LOS ROBOTS Y EL IMPERIO Isaac Asimov EL DESCENDIENTE 1 Gladia tanteó el césped para asegurarse de que no estaba demasiado húmedo y a continuación se sentó. Ajustó la presión en el control de la reposera de forma que le permitió quedar medio tumbada, y otro control activó el campo diamagnético que le proporcionó la sensación de absoluto relajamiento. ¿Y por qué no? En realidad estaba flotando a un centímetro por encima de la lona. Era una noche cálida y agradable, fragante y estrellada, el tipo de noche que era lo mejor de Aurora... Con una sensación de tristeza contempló la multitud de chispitas de luz que formaban dibujos en el cielo, chispitas hoy más brillantes porque había ordenado rebajar la iluminación de su vivienda. Cómo podía ser, se preguntó, que en las veintitrés décadas de su vida nunca hubiera aprendido los nombres de las estrellas ni hubiera sabido distinguir una de otra. Una de ellas era la estrella alrededor de la cual orbitaba su planeta natal...