Encarnación y Holofernes de Benjamín Gavarre Silva Son casi las seis de la tarde, la hora la marca un reloj viejo que se puede distinguir con facilidad. La luz se filtra por una ventanita. Es el cuarto de planchar pero también el cuarto de trebejos. María Encarnación, una mujer de unos veinticinco años, está planchando una camisa en el burro de planchar. La camisa, visiblemente arrugada es blanca, es de hombre y es de una talla que corresponde a un hombre grande o tal vez un hombre obeso. Encarnación plancha con pericia el cuello, los hombros... los puños... Y repite cada vez que termina una parte... Encarnación. — "Para que no se arrugue"... El cuello, los hombros... los puños... Siguen las mangas, el frente... Encarnación reflexiona. Mira al reloj y respira con cierta ansiedad. Deja la plancha, y mira la camisa... Repite: Encarnación. — ...el cuello, los hombros, los puños... Me falt...