miércoles, 19 de noviembre de 2025

Sueños en familia: Brevísima comedia. Por Gavarre Benjamin.

 



Sueños en familia: Brevísima comedia

Por Gavarre Benjamin


® BENJAMÍN GAVARRE SILVA

Si quieres llevar este texto al escenario contacta con el autor: gavarreunam@gmail.com

 

PERSONAJES:

MAXIMILIANO EMILIANO (MAX): 17 años. Estudiante de prepa, dramático, inocente.

MAMÁ (TERESA): 40 años. Práctica, elegante, muy informada por medios de internet.

PAPÁ(ARTURO): 45 años. El padre, el hombre de la casa, varonil, amoroso, dulce.

SOFI: 20 años. Hermana mayor, sin filtros y amante del detalle.

 

ESCENA I: La Regadera en el Aula

 

(El escenario es la habitación de MAX, llena de libros y carteles de bandas de heavy metal clásico. MAXIMILIANO EMILIANO se despierta de golpe, pálido, jadeando. Se cubre la cara con ambas manos.)

MAX: (Gritando, ahogado) ¡Los pupitres! ¡El jabón de coco! ¡Y el profe de Química!

(Entra MAMÁ (Teresa), con un termo de café de diseño. Mira con calma a su hijo.)

MAMÁ: ¿Qué pasa, Maximiliano Emiliano? ¿Qué es tan urgente que me haces tirar la ESPUMA DE MI CAPUCHINO?

MAX: ¡Tuve un sueño, Mamá! Una pesadilla terrible. Estaba en la prepa, en el salón de clases. Y... (Se estremece) ME ESTABA BAÑANDO... En calzones.

MAMÁ: (Bebiendo café) ¿Una ducha en un lugar inadecuado? Es clásico. Significa que sientes vulnerabilidad ante un entorno de juicio social. Lo tienes en el temario de tu clase de Higiene Social.

MAX: Y lo peor es que yo me seguía bañando tan tranquilo, como si nada. ¡Y les gritaba a todos! "¡A que no se dan cuenta de que estoy en calzones! ¿Que no me ven?".

MAMÁ: ¿No se daban cuenta?

MAX: Al principio no reaccionaban, pero luego, en mi sueño, se les distorsionaba la cara y empezaban a reír por lo bajo, disimulando con los libros, y hacían muecas y ruidos de terror. Y el maestro, que dejó de ser el de Química y se convirtió como en cámara lenta en un maestro con ojos y orejas de demonio, se acercó a mi pupitre y me susurró, mientras yo me enjuagaba muy fuerte: "¿Por qué no te quitas los calzones y nos ahorras el misterio?".

MAMÁ: (Suspira, se sienta en el borde de la cama) Ay, Maximiliano. No te enredes con tantos detalles. A tu edad, los sueños son puro desorden hormonal. ¿Ya te hablé de los sueños húmedos? Yo, por ejemplo... Anoche tuve un sueño…

MAX: (La interrumpe con pánico) ¡No, Mamá! ¡No me cuentes tus sueños!

MAMÁ: No, déjame. Es relevante. Anoche soñé que estaba en mi clase de spinning, pero la bicicleta no se movía. Y en lugar de pedalear, el instructor me obligaba a firmar quince documentos en chino mandarín sobre una fusión de empresas. ¿Sabes lo que significa eso?

MAX: (Mirándola fijamente) Que tienes mucho trabajo pendiente.

MAMÁ: ¡Exacto! ¡Que el estrés laboral se está manifestando en mi subconsciente como una bicicleta estática que no avanza! Tu sueño es lo mismo: Tú te sientes abrumado por la responsabilidad de tener un buen desempeño académico y cumplir con las expectativas de los docentes y del alumnado… Ahora, hablemos de tu futuro.

MAX: Mi futuro es trabajar en un call-center si me sigues explicando cosas que no entiendo… ¡Yo creo que en lugar de estudiar me voy a ir a un monte a vivir y a cuidar cabras y conejos!

MAMÁ: ¡Ay, por Dios, otra vez con las cabras y los conejos! ¿Sabías que no están relacionados?

MAX: ¡Sí! Venderé queso. Y patas de conejo. Soy muy astuto y me haré rico con mi queso de cabra. ¡Quiero cabras… y conejos!

MAMÁ: Las cabras cuestan dinero, cielo. Y sí sabías que para tener las patas de conejo… les tienes que dar CRAN a los conejitos que tanto te gustan.

MAX: No me hables como si fuera todavía un niño… Ya lo había pensado… Voy a hacer barbacoa de conejo y queso de cabra… Y cuando venga a esta ciudad que apesta voy a vender conejo frito, patas de conejo y queso de cabra… La ciudad me está pudriendo el alma… Y sí, necesito la sencillez del campo para ser feliz. Es por eso que sueño cosas raras…

MAMÁ: Yo te voy a decir lo que pudre el alma, Maximiliano: un sueño recurrente que tuve a tu edad. Soñé que mi abuela me perseguía por el súper con un pepino gigante, gritándome que nunca iba a encontrar el amor. El pepino tenía ojos y boca así como… así. (Hace un gesto raro con la boca y luego se lleva la mano al pecho, dramática).

MAX: (Parpadeando) Mamá, eso es... bastante específico.

MAMÁ: Y por la mañana, mi abuela me preguntaba: "Teresa, ¿ya compraste los pepinos para la ensalada?". ¡El destino se ríe de ti, hijo! No te tomes tan en serio el asunto de los calzones gigantes. Solo tienes diecisiete.

MAX: (Parpadeando) Mamá, nunca dije que fueran gigantes, pero sí, eran dos tallas más grandes que los míos… Como los que usa papá...

MAMÁ: Eso lo explica todo.

 

ESCENA II: El Colmo del Colmillo

(En ese momento, la puerta principal se abre ruidosamente. Entran PAPÁ(Arturo) y SOFI, la hermana mayor. Han estado escuchando desde la puerta.)

PAPÁ: ¡Teresa! ¡Por el amor de Dios! ¿Estaban hablando del pepino de la abuela otra vez?

SOFI: (Avanza con una sonrisa pícara) Yo pienso que ya es hora de hablar de sueños, Papá. Y a calzón quitado, digo, para entrar en contexto. (Condescendiente) Max, tu sueño de la regadera es tierno. Pero hay que darle contenido.

MAX: (Se encoge, avergonzado) ¡Sofi, cállate! No tenías por qué escuchar.

SOFI: Claro que sí. Hay que ser honestos. Yo, por ejemplo, daré mi testimonio onírico, es decir… Voy a hablar sin pelos en la lengua de mis sueños… (Todos hacen cara de “No, por favor”) Anoche soñé que estaba en la cima del Ángel de la Independencia, pero el Ángel era un helado de dos bolas, y yo era la cuchara. Y unas gaviotas rosas me gritaban cosas en francés. (Se ríe sin pudor).

MAMÁ: (La mira con desaprobación) Sofi, ese es un sueño demasiado detallado.

PAPÁ: (Poniéndose nervioso) ¡Claro que es detallado! Los sueños de ustedes siempre son demasiado detallados. ¡Siempre eróticos! ¡Siempre con pepinos o ángeles helados… y… bolas!

MAMÁ: A ver, Arturo. ¿Y tú qué soñaste? (Con doble intención) ¿Con la caída de la bolsa?... Ja, ja… O, ya sé, la caída de la Torre Latinoamericana. (Atenúa ante la mirada ofendida de ARTURO) ¿No? O… ¿Con tu reporte de Excel?

PAPÁ: No, soñé con un... un búfalo. En medio de la oficina.

SOFI: ¿Un BÚFALO? Uf. Eso quiere decir: Agresividad reprimida. Es un clásico, Papi.

PAPÁ: ¡Era un búfalo, pero luego se convirtió en un toro joven y musculoso! ...Ya saben… (Carraspea) Y luego, tuve otro sueño. Pero ese… No se los puedo contar… es más… personal. Es muy íntimo.

MAMÁ: ¡Arturo, por favor! Después de los pepinos y las cucharas en el Ángel, suelta la sopa. ¡Somos una familia!

PAPÁ: (Ruborizándose profundamente, mira hacia todos lados, como si un pilar lo estuviera escuchando) Soñé que... que me besaba con un amigo. En la mejilla. Bueno, tal vez... en la boca. Un beso. Uno. (Gesticula con el dedo, midiendo).

MAMÁ: (Grita) ¡¿Con quién, Arturo?!

PAPÁ: ¡No sé! ¡Un amigo! ¡Pero fue un beso inocente! ¡Muy casto! ¡Como los que se dan los franceses y los musulmanes cuando se saludan! ¡No tiene nada de malo! ¡Ustedes cuentan sueños eróticos y yo nada más conté un beso!

MAX: (Grita, agarrando un objeto de la mesa) ¡Mentira, Papá! ¡El beso inocente no existe! Y el beso en la boca nunca es inocente.

(MAX lanza el libro del Lazarillo de Tormes al Papá).

MAMÁ: (Gritando con un tono agudo y melodramático, agarrando el termo de café) ¡Un beso con un amigo! ¿Un beso en la boca? ¡Eso no tiene nada de inocente!

(MAMÁ lanza el termo).

SOFI: (Riendo histéricamente, toma el cojín más cercano) ¡El búfalo se convirtió en toro y el toro se besó con el amigo! ¡Y fue de lengüita, papi, fue de lengua?

(SOFI lanza el cojín).

(El PAPÁ se cubre la cabeza con las manos mientras los objetos que lanzan Mamá y Max (libro, termo, cojín) vuelan hacia él. MAXIMILIANO EMILIANO ríe y llora a la vez, liberado por el absurdo familiar. SOFI ríe a carcajadas).

(FIN)


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