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domingo, 21 de octubre de 2018

La Fiaca RICARDO TALESNIK

La 
Fiaca 


RICARDO TALESNIK 




PERSONAJES 


Néstor 
Marta 
Madre 
Peralta 
Jáuregui 
Balbiani 




Noche del domingo. Marta en la cama con el control remoto en la mano 
mira un programa de TV que está finalizando. El sonido es suave e 
ininteligible. Néstor Mira por una ventana. Comienza el programa de fútbol 
Néstor mira hacia la TV con desgano, piensa un segundo y vuelve a mirar 
hacia la ventana. Marta baja el volumen. 

Marta: ¿No vas a ver el fútbol? 

Néstor: No..., hoy, no. (Ella lo mira con extrañeza.) 

Marta: ¿No te acostás? 

Néstor: Sí, ya voy... (Marta lo mira y apaga la tele.) 

Marta: ¿Hasta mañana? 

Néstor: Chau. 

(Marta lo nota raro Pero se dispone a dormir. El ambiente queda con 
luz tenue. Néstor va lento a la cama y se sienta. Enciende su luz y se quita 
las pantuflas. Levanta una, la observa, juega con ella infantilmente, como 
si fuera un avioncito y la deja. Sigue sentado, pensando. Gira como 
para decirle algo a Marta, pero no. Apoya medio cuerpo en el respaldo y 
se come las uñas. Mira el reloj. Piensa. Lo vuelve a mirar. Baja de la 
cama. Se pasea inquieto. Reflexiona, mueve los labios. Imagina, 
argumenta, seconvence, se arrepiente, recuerda, titubea, y al fin, se decide. 
Va a la cama. Lento, trascendental, desprograma la alarma del reloj y lo 
guarda. Se acuesta para dormir pero se incorpora enseguida. Toma el 
reloj, programa de nuevo la alarma y lo deja a la vista. Satisfecho, apoya 
la cabeza en la almohada y apaga la luz. Tiempo. Claridad de la mañana. 
Suena el despertador Néstor despierta sobresaltado. Cuando está por 
mascullar la puteada de rutina, recuerda. Sonríe y detiene la alarma, 
encantado. Apoya la cabeza en la almohada. Trata de superar su 

excitación para saborear el momento. Sonríe y cierra los ojos. Marta 
despierta.) 

Marta: ¿Qué hacés? 

Néstor (abre los ojos, inquieto, pero se impone naturalidad): Nada. Aquí 

estoy. 

Marta: ¿Qué hora es? 

Néstor: Las siete y cinco. 

Marta: ¿No te levantás? 

Néstor (firme, sin mirarla): No... (Se aclara la garganta.) No me levanto. 

Marta (se incorpora): ¿Cómo? 

Néstor (aparenta resolución y serenidad): Que no me levanto. 

Marta: ¿Que no...? ¿Cómo que no te levantás...? 

Néstor: No tengo ganas. 

Marta (para sí, desconcertada): Ganas... 

Néstor: No tengo ganas de ir a trabajar. 

Marta: ¡Me estás cargando! 

Néstor: No, en serio: no voy a la oficina. 

Marta (le sigue el juego): ¿Ah, sí...? ¿Y por qué? 

Néstor: Porque tengo fiaca. 

Marta (sonriendo): ¿Fiaca? 

Néstor: ¡Si, señor! 

Marta (seria, tranquila): Dale, Néstor, levantate que vas a llegar tarde en 

serio. (Va hacia un supuesto baño.) 
Néstor: ¡Tengo fiaca en serio! 

Marta (se detiene y vuelve): ¿Qué te pasa, Néstor? ¿Qué te agarró? 
Néstor: ¡Fiaca, ¿no te digo?! ¡No tengo ganas de ir y listo: no voy! 
Marta: ¿Así porque sí? 
Néstor: Ni más ni menos. 
Marta (nerviosa): Son las siete y cuarto, Néstor. ¡Vas a llegar tarde! 
Néstor: No, no voy a llegar tarde..., porque no pienso llegar. 
Marta: ¿Y qué vas a decir? 
Néstor: ¿A quién? 
Marta: ¿Como a quién? ¿No pensás avisar? 
Néstor: No. 
Marta: ¿Te volviste loco? ¿Qué te pasa? 
Néstor: Nada, Marta, nada... No tengo ganas de ir a trabajar... ¡No es para 


tanto! 
Marta: Decime la verdad, Néstor, ¿te sentís mal? 
Néstor: Escuchame, Marta... 
Marta: ¡Levantate, Néstor, por favor! 
Néstor (suave): Vení, Martíta, oíme... (Marta se acerca con 


recelo.) Escucháme bien: no tengo ganas de ir a trabajar, tengo fiaca... ¿Tan 
grave te parece? 
Marta: No te pasó nunca. Es la primera vez... 


Néstor (sonriente): Y bueno, algún día tenía que ser. 
Marta (se aparta brusca): ¡Vos tenés algo! (Va al teléfono) ¡Yo llamo a la 
oficina para que te manden el médico! 


Néstor (agresivo): ¡Ni se te ocurra! (Marta se detiene impresionada. 
Menos agresivo.) Me siento mejor que nunca. No tengo nada más que 
fiaca... ¿entendés? Fiaca. 

Marta (angustiada): ¡Nunca tuviste fiaca! 

Néstor: ¡Bueno, hoy tengo! 

Marta: ¡No puede ser! 

Néstor: ¡Ahora no tengo derecho a tener fiaca! 

Marta: ¡Mirá la hora, Néstor! ¡Levantate! 

Néstor (señalando un lugar junto a él): Vení, vení acá... (La toma de 
una mano y suave la hace sentar cerca de él.) Mirá, Marta... anoche me 
puse a pensar. Me sentía... ¿cómo te podría decir? Estaba un poco 
cansado... (Se toca la cabeza.) De aquí, ¿sabés...? Como sin ganas de 
nada... Es como si estuviera aburrido, no sé... Me puse a pensar y de 
repente dije: ¿qué pasa si mañana no voy a la oficina? ¿Eh? ¿Qué hay? ¿No 
tengo derecho yo? No quiero ir a la oficina y listo, no voy. Tengo fiaca. Sí, 
fiaca. ¡Y cuando uno tiene fiaca, tiene fiaca...! ¿Qué tal? Néstor Vignale 
falta porque sí, porque se le dan las ganas. (Entusiasmado.) ¡No me vas a 
negar que es algo nuevo, distinto! ¡Un lunes en la cama, nada menos que 
un lunes, un lunes a la mañana! ¿Te das cuenta lo que significa? 

(Larga pausa. Néstor se acuesta. Marta perdida, no sabe si enojarse 

o tratar de comprenderlo) 
Marta (tímida): Nunca hiciste esto. Hace ocho años que estás en Globalnot 
y no faltaste un solo día... 
Néstor: Y bueno...Hoy es el primero. 
Marta: Pero... si no avisás o te justificás de alguna manera te lo van a 


descontar. 
Néstor: No importa. 
Marta: ¡Es un día de sueldo! 
Néstor: ¿Sabés cuánto es un día de sueldo? 
Marta: Sí, 40 pesos. 
Néstor: ¡No! ¡Sacando los descuentos son 30 pesos con cuarenta 


centavos! ¡Tengo que levantarme a las 7 de la mañana por 30 pesos con 

cuarenta, afeitarme, lavarme los dientes, vestirme de saco y corbata, salir a 
la calle, mirar los autos de los demás, meterme en el subte, llegar a la 
oficina, saludar sonriendo a gente que no trago, soportar los chistes 
imbéciles de Fontana. ¡¿Todo por 30 pesos con cuarenta?! No, no vale la 
pena. 

Marta (tenaz): Con 30 pesos con cuarenta comemos dos días. 
Néstor: Por 30 pesos con cuarenta no voy a dejar de darme un gusto. 
Marta (se descontrola): Por lo menos avisá, llamá, ¡decí algo! 
Néstor: No, ni pienso. 
Marta (mira la hora, se desespera, se para): Las siete y veinte. 


¡Néstor! (Néstor bosteza y se acomoda.) ¡Está por salirte el aumento! ¿Te 
acordás? ¡El aumento! 
Néstor: ¡Bah, que se lo metan en el culo! 
Marta: ¡Hace dos años que estamos esperándolo! 


Néstor: Año más, año menos... 
Marta: ¡No te lo van dar! ¡Con el concepto que tienen de vos! ¿Te 
imaginás lo que va a pensar el gerente? 


Néstor (natural): Sí. Va a pensar en él, en una casa más grande, un auto 


más nuevo, ropa, viajes... 
Marta: ¡Es una pesadilla! (Angustiada.) Néstor... Oíme. Decime una 
cosa..., por favor... ¿Por qué hacés esto, eh? ¿Por qué? 


Néstor: Porque tengo fiaca. 


Marta: ¡Si claro...! ¡Yo entiendo muy bien...! ¡Me parece perfecto...! 
Pero...¿Por qué no avisas? 
Néstor: Porque si aviso no tiene gracia. 
Marta: ¿Eh? 
Néstor: Sería lo mismo que si fuera a trabajar. 



Marta: ¿Cómo lo mismo? 
Néstor: Me quedo porque sí, porque se me dan las ganas, ¿entendés? Lo 
decidí yo mismo, yo solito. Yo soy mi jefe, mi gerente, mi patrón, mi 
dueño, todo. Y no tengo que pedirle permiso a nadie. Yo me mando y me 
obedezco: "A ver, Néstor, hoy se me queda en la cama." "Sí, señor Néstor, 
cómo no." "Ché, Néstor, lea los chistes del diario." "Como usted diga, 
señor Néstor." (Nota la mirada de Marta.) Te crees que estoy chiflado, 


¡eh! (Una carcajada y enseguida, serio, la mira fijo.) ¿Sabés una cosa? 
Nunca hicimos el amor un lunes a la mañana... (Trata de tocarla.) 
Marta (retrocede): ¿Qué cosa? 
Néstor: Claro. Siempre de noche. De mañana únicamente algún domingo 


que otro. Pero en días hábiles... (Aparta las cobijas y trata de 
agarrarla.) Marta: ¡Dejame, querés! ¡Lo único que faltaba! 
Néstor (la desea, sonriente): Vení, acostate... 
Marta: ¡Estás loco, Néstor! 
Néstor: Vení, sé buenita... 
Marta: ¡Pero...! ¡Cómo se te ocurre que...! 
Néstor: ¡Eh! ¡Al fin y al cabo soy tu marido, ¿no? 
Marta: ¡Néstor, tenés que avisar! 


Néstor: Es un día hábil, de mañana... (Acentuando.) ¡Un lunes! 
Marta: Bueno, está bien... (Néstor, contento, le hace lugar) Pero antes 
llamás a la oficina. 


Néstor (se tapa): Ya está: ¡se me fueron las ganas! 
Marta: Aunque sea llamálo a Peralta... ¡Él puede avisar en Personal! 
Néstor: ¡Je, Peralta! Ve un jefe y llora... 
Marta: ¡Inventamos algo...! ¡Cualquier cosa...! ¡Él repite lo que le 


decimos, y listo! (Néstor resopla, toma el diario, lee cubriéndose la 
cara.) ¡A Peralta! ¡Nada más que a Peralta! 

Néstor (sin bajar el diario): Ni que me torturen. 

Marta: ¡Néstor, no tenés derecho! ¡Yo también trabajo! ¡A la mañana en la 
casa, a la tarde en la oficina! 

Néstor (baja el diario): ¡Ya lo sé! ¡Ya lo sé! (Sube el diario.) 

Marta: ¡Hay gente que se muere de hambre por falta de trabajo! 

Néstor (baja el diario, angustiado): ¡Golpes bajos no, eh! (Sube el diario.) 

Marta: ¡Hoy en día no se juega con el trabajo, Néstor! ¡Hay miles de 
personas haciendo cola para ocupar tu lugar! ¡Y la empresa lo sabe! ¡No 
hay nadie imprescindible! 

Néstor (deja el diario, baja de la cama. Con pasión): ¡Por eso mismo hago 
fiaca! ¡Porque en cualquier momento me dan una patada en el culo, porque 
entre los dos ganamos nada más que para sobrevivir y no podernos pensar 
en ahorrar ni en tener un hijo ni en...! ¡El futuro no existe, Marta! ¡Mirá, los 
esclavos vivían mejor que nosotros! ¡Por lo menos tenían techo y comida 
asegurados! ¡Ahora no te cagan a latigazos pero te maltratan de otra 
manera y te morís antes de tiempo por el stress, la incertidumbre, la 
inseguridad, el desamparo y cuando estás enfermo, viejo o las dos cosas 
juntas no podés comprarte los remedios ni tener un médico como la 
gente! ¡Decime si esto no es esclavitud! ¡Y encima te hablan de 
democracia, justicia y libertad! (Feroz.) ¡¡¡¡Tengo fiaca!!!!(Se acuesta con 
furia. Toma el diario, lo hojea, brusco. Marta suspira, busca prendas en el 
placard) ¡Uy, mirá, un aviso de Globalnot, mi querida empresa! 
¡Globalnot! ¡Ja, una página entera! ¡Mirá la guita que gastan en 
publicidad! (Arranca un trocito de aviso.) ¡Con un cachito así podríamos 
pasarnos un mes en Bariloche! (Lo arroja al aire y arranca otro.) ¡Alquilar 
un departamento más grande! (Arranca y arroja.) ¡Comprar un auto, una 
moto! ¡Una "noubuk", pilchas, vestidos, zapatos, videocámaras, qué sé 
yo...! (Con el último pedazo de diario en la mano.) ¡Tomá, comprate lo que 
quieras! (Se ríe de su propio chiste y se baja de la cama.)¡Globalnot! ¡Mirá 
el nombre boludo que le fueron a poner! (Se encoge de hombros. Comienza 
a hacer gimnasia. Marta que se está vistiendo, recoge los pedazos de 
diario esquivando los brazos de Néstor .y los tira fuera de escena.) ¡Y un y 
dos y tres y cuatro! ¡Y cinco y seis y siete y ocho! (Marta lo mira y hace un 
gesto al cielo.) ¡Y un y dos y tres y cuatro! Y, (Hace algunos ejercicios 

más y se detiene dolorido.) ¡La pucha que estoy duro! (Se masajea, 
jadeante.) De chico era una goma. ¡Y claro, todo el día en esa oficina de 
mierda! 

Marta (irónica): ¿El señor va a tomar café o se le ocurre algo especial en 
este día? 

Néstor: No sé... después veo. Primero me voy a dar un lindo bañito... 

Marta: Muy bien, señor. Yo tengo que ir a comprar algo al 
súper. (Busca una prenda. Néstor le entorpece el camino.) Permiso. 

Néstor (se aparta, sigue con la gimnasia): Si hago quince minutos de 
ejercicios todas las mañanas... 

Marta (se detiene): ¿Todas las mañanas? 

Néstor (dando saltitos): ¡Claro... para agarrar estado! 

Marta (alarmada): ¡Si, sí, claro! 

Néstor (busca alguna muda limpia en el placard): Ahora, un lindo baño de 
inmersión..., bien tranquilo, sin apuro... Dejá la cama como está, 
eh...Después me acuesto otra vez. 

Marta (simulando normalidad): Está bien. 

(Néstor sale al baño. Marta resignada va a la puerta.) 

Néstor (reaparece enseguida, mima la ejecución de una trompeta 
mientras imita el sonido de anuncio triunfal): ¡Atención, estimado 
público!, (Marta no alcanzó a salir) ¡Hoy es día no laborable! ¡No se 
trabaja! ¡Lo decreta Néstor Vignale! Hoy es el día de... (Piensa) ¡El día de 
la fiaca! (Ríe y vuelve al baño con la mano "haciendo" la trompeta. Imita 
una marchita marcial. Marta lo mira con asombro y preocupación. ) 

APAGÓN 

II 


Marta, en la pequeña cocina, prepara una comida. Viene Néstor del 
baño. La mira y sonríe satisfecho. 

Néstor: Gracias por tu apoyo, Martita. Sos una gran compañera (Suspira, 
y se zambulle en la cama. Breve pausa. Mira a Marta con intención) 

Vení... 

Marta (suave, sonriente): No, tengo que hacer... 
Néstor: Dale, vení un ratito. 
Marta: ¿No ves que no puedo? 
Néstor: Sos rutinaria, ¿eh?... Si no es de noche... 
Marta: Está bien, está bien. Termino con esto y voy... ¿Sí? 
Néstor: Y... si no hay más remedio. (Pausa.) Che, Marta... 
Marta: ¿Qué? 
Néstor: ¿Sabés de qué tengo ganas? 
Marta: ¿De qué? 
Néstor (divertido, infantil): Quiero el termómetro. 
Marta: ¿Eh? 
Néstor: El termómetro... para tomarme la fiebre. 
Marta: ¿Te sentís mal? 
Néstor: No, pero recién me acordaba de cuando era chico, estaba resfriado 


y me quedaba en la cama. ¡Qué lindo...! Me ponían el termómetro, me 


hacían té, me compraban revistas, figuritas... ¿Me ponés el termómetro? 

Marta (disimula su estupor): Sí... claro que sí. ¿Por qué no? Después lo 
busco... 

Néstor: ¡Faltaba al colegio, escuchaba la radio, miraba la tele, dormía hasta 
las doce, comía en la cama... ¡Linda época! (Como si hablara de 
otra persona.) De chico quería ser médico... 

Marta (Paciente, continúa su quehacer): Si, me contaste... 

Néstor (alto, pero más para sí que para ella): Una vez me regalaron una 
jeringa... Me pasaba el día en el baño. Llenaba la jeringa con agua y le daba 
inyecciones a la tapa del inodoro.., la anestesiaba para operarla... Pensaba 
todas las noches... Me imaginaba muy alto, con el pelo canoso, 
poniéndome los guantes para operar. Salía de la sala de operaciones y había 
un montón de mujeres esperando para agradecerme... ¡Me pedían 
autógrafos! (Se levanta, abre el placard, se mira al espejo.) ¡Ni canas me 
salieron!(Marta lo mira sorprendida.) Seguro que me voy a quedar 
pelado... (Se mira de arriba a abajo.) ¡El doctor Vignale! (Cierra el 
placard) ¡Ma qué doctor! (Va a la cama) ¡Un pelado cualquiera! (Se 
acuesta). 

(Marta lo mira comprensiva, va a su lado, le acaricia la cabeza, le besa 
la frente y cuando gira para volver a la cocina, Néstor la retiene de un 
brazo. Con la mano libre, corno clavando una aguja, apunta y la golpea en 
la cola.) 

Marta (se toca, dolorida, forzadamente cariñosa): ¡Qué haces, loco! 

Néstor (divertido): ¡El doctor Vignale inyecta! (Marta va a la cocina, 
se masajea con disgusto. Néstor ríe sin alegría. Mira el reloj.) Las diez y 
media... (Piensa, se inquieta, pero se impone disfrutar.) Di Croce debe 
estar levantándose para ir al baño. Fontana lo tiene de 
punto. (Imitando.) “Ché, riñón, ¿vas a cumplir con la patria?” La Bertone 
se muere de risa... ¡bah, ella siempre se ríe! Peralta le dice de usted. ¡Pobre 
Peralta, tan respetuoso, tan educado, tan limpito...! (Decae.) Están todos 
sentados, cada uno en su escritorio... (Sobreponiéndose.) ¡En cambio yo...! 
¡Aquí me tenés, acostado como un rey...! (Se mira.) En pijama, bien 
cómodo, tranquilito... (Abatido.) Le tiene un terror a la Chancha... 

Marta (por fórmula): ¿Quién? 

Néstor: Peralta. Vive pendiente del jefe. ¡Este Peralta...! Ni una arruguita, 
ni una manchita, calladito... (Marta se encoge de hombros. 
Néstor luchando.) ¡Ja! ¡Si tengo ganas me rasco! (Lo hace.) ¡O leo el 
diario! (Lo toma, lo agita en el aire y lo tira.) Y si quiero gritar, (muy 
fuerte) ¡grito! (Marta, a punto de reaccionar, se domina.) ¡No pienso 
afeitarme! 

Marta (bajito, excitada): Los vecinos, Néstor. 

Néstor (fuerte): ¡Que se mueran! ¡No me importa nada! ¡Aquí no me vigila 
nadie...! ¡No, señor! ¡Yo hago lo que se me da la gana y se acabó! (Imita en 
distintos tonos.) "Guarda la Chancha", "Ojo con la Chancha". (Enérgico.) 
¡No, eso no corre conmigo! 

Marta (asustada): ¡Enseguida te traigo el termómetro! (Lo busca.) 

Néstor (autoritario): ¡Muy bien, así me gusta! (Se para sobre la 
cama.) ¡Y ahora se me dan las ganas de pararme y me paro! ¿Estarnos? 

Marta: ¡Está bien, Néstor, no hay problema! 

Néstor (Se cruza de brazos, yergue la cabeza): ¡Ahí está...! 
¿Y? (Desafiante.) ¿Quién me dice algo...? ¡Además tengo ganas de 
caminar! (Salta de la cama.) ¡Y camino, ca-mi-no, ca-mi-no! ¡Qué tanto! 

Marta: Tomá, tomá el termómetro. 

Néstor (la mira, autoritario): ¡Esperá un momento! (Piensa.) ¡Me acuesto 
porque quiero! ¡¿Está claro?! (Lo hace.) ¡Y me ponés el termómetro! 
(Marta obedece rápido. Se lo pone en la axila. Néstor sonríe, sosegado.) 
Ah... el termómetro... (Juguetea con los pies.) Ay... qué lindo... 

Marta (Se acerca con suavidad): ¿Entonces..., a la tarde no vas a la 
oficina? 

Néstor (mimoso): No..., me quedo. (Espontáneo.) ¿Por qué no faltas vos 
también? 

Marta: No. Yo tengo que ir a trabajar... (Lo acaricia, seductora.) Yo no 
puedo faltar, sabés... 

Néstor (se acerca, muy a gusto): Claro, claro... 

Marta: No es nada fácil encontrar un puesto tan bueno como el mío. 
Tengo que cuidarlo... 


Néstor (la acaricia): Por supuesto... 
Marta: Hay que tener en cuenta que cualquier cosa que pase... no sé, una 
desgracia en tu trabajo, qué se yo... Aunque mi sueldo no alcance para 
cubrir todos los gastos... 


Néstor (la abraza y besa): Sí..., vos tenés que ir a trabajar. 
Marta (tensa, disimulando su fastidio): Es... es lo que te decía. 
Néstor (se echa sobre ella): No podes faltar: hoy es lunes. Y los lunes no 


se falta... ¿no es cierto? 
Marta (trata de zafar con suavidad): No. Ahora tengo que... 
Néstor: ¡No, quedáte así! Estás muy linda... Hoy es lunes... (Le acaricia 


los pechos, le besa el cuello.) Lunes a la mañana... (Le besa la 
boca.) Nunca, un lunes a la mañana... Nunca. 

APAGÓN 

III 


Néstor acostado. La Madre de pie, con una mano sobre la frente de 
aquel. Está excitada, se mueve mucho y habla muy rápido. Néstor algo 
tenso, prevenido. Marta, a medio vestir, alejada, expectante. 

Madre (retira la mano, a Marta): No, fiebre no tiene. 

Néstor (por Marta): Estoy seguro que te hizo venir ella. 

Marta (rápida): ¿Se da cuenta, señora? 

Madre: Claro, ¡como tu madre nunca viene a visitar a su nuera! 

Néstor (sin mirar a la Madre, echa resentidas miradas a Marta): ¡Seguro 
que te llamó! 

Madre: ¡Querés terminarla, por favor! ¡Ya tiene bastante la pobre 
chica! ¡Menos mal que se me ocurrió venir! 

Néstor (bajito): Seguro, seguro. 

Madre (lo mira y sacude la cabeza): ¿Esto es lo que yo te enseñé...? 
¿Eh? ¡Contestame! (Néstor juguetea con el cubrecama.) ¡Tantos años de 
lucha! ¿Y para qué? ¿Para que me pagues de este modo? ¡Faltando al 
trabajo como un vago cualquiera...! (Néstor no contesta. La Madre se mira 
con Marta, quien le hace señas para que siga.) No quiso entrar a la 
facultad...¡quería emplearse! Le faltaba un año para terminar la secundaria, 
pero... 

Néstor (tímido pero claro): Casi dos. 

Madre (a Néstor, fastidiada): ¡Bueno! ¡Lo que sea! (a Marta.) Yo no le 
dije nada. ¡Yo no soy de esas madres que les están encima a los 
hijos! ¿Quería trabajar? Muy bien, que trabaje. Se dio el gusto..., cambió de 
empleo como cien veces. "Este no me gusta... Aquí me tratan mal... En 
aquél me pagan poco... Son muchas horas..." ¡Nadie más que yo sabe los 

sacrificios que tuve que hacer para conseguirlo...! ¡Pero... era mi hijo, mi 
único hijo... y no me fijé en nada! (Marta le señala a Néstor para que 
se dirija a él. A Néstor.) ¿Y ahora..., vos me hacés esto? (Néstor, igual.) 

Marta (atreviéndose): ¡Néstor! ¡Te habla tu madre! 

Madre: ¿Te parece bien? 

Néstor (encoge los hombros y muestra las palmas): ¡Y...! 

Madre: ¿Eso es todo lo que podes decir? (Néstor pone cara de “que se 
le va a hacer”.) ¿Vos sabes cuántas personas desearían tener un puesto 
como el tuyo? 

Néstor (extrañado): ¿Muchas? 

Madre: ¡Una empresa tan importante, tan conocida! ¡Vos viste los avisos 
que pasan por televisión! 

Marta: ¡Si esta mañana él mismo me mostró uno que salió en el diario! 

Madre: ¡Ahí tenés! ¿Vos te creés que hay muchas firmas tan seguras como 
ésa? Hum, tendrías que ver a otras madres... ¡Cuando les digo que mi hijo 
trabaja en Globalnot se les cae la cara de envidia! 

Marta (hace señas vivísimas a la Madre): Si por lo menos avisara que va a 
ir mañana a la mañana. 

Madre: Martita tiene razón. ¿Qué te cuesta llamar por teléfono? 

Néstor (juega con la sábana; señalando a Marta con la cabeza): Ella 
sabe... 

Marta (controlándose menos): ¿Ve? ¡No hay nada que hacer! ¡El señor 
tiene fiaca! 

Madre (escandalizada): ¡Fiaca! ¡Dios me libre y guarde! ¡Si pudiera oírlo 
el padre — que en paz descanse —. ¡En treinta años de trabajo no faltó ni 
una sola vez! ¡Con fiebre, con dolores, descompuesto... aunque sea 
arrastrándose! ¡Pero iba! Y siempre decía... 

Marta (interrumpe, temiendo una evocación contraproducente): No, si es 
inútil... ¡Ya se va a arrepentir cuando lo echen! 

Madre (contrariada por la interrupción, pero aguijoneada por los 
gestos de Marta): No, no lo van a echar por un día que falte... pero el 
concepto... 

Marta: ¿Que no lo van a echar? ¿Sabe una cosa, señora? ¡Le comunico 
que su hijo no piensa ir a trabajar mañana tampoco! 

Madre (sacudida): ¡¿Eh?! (Néstor se inquieta.) 

Marta: ¡Vamos...! ¡Decile...! ¡Dale...! 

Néstor (con la cabeza gacha, nerviosísimo, débilmente): ¿Que le diga qué 
cosa? 

Marta (implacable): Lo que me dijiste antes. Eso de que ibas a hacer 
gimnasia todas las mañanas. 

Madre (trémula): ¿Gimnasia.., todas las... mañanas? 

Néstor: Y sí... ¿qué tiene de malo? Un poco de gimnasia antes de ir a 
trabajar. 

Marta: No. ¡Lo dijiste pensando que no ibas a ir! 

Néstor (mueca que pretende ser sonrisa): ¡Mirá si...! (Mira a una y a 
la otra.) ¡Vos qué sabés...! ¡Ja...! ¡Ahora es adivina! 

Madre (trágica): ¿No vas a ir mañana? 

Néstor (la cabeza baja): No sé... (La mira pidiendo comprensión.) No sé, 
mamá... Si tengo esta fiaca... 

Madre: No. Mi hijo no puede hacerme esto... (Néstor baja la cabeza, 
se encierra en sí mismo.) ¡Néstor...! ¡Nene... por favor!(Néstor aprieta 
los puños, decidido a resistir.) ¡Vas a perder el puesto! ¡Ya no tenés veinte 
años.., todo es más difícil! ¡Dios mío... mi hijo! ¡Mi único hijo y 
desocupado...! ¿Qué te pasa, Néstor? ¿Por qué hacés esto? 

Néstor (crispado, ronco, contenido): ¡Porque tengo fiaca! 

Madre: ¡Son diez años de trabajo, nene! ¿Me oís...? ¡Están por aumentarte 
el sueldo! ¡Es un puesto bueno..., muy bueno! ¡Yo te necesito! ¡La pensión 
que me dejó tu padre no me alcanza para nada! ¡Acordate! 

Marta: ¡Tenés mujer, una casa! 

Madre: ¡Yo soy vieja, nene, tengo artrosis, no puedo dejar de darme las 
inyecciones! ¡¿Qué hago si no puedo pagar el cable?! 

Marta: ¡Mi sueldo gracias si alcanza para la comida! ¡Hay que pagar el 
alquiler, los créditos, las...! 

Madre: ¡Pensá en tu porvenir! ¡El país está mejorando, hay que tener fe! 

Marta: ¡No hay que perder la esperanza! 

Madre: ¡Es cuestión de esperar, de tener paciencia! 

Marta: ¡Es tu madre, Néstor... mirála! 

Madre: ¡Soy tu madre, nene! ¡Decime, decime que mañana vas a trabajar! 

Marta: ¡Decíselo, Néstor, contestá! ¡Decile que mañana vas ! (Néstor, 
sigue encerrado en sí mismo). 

Madre (va al teléfono, heroica): ¡Yo llamo a la oficina, llamo a la oficina, 
ya mismo! 

Néstor (estalla de pie sobre la cama): ¡¡¡¡¡¡ Si tocas ese teléfono yo hago 
un desastre!!!!!! (La Madre se congela. Marta atónita. Néstor, 
muy exaltado, las observa al acecho.) 

Madre (dramática): ¡Quiere matarme! ¡Quiere matar a su madre! 

Néstor: ¡¡¡¡Andate!!!! ¡¡¡Sacame esa voz y esa cara de adelante!!! ¡¡¡¡¡No 
quiero verte ni oírte nunca más!!!!!! 

Madre (trágica, llorando): ¡¡¡¡Lo tuve en esta panza, le limpié su caca, le 
di mi leche y ahora me echa como si fuera su enemiga!!!(Se va 
llorando. Marta reprime su indignación; va rápido a la cocina. ) 

Néstor (agrandado): ¡Así que la llamaste! (Marta no responde. Se 
dispone a preparar la mesa con bronca.) ¡Por lo que te sirvió! Hum, ¿qué 
se pensaron? ¿Que iban a convencerme así nomás? Se la imaginaban más 
fácil, eh... Se llevaron una linda sorpresa, ¡Sí, señor...! ¡Una linda 
sorpresa! Muy bien, así me gusta ¡Cuanto menos hablés, mejor...! ¡Y 
quiero comer en la cama! ¿Me entendés bien? ¡En la cama! (Se acuesta. 

Marta amaga una reacción, se controla y obedece: Trae una bandeja. 
Néstor apoya la bandeja sobre sus piernas) Eso es: ¡bien calladita! ¡Y en 
cuanto esté la comida me la servís! ¿Estamos? (Marta va a la cocina, 
mordiéndose los labios. Néstor mira la hora) Ya están por salir corriendo 
para almorzar... Si no se apuran se quedan sin asiento... (Se acomoda 
morosamente) Y yo morfando en la cama... ¡Y en camiseta! (Seco.) ¿Falta 
mucho? (Marta, esperando que se caliente la comida, no contesta.) Bah, 
¿qué apuro tengo? (Imagina y ríe forzado.) ¡Todos en el mostrador, codo 
contra codo! (Haciendo la acción.) ¡Cortás y chocás! ¡Cortás y 
chocás! (Ríe. Recuerda algo. Toma el diario y lo coloca a un costado de la 
bandeja.) ¡Je, quién iba a decir! ¡Un lunes al mediodía! (Severo.) ¿Qué 
hiciste de comer? (Marta igual.) Está bien, está bien... ¡calladita! (Más 
bajo, conformándose.)Mientras no me hagas una salchicha con 
puré... (Imitando al que atiende en el bar) ¡Sale una salchicha con puré! (A 
Marta.) ¡No, por favor! ¡Ni tampoco pesceto al horno con 
papas! (Imitando.) ¡Sale un pesceto! (Se angustia. A Marta.) ¡No, pesceto 
no! ¡Ni milanesaconpapasfritas! (Muy angustiado y acelerado.) ¡Ni 
bifeconensalada! ¡Ni matambreconrusa! ¡¡¡Basta, basta de jamóncocidocon 
pickles,colchóndearverjas, tortillaalaespañola, panquequededulcedeleche, 
flanconcrema, duraznoenalmíbar!!! (De pie sobre la cama, furioso) 
¡¡¡Bastaaaaaaaaaa!!! 

APAGÓN 

IV 


Néstor acostado muy cómodo, con las manos cruzadas debajo de la cabeza, 
dormita sereno. Suena el timbre. Algo sobresaltado, se levanta y va a la 
puerta. Abre. 

Néstor (con alegre sorpresa): ¡Peralta! (Es vacilante, inseguro, con 
permanente expresión de asombro.) 
Peralta (lo mira de arriba a abajo): ¿Cómo estás? 
Néstor (satisfecho y despreocupado) ¡Fantástico! ¿Qué hacés por aquí? 
Peralta: Vine a ver cómo estabas... Como faltaste así, sin avisar... 
Néstor: Te llamó mi mujer, ¿no? 
Peralta: Esteee... No, lo que... 
Néstor: ¿Lo comentaste con alguien? 
Peralta: ¡No, con nadie! 


Néstor: Pasá, pasá... 
Peralta (entra): Un minuto... Me hice una escapada, sabés... (Mira su 
reloj) Tengo que entrar dentro de un ratito... 


Néstor (natural): ¿Me lo vas a decir a mí...? ¿No comiste? 
Peralta: Si... una porción de .pizza... Si no, no hacía a tiempo. 
Néstor (jovial): ¡No era para tanto! 
Peralta (siempre hurgándolo con la mirada): ¡Y... qué se yo! 
Néstor (le alcanza una silla): Sentate. 
Peralta (lo hace) ¿Tu mujer ya se fue al trabajo? 



Néstor: Sí. (Se zambulle en la cama.) 
Peralta (pausa; con la boca abierta): ¿Qué te pasó? 
Néstor: Nada... Me agarró fiaca. 
Peralta (pasmado): ¿Qué cosa? 
Néstor: Fiaca. 
Peralta: Ah, claro... (Traga saliva. Pausa.) Estee... ¿te duele algo? 
Néstor: No, viejo. Ya te dije: tengo fiaca. 
Peralta: No, yo digo... como te metés en la cama... 
Néstor: ¡Y... la fiaca! 
Peralta: Te agarró así... ¿de golpe? 
Néstor: Más o menos. 
Peralta (pausa): En la oficina se comentó mucho. 
Néstor (sonriente): Me imagino. 
Peralta: Como es la primera vez que faltás... La Chancha anduvo 


preguntando. 
Néstor (seriamente comprensivo): Lógico. 
Peralta (no puede creer que Néstor no se alarme): Se te puede armar una 


podrida bárbara. 
Néstor (sin inmutarse): ¿Te parece? 
Peralta: Digo yo, no sé... Como faltaste sin avisar... así... porque sí 


nomás... 
Néstor (ufano): ¡Y bueno... qué se le va a hacer! 
Peralta: En una de ésas te mandan el médico y... ¿te imaginás? 
Néstor: Claro, claro. 



Peralta: Para mí que se te arma. 
Néstor (igual): ¡En fin! Vamos a ver qué pasa. 
Peralta (se para): Bueno. 
Néstor: ¿Ya te vas? 
Peralta (mira su reloj): Si. Por ahí demora el colectivo y... 
Néstor (sale de la cama, serio, sugerente): ¿Nunca faltaste un lunes? 
Peralta (escandalizado): ¡No! 
Néstor (se acerca): Tenés que probar. Tiene un gustito de lindo... Todo 


cambia, se transforma... 
Peralta (inquieto pero interesado): ¿Se... transforma? 
Néstor (necesita alguien con quien compartir la gran aventura): Sí. ¡Todas 


las cosas te resultan distintas, nuevas... cualquier pavada, eh! La ves de otra 
forma... Las sábanas, la ventana... El reloj, el diario, los cigarrillos... Hasta 
tu cara te parece diferente: ¡Te miras en el espejo y sos otro tipo! 

Peralta (muy interesado): ¡No me digas! 
Néstor: Pero tenés que saborearlo con tiempo. El domingo a la noche te 
acostás y decís: mañana no me levanto nada, me da fiaca 
levantarme...Entonces, agarrás y ponés el despertador para que suene — no 
te olvidés de esto que es muy importante —... Después te dormís lo más 
tranquilo. A la mañana suena el despertador. El brazo se te mueve solo. 


Cuando estás por putear, te acordás. ¡Qué placer, viejo! ¡Lo paras, te tapas 
bien, y seguís durmiendo! (Nota el efecto de sus palabras.) ¿Qué tal? 
Peralta (deslumbrado): ¿Y después.., después qué se siente? 
Néstor: Te sentís más liviano... ¿Viste cuando tomas algo efervescente 


para eructar? Bueno... ¡Igualito, igualito! 
Peralta: ¿No te da miedo? 
Néstor: ¿Vos tenés miedo cuando eructás? 
Peralta (hace memoria): No. 



Néstor: Y bueno. 
Peralta: Y no... ¿No te acordás de la Chancha? 
Néstor: Para nada. 
Peralta: Este... ¿Y no pensás en el trabajo pendiente? 
Néstor (carcajada irónica): ¡Dale Peralta...! ¿A vos te interesa tu trabajo? 
Peralta (cohibido): No, la verdad que no... 
Néstor: ¡Entonces...! (Cálido.) Decime... ¿Qué te gustaría hacer? 
Peralta: ¿Cómo? 
Néstor: ¿Cuál es la cosa que más te gustaría hacer? 
Peralta (avergonzado y al fin): Bailar... 
Néstor (entusiasta): ¡Sensacional, flaco! ¡Eso si que vale la pena! 
Peralta (sonriente): ¿Te parece? 
Néstor: ¡Seguro! 
Peralta: Lo que pasa es que... No sé bailar. 
Néstor: ¿Nunca trataste de aprender? 
Peralta: Bueno... Una vez fui a un lugar... Pero me resultaba muy difícil, 


no le agarraba la mano...Además me salía muy caro y entonces... 
Néstor: ¡Haberlo sabido antes...! ¡Yo te puedo enseñar! 
Peralta (encantado): ¿Si? 
Néstor: ¡Claro! 
Peralta: Y decime... ¿Sabés todos los bailes? (Néstor asiente ampuloso.) 
Néstor: ¿A vos cuál te gusta? 
Peralta (con pudor): El tango... 
Néstor: ¡Sensacional! 



Peralta (entusiasmado): ¡¿Sabés bailar el tango?! 

Néstor (fanfarrón): ¡Seguro! 

Peralta: ¡Qué grande! 

Néstor: ¡Esperá! (Busca en algún lugar.) 

Peralta: ¿Qué vas a hacer? 

Néstor: ¡Enseñarte! (Saca un CD y lo pone en un reproductor.) 

Peralta (mira la hora y se preocupa. Sin convicción, con voz 
emocionada): ¡Es tardísimo! ¡Ya no llego ni...! 

Néstor: ¡No importa... llegas tarde y listo! 

Peralta: ¡No, viejo, la Chancha me va a...! (Suena un tango. Peralta 
hipnotizado.) 

Néstor: ¡Escuchá, escuchá qué tango! 

Peralta (olvidándose de todo, fascinado): ¡Qué divino! 

Néstor: Fijate, mirá lo que hago. Y uno y dos y tres y cuatro... Y uno y dos 
y tres y cuatro... ¿Ves? Con la música... siguiendo el compás... ¿Ves qué 
fácil...? Y uno y dos y tres y cuatro... Dale, hace lo mismo que yo... 
(Peralta se muere de ganas, pero no se atreve) ¡Dale! (Peralta lo 
imita grotesco.) ¡Eso, eso...! ¡Muy bien...! Y uno y dos y tres y cuatro... Y 
uno y dos y tres y cuatro... ¡Bien...! ¡Muy bien! (Poniéndose delante de 
Peralta.) Bueno, ahora hacé de cuenta que soy una mujer. (Peralta lo 
mira escandalizado. Néstor más cerca.) ¡Dale, agarrame! (Peralta 
se avergüenza) ¡Dale, Peralta, sin miedo! (Le toma una mano, y con la 
otra, coloca la de Peralta en su cintura) ¡Vamos... bailá! (Peralta se anima 
un poco.) ¡Así, así...! ¡Bien, Peralta, bien...! ¡Muy bien! (Peralta, 
arrebatado, baila con toda seriedad.) ¡Bárbaro, Peralta...! ¡Dale, seguí...! 
¡Seguí así! 

Peralta: ¡Ché, tan difícil no es! 

Néstor: ¿Viste? 

Peralta (para y mira la hora): ¡Uy, Dios, mirá la hora! ¡La Chancha me 
mata! (Corre a la puerta.) ¡Chau, chau, Vignale! 

Néstor (sonriente, le grita sin moverse de su lugar): ¡A que de chico te 
gustaba jugar a algo! 

Peralta (paralizado con la mano en el picaporte. Vuelve lentamente su 
cabeza): ¿Cómo? 

Néstor (detiene la música): De chico... ¿a qué te gustaba jugar? 

Peralta (atrapado): ¿De chico...? (Olvida la hora. Le brillan los 
ojos. Recuerda) ¡Ja... de chico...! 

Néstor (En esta escena debe haber mucha improvisación y 
más desarrollo): Yo hacía toda la banda. Yo era el jefe: Clark Wilson, y los 
secuaces: Chiquito Jones, Ricky Sands y Tom Parker. Tenemos que asaltar 
el Banco de Chicago. (Como los chicos cuando juegan solos, 
diferenciando cada personaje. Acento de series dobladas al español.) Bien, 
allí está el Banco. ¿Están listos, muchachos? Okey, jefe, cuando quiera. Tú 
por allí, Chiquito. Tú, Ricky, por atrás. ¡Sígueme, Tom! ¡Ya! ("Corren" 
para "entrar" en el banco.) ¡Nadie se mueva! (Hace el ruido y el gesto 
de disparar hacia arriba.) ¡Todo el mundo al suelo! (Una seña a 
los "secuaces".)¡Al trabajo, muchachos! (Frente al "cajero" con la voz de 
un secuaz.) ¡Quieta esa mano, "maderfaquer" y abre la caja! (Guarda el 
dinero en el maletín. Se "convierte" en Clark.) ¡Rápido, 
muchachos! (Ayuda a llenar maletines.) ¡¿Tú qué miras, hijo de 
perra?! (Los "muchachos" embolsan mientras el jefe vigila. Hace ruido de 
ametralladora. Se tira al suelo como Clark.) ¡Cuidado, Tom! ¡Estamos 
rodeados! (Como Tom.) Tranquilo, jefe, ¡este es mi deporte 
favorito! (Dispara pero recibe un impacto y cae. Se levanta y es Clark. 
Auxilia al cómplice.) ¡Malditos polizontes! ¡Vamos, Tom, no te 
mueras! (Tom muere.) ¡Oh, Tom, no lo hagas! ¡Tom ha muerto! (Se 
levanta, es Clark.) ¡A la calle, muchachos! (Corre y se detiene.) ¡Estamos 
rodeados! (Hace el ruido de: disparar su arma y el de la ametralladora 
policial. Se oculta tras la cama, dispara y se oculta, haciendo los sonidos. 
Se para.) ¡Ahora sabrán quién es Clark Wilson, polizontes! (Dispara 
furiosamente. Se sacude al recibir varios impactos) ¡Ah, malditos... me 
hirieron! (Suelta el arma y se desploma. Peralta, que siguió fascinado la 
acción, da un salto y se ubica junto a Néstor para disparar con fiereza su 

ametralladora con sonido.) ¡Es un rasguño...! ¡Huye, Charlie! ¡Te juegas el 
pellejo! 
Peralta: ¡No, Clark, moriré a tu lado! (Dispara con sonidos.) 
Néstor: ¡Eres uno de los míos, Charlie! 


Peralta: ¡Ah, cerdos... me dieron! (Muere.) 
Néstor (se arrastra): ¡Charlie...! ¡Ah! (Estira un brazo y "muere" 
sobre Peralta. Permanecen "muertos" unos segundos y luego se levantan 
riendo felices y se palmean.) 


Peralta (embalado): ¡Yo, de chico, agarraba el escobillón, me ponía 
delante del espejo y cantaba! (Néstor corre a buscar el escobillón.) 

Néstor: ¡Tomá! 
Peralta (lo recibe con gran alegría. Como si fuera un micrófono. Es un 
cantante): A continuación, tengo el gusto de presentarles al destacado 
cantante Rodolfo Peralta... (Saluda, "agradeciendo" aplausos. Canta 
fragmento de un bolero. Sonríe, radiante.) 

Néstor (sincero, conmovido): ¡Bien, Peralta! 
Peralta (plácido, todavía sonriente): La Chancha... (Recordando. 


Más serio.) La Chancha... (Horrorizado, pasándole el escobillón a 
Néstor) ¡La Chancha! 
Néstor (deseando con el alma que se quede): ¡Hacete la rata, Peralta! 
Peralta (titubea): La rata... 
Néstor: Hacé como yo: ¡Faltá! 
Peralta (como un chico): La Chancha me mata si me hago la rata. 
Néstor: ¡Mañana inventas cualquier cosa... dale! 
Peralta: ¿Y qué digo...? Tengo que llevar un certificado... 
Néstor: ¡No, por un día no hace falta! 
Peralta: ¿Y los deberes? ¡Tengo que hacer los deberes! 



Néstor: ¡Qué te importan los deberes! 
Peralta: ¡Eh...! ¡Después me saco insuficiente! 
Néstor: ¡Sos maricón, eh! ¡Mirame a mí, que no tengo miedo! 
Peralta: ¿Y si te expulsan del colegio? 
Néstor: ¡No me importa! 
Peralta (fuera del juego): No, yo no puedo... no me animo... ¿Sabés una 


cosa, Vignale? Yo nunca me hice la rata... 
Néstor: ¡Yo tampoco... hoy es la primera vez...! 
Peralta (mira la hora, a punto de llorar): ¡Se me va a armar una! (Va a 


la puerta.) 
Néstor (lo sigue): ¡No le des el gusto! ¡No vayas! 
Peralta: No me atrevo, Vignale. (Puerilmente asustado.) ¿Qué les digo 


ahora? 
Néstor: ¡No vayás, Peralta... quedate conmigo! 
Peralta (se detiene, exasperado): ¡No puedo, Vignale...! ¡Ayudame, 


inventá algo! ¿Qué le digo a la Chancha? 
Néstor: ¡Te enseño más bailes! 
Peralta (temblando): ¡Tengo miedo, Vignale! ¿No entendés...? ¡Ayudame! 
Néstor: ¡Asaltamos el banco, cantás con el micrófono! 
Peralta (puchereando): ¡La Chancha debe estar hablando de mí...! ¡Dios 


mío, ¿qué me irá a hacer? 


Néstor: ¡Globalnot no existe, Peralta! ¡Hay un potrero! ¡Está lleno de 
chicos jugando a la pelota! 
Peralta (grita): ¡El potrero no está más! ¡Los chicos son tipos corno 


nosotros! ¡Están todos adentro, trabajando! ¡Y yo no estoy en mi 


lugar...! ¿Qué digo, Vignale? ¡Me van a echar...! ¡Me van a echar...! 

Néstor (desesperado): ¡No seas maricón, Peralta! ¡Quedate a jugar 
conmigo! 

Peralta (grita y se larga a llorar): Yo también quiero jugar! ¡Pero no 
puedo, no puedo! (Se abraza a Néstor sollozando.) ¡No puedo hacerme la 
rata! 

Néstor (conmovido, le apoya una mano en la cabeza; sabe que 
deberá seguir solo): Está bien, viejo, está bien... 

Peralta (sosegado): Yo no puedo... 

Néstor: Está bien, ya pasó... 

Peralta (hipando, sonándose con el pañuelo): No hay caso, no puedo... 

Néstor: Bueno, anda... andá. 

Peralta: Chau, Vignale... (Se va.) 

Néstor (triste): Chau, Peralta... 

(Néstor queda inmóvil, mirando la puerta. Luego se vuelve y avanza 
a proscenio. Piensa, vacila, teme. Mira la hora. Se acerca al 
teléfono, titubea, se aparta. Lucha para no ceder. De pronto, se encamina 
decidido a la cama. Se acuesta, enérgico. Incorpora medio cuerpo, 
flexiona las piernas y cruza las manos sobre las rodillas. Mira hacia 
adelante con la cabeza erguida, desafiante. Respira hondo y tararea, con 
los dientes apretados, con ritmo más lento pero vehemente, la marcha que 
"tocó" para entrar al baño cuando decretó "el día de la fiaca".) 

APAGÓN 




Jáuregui, del departamento de recursos humanos de Globalnot, sentado en 
el sillón, recibe la taza de café que Marta le alcanza con gran 
amabilidad. Tiene alrededor de 30 años, traje y corbata, sobrios, camisa 
blanca. Habla de memoria, muy formal, pretende ser cálido, comprensivo. 

Marta (agotada): Si le falta azúcar, dígame. (Se sienta muy cerca.) 

Jáuregui: No, está bien, gracias. (Bebe.) 

Marta: ¡No sé cómo agradecerle! En otro lugar lo hubieran echado al 
primer día... 

Jáuregui: ¡Por favor, señora! El Departamento de Recursos Humanos 
conoce a fondo los problemas, inquietudes y aspiraciones de nuestro 
personal. Tenemos la responsabilidad de comprender todos los errores, 
fallas y desviaciones que, como seres humanos, padecen normalmente. De 
esa manera nos hacemos partícipes, establecemos una relación más cálida, 
menos... digamos comercial. Conseguimos que cada empleado se sienta 
parte de la empresa. Para ellos, Globalnot no es una abstracción, algo frío, 
lejano... no. Se sienten protegidos, amparados... y sienten a la empresa 
como algo propio, casi como un segundo hogar... 

Marta (apabullada): Qué... qué lindo, ¿no? 

Jáuregui: Un empleado ejemplar como su marido debe ser considerado 
muy especialmente. Globalnot no puede abandonarlo en una situación tan 
anormal, tan (no recuerda)... crítica. El objeto de mi visita es orientarlo, 
ayudarlo, recuperarlo para su bien personal y el de la comunidad toda. 

Marta (esperanzada): ¡Dios quiera! 

Jáuregui: Confíe en Globalnot, señora... ¡lo recuperaremos! (Marta, 
emocionada. Jáuregui, silencio comprensivo. Pausa. Con su voz natural) 

¿Salió muy temprano? 

Marta (desorientada por el cambio de tono): ¿Quién? 
Jáuregui: Su marido. 
Marta: Ah, sí, apenas tomó el desayuno... Desde que le agarró esto 


empezó a salir a los pocos días y... Yo al principio le preguntaba adónde 
iba, le pedía por favor que me dijera a qué hora pensaba volver... Pero 
después me cansé. Es como si le hablara a una pared. De repente me dice 
"salgo, chau" y se va... Va jugar al fútbol, al pool... Créame, no tengo más 
fuerzas...Estoy deshecha. 


Jáuregui: No es para menos. Perdóneme, pero tengo que hacerle una 
pregunta un poco... 
Marta: Pregunte, señor Jáuregui... pregúnteme nomás. 


Jáuregui: ¿Antes de que empezara a faltar, cómo se llevaba con su esposo? 
Marta: Bien... Bah, siempre hay algún roce, alguna discusión... 
¡pavadas! pero aparte de eso... 


Jáuregui: ¿Y desde que falta? 
Marta: Bueno... Imagínese, señor Jáuregui. Yo le estuve continuamente 
encima, tratando de convencerlo para que vuelva a trabajar... Pero él como 


si nada, así que... Ya le digo, apenas si nos hablamos. Yo le cocino y... 
¡ah! (Se contiene, cohibida) y... 
Jáuregui: Diga, diga... 
Marta: Este..., bueno, lo único que hace es... 
Jáuregui: Sí, la escucho... 
Marta: ¡Bueno! A cada rato quiere... (Baja la 


cabeza.) Jáuregui (delicado): Ah, sí, sí, claro... 


Marta: ¡Es algo impresionante, señor Jáuregui! (Jáuregui desvía la 
vista, turbado. Ella, incontenible.) Si fuera por él, se pasaría el día... 
Jáuregui (para detenerla): ¡Sí, sí, ya me doy cuenta! 
Marta (resoplando): ¡Es matador! 



Jáuregui (alarmado): ¡Claro, claro! 
(Marta se da cuenta y calla avergonzada. Los dos muy incómodos. 


Silencio espeso. Entra Néstor, desaliñado, en bermudas y remera, 
comiendo una manzana. Despreocupado, tranquilo.) 
Néstor (mira a Marta, luego a Jáuregui, da un mordisco): ¡Buenas! 
Marta: ¡Ah, Néstor! El señor Jáuregui, de Globalnot... 
Néstor (muestra las manos sucias): Perdoná, ¿eh?... ¿Qué tal, cómo andás? 
Jáuregui (de pie): ¿Cómo está, Vignale? 
Marta (inquieta): Siéntese, señor Jáuregui, 
Jáuregui (lo hace): Gracias. (Néstor se sienta sobre la mesa o en el suelo) 
Marta: Néstor, por favor... ¡Sentate bien! 
Jáuregui: Si el hombre está cómodo, ¡déjelo! (Le sonríe a Néstor.) 
Néstor: Así que vos estás en Globalnot... 
Jáuregui (desconcertado): ¿Yo? ¡Sí, sí, claro! 
Néstor: ¿Y qué hacés ahí? 
Jáuregui: Esteee... Pertenezco al Departamento de Recursos Humanos. 
Néstor: ¿Qué tal ? (Guiñándole un ojo.) ¿Lindo trabajo? 
Jáuregui (desorientado): ¿Cómo...? 
Néstor: ¿Cuánto te pagan? 
Jáuregui: ¿Eh? Mire... eso ahora no importa. Vignale, usted es el motivo 


de mi presencia en esta casa... 
Néstor: ¡No me digas! 
Jáuregui: Usted nos preocupa, Vignale. Globalnot no puede permanecer 


indiferente ante su problema y... 



Néstor: ¿Problema? (Se limpia las manos en la camisa.) ¡Yo no tengo 
ningún problema! 

Marta (nerviosa): ¡Sí que los tenés! El señor viene a ayudarte... contale... 

Néstor (la mira y sonríe sin darle importancia. A Jáuregui): ¡Estas 
mujeres! Hacen un drama por cualquier pavada... 

Jáuregui (duda entre sonreír o refutar): Este... Tiene que reconocer que 
faltar tantos días estando perfectamente bien de salud... 

Néstor (natural): Tengo fiaca, "papi". 

Marta: ¿Se da cuenta, señor Jáuregui? 

Jáuregui (se acerca a Néstor y le apoya una mano en el hombro, muy 
en comprensivo): Cuénteme, Vignale... ¿qué le pasa? ¿Tuvo algún 
problema en su sección? 

Néstor: No. 

Jáuregui: ¿Discutió con un compañero? 

Néstor: No. 

Jáuregui: ¿Se tomó alguna medida que le haya molestado? ¿Alguna 
cuestión con un superior? 

Néstor (apoyando una mano en el hombro de Jáuregui): Mirá, nene, creo 
que más claro y simple, imposible. No tengo ganas de laburar. Ya se lo dije 
al doctor cuando vino: "Va a perder el tiempo, doctor... me siento súper 
bien. Lo único que tengo es fiaca" ¡Así que no me rompas más las 
bolas! (Marta asombrada. Jáuregui mudo. A Marta, mientras se echa en 
la cama.) Hoy quiero almorzar bien liviano, ¡eh! A la tarde tengo un 
partido muy bravo. Está bien que juego de arquero, pero... 

Marta (espantada): ¡Néstor! ¡El señor vino especialmente para ayudarte, y 
vos...! 

Jáuregui (la interrumpe, apartándola suavemente): No importa, 
señora. (Se coloca delante de ella, muy cerca de la cama.)Permiso... 
Vignale, Globalnot quiere ayudarlo. Se ha decidido no tener en cuenta los 
diez días de ausencia si usted... 

Néstor (negando con la cabeza): Cht, cht, cht, cht... no hay caso. 


Marta (asomando por detrás de Jáuregui): ¡No tenés derecho! ¡Semejante 
oportunidad! ¿Hasta dónde pensás llegar? 
Jáuregui: ¡Cálmese, señora! (Tratando de que Néstor no lo oiga.) Ya 


vamos a encontrar la solución... 


Marta (desesperada): ¡Es inútil, señor Jáuregui! ¡Nos va a volver locos a 
todos! 
Jáuregui (más nervioso que ella): ¡Cálmese, señora, por favor! 
Marta: ¡No se merece que ustedes hagan todo esto por él! 
Jáuregui (se descontrola): ¡¡¡Cálmese, señora!!! 
Néstor (divertido): ¡Bien, Jáuregui, bien! 
Jáuregui (paciente, la lleva a un rincón y la hace sentar): Permítanos 


charlar un momento, señora... Por favor... (Le hace un gesto de 
aliento, junta valor y adopta una actitud más intima, afectuosa. Se sienta 
en la cama.) Voy a confesarte algo, Vignale... Yo también soy un ser 
humano. 

Néstor: ¿Ah, sí? 
Jáuregui: Muchas veces me sentí desganado, sin voluntad... 
Néstor (rápido): ¡Tuviste fiaca! 
Jáuregui (sincero sin querer): ¡Seguro! 
Néstor: ¡Y claro! 
Jáuregui: ¡No, no, fiaca no! Quiero decir... alguna vez pude haber tenido, 


pero... 


Néstor: ¡Nada! ¡Si la tuviste es porque la sentías, porque te venía de 
adentro! 
Jáuregui: ¡Eeeeh...sí, okey, pero yo primero pensé en mi deber, en mis 


obligaciones! ¡Si uno fuera a hacer todo lo que le viene de adentro! 



Néstor (se levanta): ¡Justamente! ¡Eso es lo que hay que hacer! ¡Lo que se 
siente, lo que a uno más le gusta, hacer lo que se tiene ganas de hacer! 

Jáuregui (de pie): No es tan fácil. Cuando se tiene la responsabilidad de un 
hogar, la obligación de... 

Néstor: ¡Por eso mismo! Si uno no tuviera ninguna obligación... ¡Qué vivo, 
así cualquiera! 

Marta (indignada): ¡Pero mire el coraje! 

Jáuregui (descontrolado, a Marta) ¡Callate! (A Néstor.) ¡Mirá, me estás 
obligando a presentar un informe que te va a costar el puesto! 

Marta: ¡Que lo echen! ¡Sí! ¡Que lo echen de una buena vez! 

Néstor (campechano): ¡Sí, Jáuregui, no te preocupés, dale para adelante 
nomás! ¡Vos cumplí con tu trabajo! 

Jáuregui: ¡Mirá, sos..., sos un... un irresponsable! ¡Hay gente que se mata 
buscando trabajo! ¡Chicos que se mueren de hambre!! ¡No te merecés a tu 
mujer ni al país ni a... ni a la vida! ¡¿A vos te parece bien hacerle esto a una 
empresa como Globalnot?! ¿Y la comunidad? No significa nada para 
vos, ¿no? ¡Total, los demás trabajan! (Néstor se sienta en el borde de la 
cama, con los pies en el suelo y lo escucha con seriedad. Marta se 
acerca, expectante.) ¡Como hombre! ¡Como marido! ¡Y como ciudadano, 
carajo! ¡La democracia! ¡El país! ¡La Patria! ¡El planeta! ¡La calentura 
global! (Néstor más interesado. Marta se esperanza. Jáuregui traga saliva, 
piensa rápido.) ¡No es la familia...! ¡No es la empresa...! ¡Es... es... es el 
Universo el que te mira! ¡El Universo te está mirando!(Néstor extasiado. 
Jáuregui se mira con Marta, que le pide, gesticulando, que siga. Jáuregui 
desesperado porque se le agota el repertorio.) ¡Hay principios 
fundamentales...¡Eeeeh... los..., los ejemplos de nuestros mejores hombres, 
que han dado sus vidas para... esteee... para... que han dado sus vidas! 

Néstor (se pone de pie, muy resuelto): ¡Mañana mismo! (Marta y 
Jáuregui se miran con incipiente alivio.) ¡Mañana mismo salgo a juntar 
firmas para proponerlo como diputado! ¡Lo quiero en el Congreso! (Lo 
miran con odio.) 

Jáuregui: Lo lamento, señora. Hasta acá llegué. Mucho gusto. 

Marta (lo acompaña a la puerta): Usted hizo todo lo que 
pudo. Muchísimas gracias. (Sale Jáuregui.) 
Marta (encolerizada): ¿Estás contento ahora? ¿Conseguiste lo que 

querías? ¡Eso es... te podés sentir orgulloso! Es lo mejor que hiciste en tu 
vida, ¿no? 


Néstor: ¡Puede ser... sí que puede ser! 
Marta: ¡Claro que sí! ¡Esta vez seguro que te echan... así que tenés que 
estar muy conforme! 


Néstor: ¿Por qué no? 
Marta: ¡Claro! ¡Si lo mejor que puede pasarle a uno es que lo despidan! 
Néstor (creyéndolo): ¡En una de ésas...! 
Marta: ¡En una de ésas! ¿En una de ésas, qué? ¿Pensás ganar la lotería? 


¿O estás por recibir una herencia? 
Néstor: ¡Y... nunca se sabe! 
Marta: ¡Esto se terminó! ¿Me oís bien? ¡Se terminó! (Saca una valija, la 


apoya sobre la cama o mesa y comienza a empacar.) 
Néstor (serenamente sorprendido): ¿Qué hacés? 
Marta: ¡Me voy! 
Néstor (sin dolor, con curiosidad): ¿Adónde? 
Marta (sin dejar de empacar): ¡No sé! ¡Lo único que sé es que esto se 


terminó! ¿Qué pensabas? ¿Que te ibas a dar la gran vida y yo trabajaría 
para mantenerte? ¡Estás muy equivocado! ¡Primero creí que tenías algo, 
que estabas enfermo, qué se yo... que se te iba a pasar! ¡Pero no, el señor 
tiene fiaca! ¡Él se queda en la cama, se duerme sus lindas siestitas, se juega 
sus "picaditos" y la tarada que trabaje! ¡No! ¡Esto se terminó, se terminó! 


Néstor (sincero): La verdad..., estos últimos días estuve pensando... (Marta 
empaca pero escucha.) En fin, hay algunos trabajos que... (Marta se 
interrumpe y lo mira.) A lo mejor, más adelante... 



Marta (reanuda furiosa): ¡Más adelante...! ¡Qué estúpida que fui! 
¡Cuántos años perdidos! ¡Ahora me doy cuenta de lo que soy para vos! ¡Yo 
estoy aquí para limpiar, cocinar, lavarte la ropa, trabajar, traer plata y 
meternos en la cama! 

Néstor (suave): No, vos no me entendés... tengo fiaca. 
Marta: ¡Un vago, eso es lo que sos! ¡La desgracia es que recién ahora me 
mostrás la hilacha! ¡No importa! ¡Me gustaría saber cómo te las vas a 
arreglar para comer! ¡Porque los tres pesos de mierda que tenemos 


ahorrados los voy a sacar ya mismo! ¡Vamos a ver hasta cuándo te dura la 
fiaca! 
Néstor (tímido): Perdonáme, pero... son bienes gananciales. 
Marta: ¡Si en este momento no tuviera tanta bronca, me harías 


reír! ¡"Bienes gananciales"! ¡"Males" es lo único que gané con vos"! 
Néstor: Eh... ¿En la heladera queda algo? 
Marta: ¡No sé, fijáte! ¡La empleada no está más! 
Néstor (se acerca): ¿Adónde pensás ir? 
Marta (cede un poco): ¡Es cosa mía! 
Néstor: ¿Y vas a vivir así... sola, sin nadie? 
Marta (con movimientos más lentos): ¡Ya voy a ver! 
Néstor (toma algunas prendas): Bueno, dejáme que te ayude. (Empaca.) 
Marta (histérica, llora, grita): ¡Sos una basura! ¡Un vago! ¡Un vago de 


porquería! (Néstor sigue empacando, tranquilo.) No sentís nada por 
nadie! ¡No vivís más que para vos! (Sarcástica.) ¡No quiere ir a la 
oficina! (Con odio.) ¡Si no servís para otra cosa! ¿Quién te crees que sos? 
¡Idiota! ¡Estúpido! 

Néstor (mostrando algo): ¿Esto lo llevás? 
Marta (chillando): ¡No, no, no! (Lo empuja y trata de cerrar la 
valija.) ¡Salí! ¡Dejáme, dejáme! 



Néstor: Faltan muchas cosas... 

Marta (no puede cerrarla): ¡No importa... estúpido! ¡Después las mando a 
buscar... estúpido! (Néstor apoya la rodilla sobre la valija.) ¿Para esto no 
tenés fiaca, no? ¿Te gusta, eh? ¿Querías que me fuera? ¿Era eso lo que 
estabas buscando? 

Néstor (pierde firmeza): No..., no quiero ir a la oficina... nada más. 

Marta (cierra la valija): ¡Y bueno, date el gusto! (Toma la valija y va a 
la puerta. A punto de abrir.) ¿Querés que te diga cómo vas a terminar? ¡De 
faquir, haciendo ayuno! 

Néstor (frágil): No... ¿Por qué? Hay otras cosas... 

Marta (abre): ¡Si sos un infeliz...! ¿O te volviste genio de golpe? 

Néstor (sin convencimiento): ¡Ya vas a ver cuando se me pase la fiaca! 

Marta: ¡Pobre infeliz! ¡Naciste para empleado y vas a morir de 
empleado! (Sale.) 

Néstor (angustiado): ¡No, Marta, empleado no! Se puede ser 
albañil...Andar sin corbata, ver todo desde arriba, chiquitito... ¡más cerca 
del cielo...! ¡Se puede cantar, gritar, escupir! ¡O vendedor de 
helados...! ¡Paseás, silbás, hablás con los chicos! (Se exalta.)¡Bañero...! 
¡Todo el día al sol...! ¡Bronceado...! ¡Siempre al lado del mar...! 
¡Oliéndolo! ¡Bañándose! ¡Mirándolo...! ¡Mar de la mañana a la noche! Para 
ver el amanecer..., eh... ¡Portero! ¡Para vivirla de noche, sereno...! Esos que 
prueban... ¿cómo les dicen...? ¡Catador...! ¡Eso...! ¡Meta chupar vino todo 
el tiempo...! ¡Para viajar, marinero! (Vacila, piensa.) Paseador de 
perros...Delivery de pizza... (Pierde vivacidad paulatinamente.) Periodista 
deportivo... Recordman, recordman de cualquier cosa... (Con la dolorosa 
noción de lo irrecuperable.) O un chico, un chico jugando a la pelota en un 
potrero... (Abatido, inmóvil, pensando. Mira la puerta y se estremece 
de miedo y dolor. Toma conciencia de que su mujer lo dejó.) Se fue... 

(Se inquieta. De algún lugar toma su billetera. Comprueba que casi 
no tiene dinero. Inseguro, se dirige a la cocina, abre la heladera, busca 
qué hay, saca con angustia un pedacito de queso y come con la mirada 
fija, dando mordiscos muy pequeños y seguidos. Mastica y piensa, con los 

ojos muy abiertos, sin pestañear Mastica regularmente, sin dejar de 
pensar. Va disminuyendo la luz.) 

VI 


El cuarto en desorden. Platos, cubiertos y vasos usados. La heladera abierta 
y vacía. Néstor desencajado y hambriento, busca algo para comer en 
lugares inverosímiles. Encuentra una miguita en el suelo y la come 
ávido. Se desespera. Parece que fuera a tomar una decisión cuando suena el 
timbre. Se apresura, dentro de lo que le permite su debilidad. Abre la 
puerta. 

Néstor (aliviado): Llegaste... 

Peralta (como antes, mima tener un revólver y lo apunta con el 
índice): Vengo a saldar una cuenta, Clark... 
Néstor (mira ansioso la otra mano de Peralta): Dame, dame. 
Peralta (entrando): ¡Quieto, Clark! No trates de engañarme. 
Néstor (para complacerlo le sigue el juego, pero quiere lo que Peralta 


le haya traído): Tranquilo, Tom. Confía en mí... (Hablando 


normal.) Dame, Peralta... 
Peralta: ¡Pará! Oye, Clark, óyeme bien. Tendrás que contarme por qué 
enviaste a ese gorila para que liquidara a Ronnie. 


Néstor (desolado): No me trajiste nada. 
Peralta: ¡Demonios! (Lo agarra del cuello.) ¡Dime por qué lo hiciste! 
Néstor (desfalleciente, con acento de serie): Antes dime tú por qué no me 


trajiste lo que me prometiste. 
Peralta (con voz normal): Ahora salgo y te compro. 
Néstor: ¡No doy más, Peralta! 
Peralta (emocionado): ¡Vignale! 



Néstor (sin interés, obsesionado por el hambre): ¡¿Qué?! (La pausa 
que hace Peralta lo ofusca) ¡Dale! ¡¿Qué?! 

Peralta: ¿Sabés qué le dijo el Gerente General a la Chancha después de 
leer el informe de Recursos Humanos?! ¡¿Me oís bien?! Balbiani, el 
Gerente General, lee el informe de Jáuregui y le dice a la Chancha: 
"Despedir a Vignale es muy fácil. Lo difícil es lograr que vuelva y que sus 
compañeros vean que esta locura fue sólo eso: un momento de locura. Si lo 
despido, queda como un héroe, como un símbolo. En cambio, si vuelve..., 
será la imagen de la derrota." ¡¿Qué tal?! 

Néstor (siempre en lo suyo): Oíme, tengo un hambre que... 

Peralta (entona muy alegre con ritmo de marchiña brasileña): 

La Chancha no se atreve ni a mirarnos 

oh-oh-oh-oh, la Chancha 

El Carnaval llegó a la empresa 

Qué fiesta con cerveza 

Los muchachos de "Despacho" 

están todooos borrachos 

En "Insumos" se hacen humo 

Oh-oh-oh-oh, la Chancha... 
Néstor: Peralta, vos me... 
Peralta: ¡Llamaron de un teleinformativo, llamó un periodista muy 
conocido, llamó otro periodista! ¡Quieren saber quién es ese tipo que 
empezó a faltar por fiaca! ¡Vos, Vignale, vos! 

Néstor (apagado): Peralta, no puedo más... 
Peralta: ¡Yo salí antes de hora, Vignale! (Exultante.) ¡Y mañana no voy 
nada! ¡Falto, Vignale, falto! ¡Me quedo con vos! (Se echa en la cama. 
Con voz afeminada.) Yo te voy a hacer olvidar de tu señora... (Ríe.) 


Néstor (suplicante): Peralta, me dijiste que... 



Peralta: ¡Vení, hagamos fiaca los dos juntos! 


Néstor (de rodillas, junto a la cama): Me dijiste que ibas a traerme algo 
para comer... 
Peralta (no sabe como aplacarlo): Sí, viejo, sí... 
Néstor (con el último resto de energía): ¡Hace dos días que se me terminó 


todo, Peralta! ¡Mi mujer está en la casa de su madre, la llamo y no me 
quiere atender! ¡Antes que llamar a mi vieja, prefiero morirme! ¡En el 
barrio no me fía nadie! ¡Ayer salí a pedir prestado y me fue muy mal! 

Peralta (saliendo de la cama): ¡Oíme, Vignale, de un momento a otro van 
a venir los de la tele y...! 
Néstor: ¡Me muero de hambre, Peralta...! 
Peralta (se autoimpone severidad): ¡Tenés que aguantar, Vignale! 


Néstor (asombrado): ¿Eh? 
Peralta: Tenés que aguantar. No podés comer. Tenés que mantenerte 
firme, si no... 


Néstor: ¿Aguantar? 


Peralta: ¿Pero no te das cuenta que esto es algo increíble? Balbiani, el 
capo máximo en persona, le ordena a... 
Néstor (desesperado): ¡Me muero de hambre, Peralta! ¡Vos me prometiste! 


¡Un sandwichito aunque sea! 


Peralta (decidido): ¡Ahora soy yo el que te pide un sacrificio! ¡Yo te 
acompaño, Vignale! ¡No me muevo de acá! 
Néstor (trastornado): ¡Peralta, por favor! ¡No puedo más...! 
Peralta: ¡Nos hacemos la rata! ¡¿Me oís, Vignale?! ¡La rata! 
Néstor: ¡Ma qué rata ni rata! (Con el último resto.) ¡Yo salgo a 


pedir! (En calzoncillos y camiseta va a la puerta. Peralta se interpone, 
impidiendo que salga.) 
Peralta (decidido): ¡No, Vignale, no te dejo! 



Néstor (atónito, aplastado): ¿Qué hacés? (Muy débil.) ¿Qué me hacés, 

Peralta? ¿Por qué no me dejas comer, eh? ¡¿Yo qué te hice?! 
Peralta: ¡No podés comer! ¡¿No ves todo lo que conseguimos ya?! ¡Están 
asustados! ¡Con la reestructuración despidieron a mucha gente y ahora 
quieren cuidar la imagen de la empresa! ¡Tenés que aguantar un poco más, 
aunque sea hasta que vengan los periodistas! ¡¿Te imaginás cuando salgas 
en la tele?! ¡Ja, cuando vean la cara que tenés! ¿Sabes el susto que se van a 
pegar los capos? ¡Es igual que... claro, como una huelga... ¡una huelga de 
hambre! ¡Ja, qué grande! ¡Una huelga de hambre! 


Néstor (aterrado): ¡¿Una huelga de hambre yo solo?! 


Peralta: ¡Seguro, como hizo el... ¿Cómo era?! ¡Ah, sí, el "Mamagandi! 
¡¿Te acordás de la película?! 
Néstor: ¡¿Eh?! ¡¿Quién?! 
Peralta: "¡Mamagandi!" ¡El que echó a los ingleses de la India haciendo 


ayuno! 


Néstor (desesperado): ¡Pero yo no quiero echar a nadie! ¡A mí me van a 
echar, la estoy perdiendo a Marta y me voy a morir de hambre! 
Peralta: ¡Algo va a pasar...! ¡Tiene que pasar algo! ¡Vamos a aguantar 


juntos, hasta que pase! 
Néstor (desfallece): Pasar... ¿qué va a pasar? 
Peralta (vacila y luego, alborozado, se pasea): Podríamos pedir dos horas 


más para el almuerzo... 
Néstor: No me hables de almuerzo, por favor... 
Peralta (siempre en lo suyo): Que nos den un día hábil de descanso quince 


veces por mes... 
Néstor: ¿Una res? 
Peralta: Mejor pedir tres meses de vacaciones... 
Néstor: Sí, unos ricos canelones... 



Peralta: Que nos paguen seis aguinaldos... 

Néstor: Yo me conformo con un caldo... (Se deja caer en la cama, 
agotado. Se toma del extremo de la sabana para sentarse.) 

Peralta: Que despidan a la Chancha... 
Néstor: Sí, una chancha con ajo y perejil... 
Peralta: Trabajar medio día... 
Néstor (cada vez más débil): Comprame aunque sea un poquito de pan... 
Peralta: Ir al cine de tarde... 
Néstor: Dos rosquitas, dos... 
Peralta: Caminar por algún barrio lindo... 
Néstor: Bizcochitos de grasa... 
Peralta: Ir a pescar... 
Néstor: Un huevito duro... 
Peralta: Y a la noche... ¡ir a bailar! (Néstor apenas mueve los 


labios. Peralta lo agarra de los brazos para levantarlo.) ¡Vamos Clark, 
tienes que aguantar! ¡Eres el jefe y tienes que dar el ejemplo! ¡Tú no 
puedes aflojar! ¡Eres demasiado hombre para eso, eh, Clark! (Néstor no 
reacciona. Peralta lo suelta y Néstor se desploma sobre la cama. Peralta 
se sienta junto a él.) ¡Ellos te temen, Clark! ¡Los malditos oyen tu nombre 
y tiemblan! Tú no cederás... ¡No les darás el gusto, eh, Clark! 

(Entra Marta con la valija.) 

Marta (arrepentida, mira a Néstor, luego a Peralta): ¿Qué dice, 
Peralta? ¿Cómo le va? 

Peralta (sorprendido): Bien, señora y usted... ¿Qué tal? (Va a tornar 
la valija.) 

Marta: Está bien, Peralta, gracias. (Deja la valija cerca de la cama y 
va lentamente hacia Néstor, tímida. No se atreve a besarlo.)¿Qué decís, 
Néstor? 

Néstor (la registra, sin sorpresa): Qué hacés... (Marta le da un beso 
fugaz en la frente, se aparta y decidida, se quita el tapado, lo echa sobre la 
cama y busca los elementos de limpieza.) ¿Trajiste algo de comer? (Peralta 
se inquieta, mira a Marta con temor.) 

Marta (sin parar de trabajar): Esperá que arregle un poco la casa. Está a 
la miseria. No se puede dejar esto así. ¡Va a venir la tele y es una 
vergüenza! 

Peralta: ¡Vas a ser famoso, Vignale! ¡La gente te va a reconocer por la 
calle! "Ve, ése que va ahí es Néstor Vignale, el de la fiaca". ¿Sabes lo que 
es eso? ¿Vos sabés lo que vale? 

Néstor: Yo... lo único... me conformo... con... un pedacito de... 

Peralta (lo palmea): ¡Ya falta poco! ¡Falta poco! 

(Entra la Madre. Sin mirar a Marta ni a Peralta, se abalanza sobre 
su hijo.) 

Madre (lo abraza y besa): ¡Néstor! ¡Mi nene querido! (Néstor es 
un despojo.) ¡Yo sabía! ¡Yo sabía que mi hijo iba a triunfar! ¡Estaba segura 
de que sería famoso y todos hablarían de él! ¡Mi hijito querido! ¡Él no 
podía fallarme! ¡Con esa inteligencia, esa simpatía, con todo lo que le 
enseñó la madre! 

Néstor (emergiendo): Mamá, tengo... hambre... 

Madre (festejándole una gracia): Dice que tiene hambre... ¿Lo oyeron? Mi 
nene tiene hambre... 

Peralta (nervioso): Esteee... Más tarde yo puedo ir a... 

Madre (le da a Néstor un sonoro beso en el cachete): ¡Tesoro de la 
madre! ¡Si yo no vengo a cuidarlo...! 

Marta (febril): ¡Yo después le preparo! ¡Quiero terminar de limpiar antes 
que llegue la tele! 

Madre: Trabajá tranquila, querida. Vos atendé la casa que yo me ocupo de 
Néstor. 

Marta: ¡Ah, me olvidaba... con tanto apuro...! Peralta, la madre de 
Néstor... 

Madre (sostiene y acaricia la cabeza de Néstor, quien apenas logra 
mover la vista de uno a otro): Encantada. Perdóneme... La emoción, sabe... 
¡No la saludé ni a Martita! 

Peralta: No importa, señora. Mucho gusto. Le decía que yo después 
podría... 

Madre (no lo escucha. A Néstor): ¡Pero miren qué facha! ¡No puede 
ser...! Así está muy feo, con esa barba, todo despeinado, y en pijama! Ah, 
no, antes que nada, mamá lo va a vestir y arreglar para que esté bien lindo 
cuando vengan a verlo... 

Peralta: ¿Eeeeh... le parece, señora? Yo, esteee... así como está lo veo muy 
bien... 

Madre: ¡Por favor! Si sale así en la tele nadie va a saber que es mi hijo. La 
gente va a decir: "¿Quién es ese muchacho tan feo?"(Trata de 
levantarlo.) Venga, venga con su madre... (No puede.) ¿Me ayuda, Peralta? 

Peralta (no tiene más remedio): Sí, señora, cómo no... 

Madre: Gracias, querido. (Lo levantan y lo sientan en una silla.) Casi, 
casi... ¿No sería mejor afeitarlo, primero? 

Peralta: Yo no creo, eh... Así está más... más impresionante. 

Madre: No, querido, no. Hágame el favor, usted que tiene la práctica... 

(Música de circo. Peralta sale y vuelve del baño con los elementos 
de afeitar y ayuda a La Madre a quitarle el pijama. Luego comienza 
a afeitarlo mientras la Madre va al placard a elegir traje, camisa, corbata 
y zapatos. Le consulta a Peralta alguna prenda y cambian ideas. Cuando 
se ponen de acuerdo en cómo vestirlo, Peralta terminó de afeitarlo. Lo 
visten. Las acciones son clownescas, especialmente Néstor que es una 
marioneta manipulada. Gags físicos. Marta sigue su tarea bailando sus 
acciones de orden y limpieza. Cuando termina se maquilla y arregla 
exageradamente. Néstor, así como lo sientan, se queda tieso como objeto 
en exhibición. Peralta, se coloca detrás de la silla, listo para sostenerlo. La 

Madre lo peina con la mano. Peralta lo despeina y La Madre lo vuelve a 


peinar. Termina música.) 
Madre: Mírelo. ¿No parece un muñeco? (Peralta asiente con pena. Suena 
el timbre) ¡Llegó la tele! (Conmoción, nervios, titubeos). 


Marta (termina de ordenar como puede): Abra... ¡Abra usted, Peralta! 


(Peralta le echa una mirada a Néstor y va a la puerta. Marta se arregla 
el pelo y la ropa. La Madre le endereza la cabeza a Néstor. Peralta abre.) 
Peralta (impresionado): ¡Señor Balbiani! (Se hace a un lado, 


achicado.) Marta (impresionada): ¡El Gerente! 
Madre: ¿Quién? 
Marta: ¡El Gerente General! 


(Las mujeres retroceden, turbadas. Entra Balbiani. Unos 25 años, 
saco, camisa, corbata, pantalones y medias, todo negro. Trae un paquetito 
sin atar en la mano. Echa una rápida mirada de reconocimiento a 
Néstor. Ignora a Peralta.) 

Balbiani (a las mujeres): Buenas tardes. (Va hacia Néstor sin esperar 
la réplica.) 

Marta: Buenas tardes. 
Madre: Buenas tardes, señor Gerente. 


(Balbiani se acerca a Néstor y lo mira con una gran sonrisa. 
Peralta avanza con temor, a distancia prudencial.) 

Balbiani: ¿Qué tal Vignale? ¿Cómo le va? Por fin le veo la cara. Si yo no 
vengo a visitarlo, eh... 

(Las mujeres, al notar el tono cordial del gerente, se acercan con 
más seguridad. Néstor intenta pararse, hablar; pero no puede.) 

Marta: Eeeeh... está muy emocionado. 
Madre: Imagínese, señor Gerente, todo el mundo está hablando de él... 
Peralta (da un paso adelante, con timidez): Ahora nomás vienen de la tele. 



Balbiani (sin dejar de mirar a Néstor): Ah, qué bien. (Peralta da el 
paso atrás. Las mujeres aprueban y sonríen a Balbiani que mira a Néstor 
con satisfacción.) Muy bien... 

Marta: Usted no se da una idea de las ofertas de trabajo que le están 
haciendo. 

Madre: Pero él, hace un rato, me decía: "Mamá, vos no sabés cómo 
extraño a Globalnot. Si me hicieran una buena oferta..." 

Marta: ¡Ah, eso es cierto, eh...! Bueno, Néstor siempre estuvo muy a gusto 
en Globalnot... 

Madre: ¡Y... tantos años...! El muchacho está encariñado... 

Peralta (con el pasito muy nervioso): ¡Sí, pero no va a aceptar cualquier 
cosa, eh...! Vignale ahora... (Se interrumpe apenas Balbiani empieza 
a hablar.) 

Balbiani: Bueno, Vignale... estuve estudiando su caso... (Peralta 
retrocede, aun más empequeñecido. Las mujeres se disponen a escuchar la 
gran oferta, muy complacidas. Néstor se mueve, inquieto, dentro de lo que 
le permite su estado) Es una lástima... Un hombre como usted, que fue 
siempre un ejemplo para los demás... Globalnot no quiere perder a un 
empleado tan útil. Lo necesitamos, Vignale. Así que... (Abre el 
paquetito, extrae un sándwich, lo parte por la mitad y le tiende una a 
Néstor.) Sírvase... coma. (Néstor se resiste. Las mujeres se miran, 
perplejas.) 

Peralta (sin moverse, angustiado, con el último resto de valor): ¡No, 
Vignale! 

Balbiani: Coma, coma. 

(Néstor se para, toma el medio sándwich y lo devora. Las mujeres se 
impresionan. Peralta, apesadumbrado. Balbiani observa, inexpresivo. 
Néstor, todavía masticando con la boca llena, tiende su mano pidiéndole a 
Balbiani la otra mitad. Éste va saliendo y se detiene junto a la puerta.) 

Balbiani: La otra mitad del sándwich se la entrego en la oficina. 
(Sale.) (Las mujeres y Peralta se miran, sorprendidos. Néstor, menos flojo 
pero todavía débil, mira a cada uno con expresión desolada y 

tarareando penosamente la marcha de la corneta se dirige lentamente 
hacia la puerta y sale.) 

Peralta (infantil, desilusionado, saliendo atrás de Néstor): ¡Ta que lo 
parió! 

TELÓN FINAL