FRAY
SONROJO
(Para volar tengo alas:entremés)
De Benjamín Gavarre
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entrada)
Personajes:
• CACARIZO:
Es como un padrote retirado, pero ya no ejerce y ahora hace malos chistes. (El
Proxeneta Sabio)
• FRAY
SONROJO: Jovencito y sexy, recibe el acoso de todos y de todas.
• EL
LOCUELO (Martincito): Se habla a sí mismo: "Oye Martincito, oye
Martincito, ya llegó la luz, ya llegó la luz..."
• EL
PADRE ESCULAPIO: Es el peor padre de la Iglesia y se quiere deshacer de su joven pupilo
Sonrojo. (Hipócrita)
• LA
LOCA DE SAN JUAN: A la que todos-todos le dan… en la noche de San Juan… Se
levanta la falda a la menor provocación.
Escenario:
Un lugar liminal, entre un
huerto y un cementerio: tierra de nadie. Este rincón es refugio habitual
de locos y vagabundos que llegan a dormir, beber o realizar otros menesteres.
De día, es un sitio bonito y soleado. De noche, es un lugar de encuentro para
toda clase de vagabundos, proscritos o retirados del “Mundo” que buscan
seguridad o un sitio donde pasar la noche. Está situado cerca de un mercado o
un templo. Este rincón es el hogar de La Loca de San Juan, el Locuelo
(Martincito) y CACARIZO, pero siempre está abierto a recibir huéspedes
inesperados.
Escena Única
TIERRA DE NADIE, “Claustro” al aire libre.
(Al inicio del entremés están
LA LOCA, EL LOCUELO (MARTINCILLO) y CACARIZO cada quien en su esquina. Entra
FRAY SONROJO, y los ve con un temor y timidez. Detrás de él y casi al mismo
tiempo, entra EL PADRE ESCULAPIO (en adelante solo ESCULAPIO) que tiene una
cuerda atada a Fray Sonrojo, como la que se usa hoy día con los perros, que se
alarga y se puede bloquear con un dispositivo simple.)
ESCULAPIO: ¡Almas de buena fe! Vengo a solicitar
ayuda para este pobre muchacho, portento de malos hábitos y conductas
inapropiadas. ¡Quiero que le mostréis al FRAILE SONROJO lo mal que puede
acabar, si continúa con su sinrazón. Qué mejor que ustedes que han caído en la
Perdición para que se mire en el espejo de su posible futuro miserable si
continúa con su mala conducta.
CACARIZO: (Ignora las ofensas que ESCULAPIO ha
soltado sin ningún reparo. Despliega una mano y la vuelve a guardar, después de
haber hecho rápidos cálculos). Mhhh… Yo no lo veo tan inapropiado, lo veo medio
flacucho, pero con una buena facha… Si se alimentara un poco mejor, podría
encargarse de unas muchachas que yo conozco... que necesitan un buen mozuelo
que les quite su dinerito... del que me tocaría una buena parte.
LA LOCA: (Se incorpora con brusquedad). Querrás
hacer del muchacho un proxeneta, para ser tú el padrote del proxeneta… ¡Jesús,
qué atrevimiento! ¿No veis que en éste, nuestro territorio, yo soy la que me
quedo con todas las ganancias? A ver, muchachito, date la vuelta que queremos
verte el paquete y el trasero para ver si nos servís de mercancía o de
encargado de la mercancía…
ESCULAPIO: (Luchando con El
Locuelo que se retuerce). ¡Aguanta, hijo! ¡Mira, santísimo varón! ¡Que te están
echando buen ojo y reconocen que estás sexy y ponedor, aunque un poco
flaquillo!
EL LOCUELO: (Acosa con descaro
a Fray Sonrojo, lo huele y lo toca). A ver, dime tú, perro del hortelano, ¿por
qué te trae atado ese hombre que lleva puesta una bata color caca…? Dime tú,
flaco angelito… (Ahora acosa a ESCULAPIO) ¿Y quién es este señor sangrón con
cara de Guajolote? ¿Por qué te trae amarrado como un cerdo, si quien parece un
cerdo es él, después de tragarse con gula unas gallinas correosas y una
zarigüeya atorada en un arbusto! Naaaa, no lo soporto Tiene color de piojo
hervido, Guau! ¡Guau! Martincito, Martincito, Guau.
ESCULAPIO: (Aterrado). ¡Yo no soy perro, para que me
ladres… Soy el siervo de mi gleba! Soy un santo varón…
EL LOCUELO: Naaa… eres una perdida de tiempo, mejor me
dedico a entrevistar a este mochacho singular… Qué tienes para mí… Ji, ji.
FRAY SONROJO: Yo solo quiero ser un campesino libre, quiero vender
patatas y cebollas... Soy un pobre muchacho vulnerable, ay…
EL LOCUELO: ¡Pues yo soy el rey! Y declaro mi ahijado y protegido a este
hermoso muchacho… Oye Martincito, oye Martincito ya llegó la luz, ya llegó la
luz… (Con sabiduría profética) ¡Si alguien se atreve a tocarlo, yo mismo le
llenaré la cabeza de piojos! Y me los iré comiendo uno tras otro como si fuera
la mamá orangután limpiando a sus bebitos… (Se habla a sí mismo muy
enloquecido) Martincito, ¿qué me dices Martincito…? ¿Que eso no está bien?...
LA LOCA: (Al Locuelo). Yo sé bien que tú nos protegerás de los malos
augurios. Quítale esa correa que le han puesto al Fraile perro, que yo mismo
quiero enseñarle lo que llevo puesto. (Se levanta la Falda y le enseña sus
calzones al Fraile Sonrojo). Mira Frailecito, eres tan lindo que quisiera yo
llevarte al campo conmigo… ahí cultivaremos patatas y cebollas y coliflores y
pepinos y sandías y papayas… (Trata de ser sensual) ¿Te gusta lo que ves?
Porque puedo enseñártelo del revés...
FRAY SONROJO: (Aterrado). Dios padre misericordioso, que me has traído
aquí al infierno en la tierra. No quiero ser mártir, no me quiero ir con esta
santa señora y no quiero ya cultivar patatas ni cebollas... Yo me quiero ir a
una playa en el Caribe y que me consienta un gran duque o un señor feudal.
EL LOCUELO: ¡Haberlo dicho antes! Yo soy Duque, yo soy señor feudal. Soy
Príncipe, es más, ¡yo soy Dios! Yo te llevo a Cancún o a Las Canarias y ahí te
compro un helado de limón mientras vemos la puesta del sol y vemos como se
tiran los clavadistas desde la Quebrada… ¡Vámonos todos a Acapulco, yo invito…!
FRAY SONROJO: (Gritando). ¡Eso no tiene sentido! Yo no quiero ir con
usted porque está muy loco. Todos ustedes me dan miedo y yo quiero una vida
normal, con una casa en la comarca y quiero tener unas gallinas y un puerquito
y cultivar patatas y cebollas.
CACARIZO: Patatas y cebollas… ya lo dijiste… y luego te desdijiste,
quién te entiende… Pero vamos muchacho, con esa pinta tú puedes conseguirte a
una duquesa, a un marqués, o una hermosa puta… Yo también puedo, si quieres,
ser tu protector… te puedo quitar tu dinerito, pero ya sabes: ¡un 85% para mí!
EL LOCUELO: (Da rienda suelta a su locura, cambia
el tema) Martincito, Martincito ya la luz llegó, ya llegó la luz… (Riendo,
mientras simula sacudirse el polvo del hombro). ¡Yo tengo un chiste para las
alacenas vacías de mi abuela! ¿Qué hacía una señora piadosa de la corte que no
tenía para pagar al sastre?
LA LOCA: (Entra rápidamente en su juego) ¿Qué hacía?
CACARIZO: (También se inserta en la cadena de chistes
malos) Yo sé: ¡Les rezaba a todos los santos para que
le cosieran los agujeros de las medias!
TODOS: (Se escucha sonido de platillo de chiste
malo, "Ba dum tss", e inmediatamente después la desaprobación de
todos). ¡Daaa!
LA LOCA: Yo lo tengo, yo lo tengo: La señora
piadosa se comía los mocos y embarraba caracoles en las ventanas para que nadie
pudiera ver lo que pasaba adentro. Al Sastre nunca le pagaba y ensuciaba los trajes
finos…
TODOS: (El Locuelo y CACARIZO se miran con un gesto
de desaprobación cómica). ¡Uf! ¡Ese fue peor!
ESCULAPIO: Yo creo que esa
buena mujer de la corte se preocupaba por los niños del barrio y les ataba una
cuerda al cuello como si fueran perros para convertirlos en mártires y así
lograr la salvación del cielo.
FRAY SONROJO: (Se lleva las manos a la cabeza,
ignorando los chistes y la mofa). ¡Aquí todos son demonios! ¡Esto es una
competencia infernal de sinsentidos…! Yo quiero vivir en una cabaña, con unas
ovejas y un perrito, y quiero unas cabras y comer queso de cabra…
LA LOCA: Y te haría falta una mujer, una mujer que
te cocinara las patatas y las zanahorias… qué dices, estoy en oferta.
EL LOCUELO: (Vuelve a la sarta de chistes) Yo tengo
un chiste para los solitarios que viven con su perro y con sus ovejas… ¡Lo
quieren oíiir?
FRAY SONROJO: (Cediendo un poco) Ya qué. Yo quiero
oír el chiste de las ovejas…
EL LOCUELO: Un pastorcito
como el fraile Sonrojo vivía en el campo con un perro y muchas ovejas. Un día,
un amigo de la ciudad fue a visitarlo y le preguntó: — Oye, ¿eres de los que se
acuestan con ovejas? — ¡Qué asco!... Y el pastorcito, muy tranquilo, le
contestó: — Y si vieras los tríos que organizo con el perro…
FRAY SONROJO: ¡Auxilio, ¿dónde
estás mi Dios?! Yo ya no quiero irme al campo, no quiero tener ovejas, no
quiero tener perros… ¡yo quiero una vida santa y con voto de pobreza en una Ermita!
¡Quiero ser anacoreta y que nadie me moleste! (Inicia el que evidentemente es un
largo y lastimero discurso sobre su destino) Mi destino en el Mundo, en el Siglo,
ya no es para mí, ni tampoco lo es el Claustro donde viven monjes malvados… Yo
prefiero ser un eremita solitario, un anacoreta, un siervo de Dios en el Desierto…
así, de la misma forma que Jesús, nuestro Señor, caminó por el…
(Hartos del discurso, El
Locuelo, La Loca y CACARIZO, sin decir palabra y coordinados, lo interrumpen
y le dan pamba, con cómica violencia leve: Tres golpes rítmicos y rápidos
en la espalda o la cabeza.)
FRAY SONROJO: (Voz de niño
regañado, aguda y temblorosa). ¡Ah! ¡Me habéis golpeado! ¡Seréis castigados!
(Se palpa el cuello. Su mirada cae en la correa. Pausa dramática. La mira con
terror y luego con asco. La arranca de un tirón y la arroja al suelo como una
serpiente muerta. Uso de la Correa) ¡Miren! ¡Soy libre! Ya no tengo la correa
que me ataba a ese miserable Padre Esculapio, el peor de todos los religiosos...
(Su voz se transforma,
volviéndose grave, teatral y resonante. Énfasis en el Contraste de Voces)
Ahora... ahora sé lo que soy. Seré una aberración
maligna, ¡seré un Ángel del Infierno! Seré como Satanás, y a todos
ustedes los llevaré al abismo del Mal. (Mira fijamente a LA LOCA y a CACARIZO).
Ahora, ustedes serán mis esclavos, serán mis perros... ¡Yo! ¡Yo! ¡Yo seré el
más infernal de los demonios! (El cambio de víctima a demonio es total.)
(FRAY SONROJO, después de
esta acción dramática, tiene un episodio de convulsiones y cae desmayado,
rígido, junto a la correa.)
ESCULAPIO: (Desesperado, intentando calmar el
ambiente). Señores míos… Señora… ¿han visto ustedes con lo que tengo que lidiar
todos los días…? Fray Sonrojo sufre de una indisposición del pneuma... y los
humores de la bilis y la melancolía entran en colisión y cada tanto es poseído
por el espíritu demoniaco… y yo lo trato de convencer que puede ser un santo,
un mártir... para saber si existe una cura para sus posesiones diabólicas…
EL LOCUELO: (Con mucho ritmo, se habla a sí mismo
con el nombre de Martincito) Yo conozco unas palabras para los exorcismos…
Escucha, Martincito, Martincito, sácale el diablo a este mocitoooo que está muy
loquito.
CACARIZO: No, Locuelo.
Loquito estás tú. Yo me sé otro remedio para los poseídos por temblores… Cuando
yo era proxeneta en Andalucía, a una muchacha... le agarraba el mal de san Vito
y se convulsionaba toda... no era nada del demonio. Era porque no comía yo
creo... o porque ya eran demasiados los hombres... un doctor me dijo que es una
enfermedad que hasta a los reyes les da...
ESCULAPIO: Yo tengo que irme, (A
CACARIZO, que lo mira con los ojotes abiertos) Señor proxeneta, si le consigue
unos de esos remedios contra las convulsiones se lo agradeceré infinitamente.
FRAY SONROJO: (Se incorpora
débilmente, mirando al ESCULAPIO con desprecio). Ya, ya te he escuchado que me
quieres abandonar como un perro después de haberme tratado como un perro… Yo
aquí me quedaré si me abandonas, mal hombre desgraciado abandona-frailes… ¡Vete
y no vuelvas más!
LA LOCA: (Extrañamente maternal) Aquí podéis pasar la noche, hijo mío. Yo prometo no subirme
la falda y no tratar de propasarme contigo.
EL LOCUELO: (Afectuoso con el Fraile, a su manera) Yo también prometo no propasarme contigo y sin jugar a los
espadazos… (Se ríe). A ver, un chiste, qué le dijo un pepino a otro pepino…
CACARIZO: (Obsceno) Ese yo
me lo sé: “Ya es hora de que hablemos de tú a tú”, ja, ja...
EL
LOCUELO: Ah, no estáis tan descaminado, Proxeneta, pero no.
CACARIZO: Y entonces, qué
le dijo
EL LOCUELO: (Pierde todavía
más la cordura) Martincillo, Martincillo, tienes cara de zorrillo... Ja, ja, ji, ji… Yo tengo un chiste, ¿lo
quieren oír...?
FRAY SONROJO: (Se interesa
por el chiste, pero continúa siendo reticente) Ya… ¿Y luego? ¿Qué pasó con los
pepinos? ¿Lucharon, jugaron a los espadazos, se tomaron una siesta?
EL LOCUELO: Ah, eso yo no
lo sé... Yo tengo un chiste, ¿lo quieren oír...?
FRAY SONROJO: (Harto de la
situación. Se levanta decidido a irse). ¡El diablo os confunda y los lleve al
infierno, pero no conmigo! ¡Yo me voy a la ciudad más rica, donde no haya locos
que cuenten malos chistes ni Locas impúdicas que se levanten la falda! ¡Con
Dios! (Se
levanta decidido a irse). ¡El diablo os confunda y los lleve al infierno, pero
no conmigo! ¡Yo me voy a la ciudad más rica, donde no haya locos que cuenten
malos chistes ni Locas impúdicas que se levanten la falda. ¡Con Dios!
(El Fraile se va
lentamente, intentando conservar la dignidad.)
EL LOCUELO: (Gritando sus
palabras proféticas dirigidas especialmente a Fray SONROJO, que todavía se
encamina hacia la salida). ¡Yo conozco las verdades del pasado y del futuro…,
Fraile! (Con delirio profético) ¡En el pasado, los clérigos se casaban y luego
el Papa les quitó ese privilegio...! ¡En el futuro los epilépticos tendrán
remedio y nadie pensará que están locos..., como ahora! ¡Las medicinas como el
opio y los hongos del cornezuelo se tomarán en grageas y gotas mágicas! ¡Ven a
mis brazos, Fray Sonrojo! ¡Yo soy el rey! ¡Hermoso muchacho! Te cuidaré cuando convulsiones
te den, te controlaré la lengua... ¡y Doña Loca te pondrá cremita y te dará
leche caliente para que te calmes!
(La Loca le da una
palmadita suave en el trasero al Locuelo. Luego saluda cariñosa y desde su
lugar a Fray Sonrojo, quien como un perrito sin dueño, regresa lentamente necesitado
de ternura y protección. Todos lo abrazan y lo reciben en “su nuevo hogar”. CACARIZO
se une al abrazo colectivo. ESCULAPIO, quien se da cuenta de que ya no está en
la “rifa”, se aleja LENTA Y SILENCIOSAMENTE por el fondo, mirando hacia
atrás con desprecio antes de desaparecer.) (La huida de ESCULAPIO
es solemne, contrastando con el caos.)
CACARIZO: (Conciliador) ¡Visto
está, hijo mío! Los locos y los pobres siempre tenemos un lugar para los más
jodidos. Yo te conseguiré las yerbas, los hongos y los ungüentos para que
duermas tranquilo. La cordura de los curas es el verdadero mal. Nuestra locura
es honesta.
LA LOCA: Aquí tendrás el puesto más seguro. (Mira
al público con un gesto de bendición). El loco te cuidará, pues es el rey; el
oro rodará... pues viene y va... Todos te arroparemos y cuidaremos. ¡Bendito
seas entre los pobres locos, y que en nuestro lugar encuentres la única paz que
el mundo exterior no te dio! (Lo trata como a un bebé, le toca la frente en
señal de bendición).
(Siguen en su abrazo
colectivo. Se escucha una magnífica música tipo el Réquiem de Mozart. La acción
final es lenta, majestuosa y en contraste con el caos previo.)
Oscuro