no se les ve más el pelo... Es un
caballero fino... ¿A quién me recuerda...? Ah, si. A Hamlet.
JUDITH
(Bajando)
Buenos
días, Clara. ¿Han llegado los periódicos?
CLARA
Si...
Voy a recogerlos.
(Sale
y regresa con los periódicos, que entrega a Judith)
JUDITH
Muchas
gracias, cariño... Clara, has olvidado mi jugo de naranja.
CLARA
No,
tesoro. Lo tengo en la cocina.
(Sale.
JUDITH abre el “Times”, por la página teatral, naturalmente.
SOREL baja y besa a su madre)
SOREL
Buenos
días, mamá.
JUDITH
Hola,
cielo. Escucha esto, Sorel: “Nuestro objetivo localizó el martes,
en un palco del Haymarket, a la gran Judith Bliss, más fascinadora
que nunca”. ¡Qué mentirosos son estos periodistas! El martes
estaba horrible.
SOREL
El
martes, estabas adorable, mamá.
(Se
sirve café. Entra CLARA con el jugo de naranja)
CLARA
Tu
jugo de naranja.
(Pone
el vaso ante JUDITH)
¿Has
visto lo que pone en el "Express”?
JUDITH
Querrás
decir en el “Times”, Clara.
SOREL
(Leyendo)
“Hemos
visto a la encantadora y brillante Judith Bliss. ¿No es acaso el
nombre de la más adorable de las mujeres y al mismo tiempo
irresistible de nuestras actrices?”
JUDITH
(Cogiendo
el periódico)
¡Querido
“Express”! Siempre con sus juveniles arrebatos.
CLARA
Si
queréis más café, llamáis.
(Sale)
SOREL
Mamá,
me gustaría estar tendida en una playa tropical, entre palmeras,
cocoteros y tortugas gigantes.
JUDITH
(Absorta
en la lectura)
¡Que
sueño tan divino, nena! Cuéntaselo a tu padre. A lo mejor, saca un
guión para el cine.
SOREL
¿Sabes
donde están los demás?
JUDITH
Es
verdad... No, no tengo idea... Mary Sanders ha tenido otro fracaso.
SOREL
Debe
estar acostumbrada.
SIMON
(Baja
corriendo con un dibujo en la mano)
Hola,
mamá.
(La
besa)
Mira.
¿Te gusta? Acabo de terminarlo ahora mismo.
(SOREL
se acerca)
JUDITH
Es
un primor, Simón. Fíjate Sorel, que preciosidad de olla ha dibujado
tu hermano.
SIMON
¡Qué
poco fisonomista eres, mamá! No es una olla. Es Elena Carson.
JUDITH
¡Huy,
es verdad! Es curioso. No me había fijado que Elena tiene cara de
olla.
SOREL
(Divertida)
Mándasela.
Nos reiremos.
JUDITH
¡Qué
talento tiene mi hijo!
SIMON
Mamá,
por Dios...
JUDITH
Estoy
muy orgullosa de vosotros, hijos míos. Cuando pienso que hace unos
pocos años erais todavía unos niños..., que os paseaba en
cochecito, con vuestras chichoneras, tan tiernos y sonrosaditos...
(Se
suena la nariz conmovida por los recuerdos)
SOREL
Mamá,
me parece que tu no nos has paseado nunca en cochecito.
JUDITH
¿Bueno
y qué? Pero no hay duda de que estaríais tiernos y sonrosaditos.
DAVID
(Baja
agitando unos folios con gran entusiasmo)
¡Eureka!
¡Lo termine!
JUDITH
¿El
qué, amor mío?
DAVID
Esa
porquería de novela. Acabo de ponerle la palabra “fin”.
JUDITH
¿Has
terminado “La Pecadora”?
DAVID
En
efecto ¿Te creías que no iba a poder con ella? Pues ahí la tenéis.
¡Trescientas páginas!
JUDITH
¡Qué
grata noticia! ¿Verdad hijitos?
(SOREL
y SIMON saltan de alegría)
Tienes
que leérnosla enseguida, David. Ahora mismo.
DAVID
Os
leeré el último capítulo. Lo tengo aquí.
JUDITH
Adelante.
Te escuchamos.
(Sigue
un silencio que coincide, desdichadamente para este, con la entrada
de SANDY por el jardín. Al advertirles reunidos, su primer impulso
es retroceder, huir. Luego se detiene y, al fin, armándose de
valor, se dirige a la escalera, pegándose a la pared.
SANDY
Buenos
días...
(Sube
los escalones de dos en dos y desaparece)
JUDITH
(Soñadora)
Yo
he visto esa cara en alguna otra parte...,
(Es
todo lo que dice referente a SANDY)
DAVID
(Que
ha preparado sus folios)
¿Estáis
preparados? ¿Recodáis que Violeta enfermó en París?
JUDITH
Si
querido. La mermelada, Simón.
DAVID
Bien.
Proseguiré desde aquel punto.
JUDITH
Excelente
idea.
DAVID
(Leyendo)
“París
en primavera. Los Campos Elíseos brillan al sol. A su alrededor,
todo es una sonrisa. Niños vestidos de azul y blanco –los colores
del cielo-, juegan en los bellos jardines...”
SIMON
(A
SOREL, en voz baja)
¿Qué
le ha pasado al barómetro?
DAVID
(Enfurruñado)
Deja
en paz al barómetro.
JUDITH
No
te enfades, amor mío.
DAVID
Mira,
Simón. Te callas ó te vas a tu cuarto.
SIMON
Perdona,
papá.
DAVID
Está
bien, pero que no se repita.
(Reanuda
la lectura)
“...
en lo bellos jardines. Las calles atestadas de vehículos en marcha,
el “¡Taxi, taxi!” de los transeúntes apresurados...”
JUDITH
Me
gusta ese “¡Taxi, taxi!”
DAVID
¡Vuelta
a empezar!
JUDITH
¿Qué
ocurre ahora?
DAVID
Va
para dos veces que se me interrumpe. Primero Simón, y ahora tú,
para decirme que te gusta ese “¡Taxi, taxi”!
JUDITH
Es
la verdad.
DAVID
Me
pregunto que puede haber de particular en un vulgar ¡”Taxi, taxi”!
JUDITH
Es
realismo, querido. Suena a película italiana.
DAVID
Si
no te callas, acabaré por quitarlo.
SIMON
Tiene
razón mamá. Es bonito eso de ¡”Taxi, taxi”!
(Imita
a una persona llamando un taxi)
DAVID
¡Basta!
Lo borro.
(Coge
el lápiz. Los demás se oponen)
SOREL
No,
papá; no lo hagas.
DAVID
Entonces,
silencio. Prosigo “... las calles atestadas de vehículos en
marcha, el
¡”Taxi,
taxi”! de los transeúntes apresurados...” ¿Qué pasa?
JUDITH
Nadie
ha respirado.
DAVID
¡Ah!
(Leyendo)
“los
coches parecen mezclarse a los demás rumores callejeros para
componer el fantástico tumulto que podríamos llamar “La melodía
de París”. Jane Septon, conduciendo su “Ferrari” de color
rojo, entraba en la plaza de la Concordia por la calle San
Honorato...”
JUDITH
¡Eso
es imposible!
DAVID
¿Por
qué?
JUDITH
La
calle San Honorato no tiene salida a la Plaza de la Concordia.
DAVID
Si
tiene.
JUDITH
Te
digo que no.
SOREL
Te
confundes con la calle Boissy d’Anglais, papá.
DAVID
Ni
por lo más remoto.
JUDITH
David,
querido, no seas obstinado.
DAVID
¿Pero
es que creéis que yo no conozco París también como vosotros?
SIMON
¿Qué
importancia tiene ese detalle? Además, puede que Papá tenga razón.
SOREL
Papá,
no tiene razón.
DAVID
Come,
Sorel. Te aprovechará más que decir tonterías.
JUDITH
No
seas testarudo, David. Sería un síntoma de chochez.
DAVID
(Emperrado)
“París
en invierno. Jane Septon conduciendo su Ferrari de color rojo,
entraba en la plaza de la Concordia por la calle de San Honorato...”
JUDITH
¡Qué
ridiculez! ¿Por qué no lo cambias?
DAVID
Porque
es exacto. La calle San Honorato, sale a la plaza de la Concordia.
JUDITH
Está
bien, David. Te haré ver tu error. ¡Dadme un plano de París!
DAVID
No
lo necesito. Esta es la calle Real...
(Es
la bandeja de la mantequilla)
Aquí
está el Hotel Crillón...
(Es
el tarro de la mermelada)
Y
esta es la calle de San Honorato...
(Un
cuchillo)
JUDITH
¡Ja!
¡Esa es la calle Boissy d’Anglais!
DAVID
No,
señor. La Boissy d’Anglais cruza paralela a la calle de Rívoli.
JUDITH
¿Paralela?
¡Mi pobre David, que ensalada estás haciendo!
DAVID
(Pegando
un puñetazo en la mesa)
¡No
estoy haciendo ninguna ensalada!
JUDITH
No
grites. Agravas tu caso de demencia.
DAVID
Grito
porque tengo razón.
SIMON
Pero
dejadle que crea lo que quiera. ¿Qué más os da?
JUDITH
De
ninguna manera. Me sublevan estas pequeñeces. Revelan un espíritu
mezquino.
DAVID
Me
importa un bledo lo que tú creas.
JUDITH
Si
te pones vulgar, yo me retiro.
DAVID
Al
fin una buena idea.
JUDITH
(Ofendida)
¡David!
SOREL
(Conciliadora)
Papá,
de veras. Mamá tiene razón. Esa es la calle Boissy d’Anglais.
SIMON
Tú
cállate.
SOREL
Cállate
tú, animal impertinente.
SIMON
Quieres
dártela de sabia y, en el fondo no eres más que una burra.
SOREL
¡Repite
eso!
SIMON
¡Burra,
burra!
JUDITH
Juro
por todos mis antepasados, David, que estás en un error.
DAVID
Puedes
jurar por lo que te de la gana. La razón está de mi parte.
SIMON
¡Qué
porfiada eres mamá! Como si no supieras que con papá no se puede
discutir.
SOREL
¿Ah,
no? ¿Por qué?
SIMON
Porque
es terco como una mula. Igual que tú.
DAVID
¡Judith!
¿Consientes que tu hijo me insulte?
JUDITH
¡Mi
hijo! También lo es tuyo.
DAVID
Acabaré
por dudarlo
JUDITH
(Llorando
de rabia)
¡David!
¡David! ¡Es demasiado!
SIMON
(Consolándola)
Papá,
¿cómo puedes tratarla así?
DAVID
(Tirando
los folios al suelo)
En
lo que me quede de vida volveré a leeros una obra mía. No os
interesáis por mi trabajo. Que lo que escriba sea un éxito o un
fracaso, poco os importa.
JUDITH
Tu
fracaso es seguro si te empeñas en llenar tus novelas de absurdos.
DAVID
Yo
no soy absurdo.
JUDITH
Lo
eres. Y, además, tienes mal carácter, estás mimado y empiezas a
chochear.
DAVID
Es
fantástico... ¡Estoy mimado! ¿Y por quién, vamos a ver? No será
por vosotros, que sois la familia más insoportable del mundo.
JUDITH
Si
tan insoportables no encuentras, ¿por qué no te marchas a vivir a
otra parte?
DAVID
Ese
es el agradecimiento...
JUDITH
¿Agradecimiento?
¿A qué santo? ¿Pero vosotros oís, hijos míos? ¡Este hombre me
vuelve loca!
DAVID
Loca
lo estás hace tiempo. Te han vuelto loca todos esos imbéciles que
te rondan diciéndote que eres un portento, cuando solo fuiste una
cómica ramplona y exagerada.
JUDITH
¿Ramplona,
yo? ¡Y me lo dice un autor de novelas rosas!
SOREL
Mamá,
siéntate. No te pongas histérica.
SIMON
(Se
levanta y pasa un brazo por el hombro de su madre)
¿Cómo
te atreves a hablar a mamá en ese tono?
JUDITH
¡Eso
más, Dios mío! ¡También mi hija contra mí!
DAVID
Deja
de representar. No estás en el teatro.
JUDITH
¡Representar!
Eso creéis siempre, que finjo. Cuando mi corazón derrama lagrimas
de sangre....
DAVID
¡Y
un cuerno...!
(Entre
tanto en larga y silenciosa fila, RICHARD, MYRA, JACKIE, y SANDY,
cargados de maletas y a paso de lobo, bajan los escalones y van
saliendo al jardín, sin que nadie se fije en ellos)
JUDITH
¿Cómo
puedes ser tan despiadado conmigo, David?
DAVID
Mi
benevolencia es para quién la merece.
SOREL
¡Basta,
papá!
JUDITH
¡Es
espantoso! ¡Yo me muero!
SOREL
Vamos,
mamá. Tampoco es para ponerse así...
SIMON
La
calle de San Honorato sale a...
DAVID
(Golpeando
la mesa con la bandeja de la mantequilla)
¡Plaza
de la Concordia!
JUDITH
Veinticinco
años de matrimonio y hasta ahora no descubro la mezquindad...
E.E. (La
puerta del jardín se cierra con estrépito detrás del último de
lo evadidos)
(Una
pausa mortal)
E.E. (Seguidamente
se oye el ruido de un motor al ponerse en marcha)
¿Qué
ha sido eso?
(SIMON
y SOREL, corren a la ventana)
SOREL
¡Nuestros
invitados!
SIMON
¡Se
están marchando todos!
JUDITH
(Sentándose)
¡Señor,
como está el mundo! Hay personas que desconocen en absoluto las
buenas maneras.
DAVID
(Sentándose
también)
Verdaderamente,
¿dónde se habrá educando esa gente?
(Pausa)
JUDITH
Ven,
Sorel; termina tu desayuno.
SOREL
Si,
mamaíta.
(Se
sienta)
SIMON
Sorel,
cariño, ¿quieres pasarme un poco de pan?
SOREL
Toma,
hermanito mío.
JUDITH
David,
tesoro, me muero de ganas de conocer el final de tu novela.
DAVID
(Recogiendo
los folios)
Estoy
seguro que os gustará... Sigo...
(Leyendo)
“Jane
Sentón, conduciendo su Ferrari de color rojo, entraba en la plaza de
la Concordia por la calle de San Honorato...”
(Clava
en ellos una mirada de desafío a través de sus gafas. JUDITH y
SOREL se miran resignadamente y siguen comiendo, imperturbables,
mientras cae definitivamente el
TELON
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