domingo, 16 de noviembre de 2025

FRAY SONROJO (Para volar tengo alas:entremés) De Benjamín Gavarre


FRAY

SONROJO

(Para volar tengo alas:entremés)

De Benjamín Gavarre                                     

Este trabajo ha sido publicado para su difusión libre y abierta, aunque todos los derechos de propiedad intelectual están reservados. El uso público de este trabajo requiere el permiso del autor y para obtener permiso comuníquese con bengavarre@gmail.com o gavarreunam@gmail.com (Reg. Prop. Int. Expte. Bandeja de entrada) 

 

 

                                                                      

 

 


 

 

 

Personajes:

       CACARIZO: Es como un padrote retirado, pero ya no ejerce y ahora hace malos chistes. (El Proxeneta Sabio)

       FRAY SONROJO: Jovencito y sexy, recibe el acoso de todos y de todas.

       EL LOCUELO (Martincito): Se habla a sí mismo: "Oye Martincito, oye Martincito, ya llegó la luz, ya llegó la luz..."

       EL PADRE ESCULAPIO: Es el peor padre de la Iglesia y se quiere deshacer de su joven pupilo Sonrojo. (Hipócrita)

       LA LOCA DE SAN JUAN: A la que todos-todos le dan… en la noche de San Juan… Se levanta la falda a la menor provocación.

 

Escenario:

Un lugar liminal, entre un huerto y un cementerio: tierra de nadie. Este rincón es refugio habitual de locos y vagabundos que llegan a dormir, beber o realizar otros menesteres. De día, es un sitio bonito y soleado. De noche, es un lugar de encuentro para toda clase de vagabundos, proscritos o retirados del “Mundo” que buscan seguridad o un sitio donde pasar la noche. Está situado cerca de un mercado o un templo. Este rincón es el hogar de La Loca de San Juan, el Locuelo (Martincito) y CACARIZO, pero siempre está abierto a recibir huéspedes inesperados.


Escena Única

 

TIERRA DE NADIE, “Claustro” al aire libre.

 

(Al inicio del entremés están LA LOCA, EL LOCUELO (MARTINCILLO) y CACARIZO cada quien en su esquina. Entra FRAY SONROJO, y los ve con un temor y timidez. Detrás de él y casi al mismo tiempo, entra EL PADRE ESCULAPIO (en adelante solo ESCULAPIO) que tiene una cuerda atada a Fray Sonrojo, como la que se usa hoy día con los perros, que se alarga y se puede bloquear con un dispositivo simple.)

 

ESCULAPIO: ¡Almas de buena fe! Vengo a solicitar ayuda para este pobre muchacho, portento de malos hábitos y conductas inapropiadas. ¡Quiero que le mostréis al FRAILE SONROJO lo mal que puede acabar, si continúa con su sinrazón. Qué mejor que ustedes que han caído en la Perdición para que se mire en el espejo de su posible futuro miserable si continúa con su mala conducta.

CACARIZO: (Ignora las ofensas que ESCULAPIO ha soltado sin ningún reparo. Despliega una mano y la vuelve a guardar, después de haber hecho rápidos cálculos). Mhhh… Yo no lo veo tan inapropiado, lo veo medio flacucho, pero con una buena facha… Si se alimentara un poco mejor, podría encargarse de unas muchachas que yo conozco... que necesitan un buen mozuelo que les quite su dinerito... del que me tocaría una buena parte.

LA LOCA: (Se incorpora con brusquedad). Querrás hacer del muchacho un proxeneta, para ser tú el padrote del proxeneta… ¡Jesús, qué atrevimiento! ¿No veis que en éste, nuestro territorio, yo soy la que me quedo con todas las ganancias? A ver, muchachito, date la vuelta que queremos verte el paquete y el trasero para ver si nos servís de mercancía o de encargado de la mercancía…

ESCULAPIO: (Luchando con El Locuelo que se retuerce). ¡Aguanta, hijo! ¡Mira, santísimo varón! ¡Que te están echando buen ojo y reconocen que estás sexy y ponedor, aunque un poco flaquillo!

EL LOCUELO: (Acosa con descaro a Fray Sonrojo, lo huele y lo toca). A ver, dime tú, perro del hortelano, ¿por qué te trae atado ese hombre que lleva puesta una bata color caca…? Dime tú, flaco angelito… (Ahora acosa a ESCULAPIO) ¿Y quién es este señor sangrón con cara de Guajolote? ¿Por qué te trae amarrado como un cerdo, si quien parece un cerdo es él, después de tragarse con gula unas gallinas correosas y una zarigüeya atorada en un arbusto! Naaaa, no lo soporto Tiene color de piojo hervido, Guau! ¡Guau! Martincito, Martincito, Guau.

ESCULAPIO: (Aterrado). ¡Yo no soy perro, para que me ladres… Soy el siervo de mi gleba! Soy un santo varón…

EL LOCUELO: Naaa… eres una perdida de tiempo, mejor me dedico a entrevistar a este mochacho singular… Qué tienes para mí… Ji, ji.

FRAY SONROJO: Yo solo quiero ser un campesino libre, quiero vender patatas y cebollas... Soy un pobre muchacho vulnerable, ay…

EL LOCUELO: ¡Pues yo soy el rey! Y declaro mi ahijado y protegido a este hermoso muchacho… Oye Martincito, oye Martincito ya llegó la luz, ya llegó la luz… (Con sabiduría profética) ¡Si alguien se atreve a tocarlo, yo mismo le llenaré la cabeza de piojos! Y me los iré comiendo uno tras otro como si fuera la mamá orangután limpiando a sus bebitos… (Se habla a sí mismo muy enloquecido) Martincito, ¿qué me dices Martincito…? ¿Que eso no está bien?...

LA LOCA: (Al Locuelo). Yo sé bien que tú nos protegerás de los malos augurios. Quítale esa correa que le han puesto al Fraile perro, que yo mismo quiero enseñarle lo que llevo puesto. (Se levanta la Falda y le enseña sus calzones al Fraile Sonrojo). Mira Frailecito, eres tan lindo que quisiera yo llevarte al campo conmigo… ahí cultivaremos patatas y cebollas y coliflores y pepinos y sandías y papayas… (Trata de ser sensual) ¿Te gusta lo que ves? Porque puedo enseñártelo del revés...

FRAY SONROJO: (Aterrado). Dios padre misericordioso, que me has traído aquí al infierno en la tierra. No quiero ser mártir, no me quiero ir con esta santa señora y no quiero ya cultivar patatas ni cebollas... Yo me quiero ir a una playa en el Caribe y que me consienta un gran duque o un señor feudal.

EL LOCUELO: ¡Haberlo dicho antes! Yo soy Duque, yo soy señor feudal. Soy Príncipe, es más, ¡yo soy Dios! Yo te llevo a Cancún o a Las Canarias y ahí te compro un helado de limón mientras vemos la puesta del sol y vemos como se tiran los clavadistas desde la Quebrada… ¡Vámonos todos a Acapulco, yo invito…!

FRAY SONROJO: (Gritando). ¡Eso no tiene sentido! Yo no quiero ir con usted porque está muy loco. Todos ustedes me dan miedo y yo quiero una vida normal, con una casa en la comarca y quiero tener unas gallinas y un puerquito y cultivar patatas y cebollas.

CACARIZO: Patatas y cebollas… ya lo dijiste… y luego te desdijiste, quién te entiende… Pero vamos muchacho, con esa pinta tú puedes conseguirte a una duquesa, a un marqués, o una hermosa puta… Yo también puedo, si quieres, ser tu protector… te puedo quitar tu dinerito, pero ya sabes: ¡un 85% para mí!

EL LOCUELO: (Da rienda suelta a su locura, cambia el tema) Martincito, Martincito ya la luz llegó, ya llegó la luz… (Riendo, mientras simula sacudirse el polvo del hombro). ¡Yo tengo un chiste para las alacenas vacías de mi abuela! ¿Qué hacía una señora piadosa de la corte que no tenía para pagar al sastre?

LA LOCA: (Entra rápidamente en su juego) ¿Qué hacía?

CACARIZO: (También se inserta en la cadena de chistes malos) Yo sé: ¡Les rezaba a todos los santos para que le cosieran los agujeros de las medias!

TODOS: (Se escucha sonido de platillo de chiste malo, "Ba dum tss", e inmediatamente después la desaprobación de todos). ¡Daaa!

LA LOCA: Yo lo tengo, yo lo tengo: La señora piadosa se comía los mocos y embarraba caracoles en las ventanas para que nadie pudiera ver lo que pasaba adentro. Al Sastre nunca le pagaba y ensuciaba los trajes finos…

TODOS: (El Locuelo y CACARIZO se miran con un gesto de desaprobación cómica). ¡Uf! ¡Ese fue peor!

ESCULAPIO: Yo creo que esa buena mujer de la corte se preocupaba por los niños del barrio y les ataba una cuerda al cuello como si fueran perros para convertirlos en mártires y así lograr la salvación del cielo.

FRAY SONROJO: (Se lleva las manos a la cabeza, ignorando los chistes y la mofa). ¡Aquí todos son demonios! ¡Esto es una competencia infernal de sinsentidos…! Yo quiero vivir en una cabaña, con unas ovejas y un perrito, y quiero unas cabras y comer queso de cabra…

LA LOCA: Y te haría falta una mujer, una mujer que te cocinara las patatas y las zanahorias… qué dices, estoy en oferta.

EL LOCUELO: (Vuelve a la sarta de chistes) Yo tengo un chiste para los solitarios que viven con su perro y con sus ovejas… ¡Lo quieren oíiir?

FRAY SONROJO: (Cediendo un poco) Ya qué. Yo quiero oír el chiste de las ovejas…

EL LOCUELO: Un pastorcito como el fraile Sonrojo vivía en el campo con un perro y muchas ovejas. Un día, un amigo de la ciudad fue a visitarlo y le preguntó: — Oye, ¿eres de los que se acuestan con ovejas? — ¡Qué asco!... Y el pastorcito, muy tranquilo, le contestó: — Y si vieras los tríos que organizo con el perro…

FRAY SONROJO: ¡Auxilio, ¿dónde estás mi Dios?! Yo ya no quiero irme al campo, no quiero tener ovejas, no quiero tener perros… ¡yo quiero una vida santa y con voto de pobreza en una Ermita! ¡Quiero ser anacoreta y que nadie me moleste! (Inicia el que evidentemente es un largo y lastimero discurso sobre su destino) Mi destino en el Mundo, en el Siglo, ya no es para mí, ni tampoco lo es el Claustro donde viven monjes malvados… Yo prefiero ser un eremita solitario, un anacoreta, un siervo de Dios en el Desierto… así, de la misma forma que Jesús, nuestro Señor, caminó por el…

 

(Hartos del discurso, El Locuelo, La Loca y CACARIZO, sin decir palabra y coordinados, lo interrumpen y le dan pamba, con cómica violencia leve: Tres golpes rítmicos y rápidos en la espalda o la cabeza.)

FRAY SONROJO: (Voz de niño regañado, aguda y temblorosa). ¡Ah! ¡Me habéis golpeado! ¡Seréis castigados! (Se palpa el cuello. Su mirada cae en la correa. Pausa dramática. La mira con terror y luego con asco. La arranca de un tirón y la arroja al suelo como una serpiente muerta. Uso de la Correa) ¡Miren! ¡Soy libre! Ya no tengo la correa que me ataba a ese miserable Padre Esculapio, el peor de todos los religiosos...

(Su voz se transforma, volviéndose grave, teatral y resonante. Énfasis en el Contraste de Voces)

Ahora... ahora sé lo que soy. Seré una aberración maligna, ¡seré un Ángel del Infierno! Seré como Satanás, y a todos ustedes los llevaré al abismo del Mal. (Mira fijamente a LA LOCA y a CACARIZO). Ahora, ustedes serán mis esclavos, serán mis perros... ¡Yo! ¡Yo! ¡Yo seré el más infernal de los demonios! (El cambio de víctima a demonio es total.)

(FRAY SONROJO, después de esta acción dramática, tiene un episodio de convulsiones y cae desmayado, rígido, junto a la correa.)

ESCULAPIO: (Desesperado, intentando calmar el ambiente). Señores míos… Señora… ¿han visto ustedes con lo que tengo que lidiar todos los días…? Fray Sonrojo sufre de una indisposición del pneuma... y los humores de la bilis y la melancolía entran en colisión y cada tanto es poseído por el espíritu demoniaco… y yo lo trato de convencer que puede ser un santo, un mártir... para saber si existe una cura para sus posesiones diabólicas…

EL LOCUELO: (Con mucho ritmo, se habla a sí mismo con el nombre de Martincito) Yo conozco unas palabras para los exorcismos… Escucha, Martincito, Martincito, sácale el diablo a este mocitoooo que está muy loquito.

CACARIZO: No, Locuelo. Loquito estás tú. Yo me sé otro remedio para los poseídos por temblores… Cuando yo era proxeneta en Andalucía, a una muchacha... le agarraba el mal de san Vito y se convulsionaba toda... no era nada del demonio. Era porque no comía yo creo... o porque ya eran demasiados los hombres... un doctor me dijo que es una enfermedad que hasta a los reyes les da...

ESCULAPIO: Yo tengo que irme, (A CACARIZO, que lo mira con los ojotes abiertos) Señor proxeneta, si le consigue unos de esos remedios contra las convulsiones se lo agradeceré infinitamente.

FRAY SONROJO: (Se incorpora débilmente, mirando al ESCULAPIO con desprecio). Ya, ya te he escuchado que me quieres abandonar como un perro después de haberme tratado como un perro… Yo aquí me quedaré si me abandonas, mal hombre desgraciado abandona-frailes… ¡Vete y no vuelvas más!

LA LOCA: (Extrañamente maternal) Aquí podéis pasar la noche, hijo mío. Yo prometo no subirme la falda y no tratar de propasarme contigo.

EL LOCUELO: (Afectuoso con el Fraile, a su manera) Yo también prometo no propasarme contigo y sin jugar a los espadazos… (Se ríe). A ver, un chiste, qué le dijo un pepino a otro pepino…

CACARIZO: (Obsceno) Ese yo me lo sé: “Ya es hora de que hablemos de tú a tú”, ja, ja...

EL LOCUELO: Ah, no estáis tan descaminado, Proxeneta, pero no.

CACARIZO: Y entonces, qué le dijo

EL LOCUELO: (Pierde todavía más la cordura) Martincillo, Martincillo, tienes cara de zorrillo...  Ja, ja, ji, ji… Yo tengo un chiste, ¿lo quieren oír...?

FRAY SONROJO: (Se interesa por el chiste, pero continúa siendo reticente) Ya… ¿Y luego? ¿Qué pasó con los pepinos? ¿Lucharon, jugaron a los espadazos, se tomaron una siesta?

EL LOCUELO: Ah, eso yo no lo sé... Yo tengo un chiste, ¿lo quieren oír...?

FRAY SONROJO: (Harto de la situación. Se levanta decidido a irse). ¡El diablo os confunda y los lleve al infierno, pero no conmigo! ¡Yo me voy a la ciudad más rica, donde no haya locos que cuenten malos chistes ni Locas impúdicas que se levanten la falda! ¡Con Dios! (Se levanta decidido a irse). ¡El diablo os confunda y los lleve al infierno, pero no conmigo! ¡Yo me voy a la ciudad más rica, donde no haya locos que cuenten malos chistes ni Locas impúdicas que se levanten la falda. ¡Con Dios!

(El Fraile se va lentamente, intentando conservar la dignidad.)

EL LOCUELO: (Gritando sus palabras proféticas dirigidas especialmente a Fray SONROJO, que todavía se encamina hacia la salida). ¡Yo conozco las verdades del pasado y del futuro…, Fraile! (Con delirio profético) ¡En el pasado, los clérigos se casaban y luego el Papa les quitó ese privilegio...! ¡En el futuro los epilépticos tendrán remedio y nadie pensará que están locos..., como ahora! ¡Las medicinas como el opio y los hongos del cornezuelo se tomarán en grageas y gotas mágicas! ¡Ven a mis brazos, Fray Sonrojo! ¡Yo soy el rey! ¡Hermoso muchacho! Te cuidaré cuando convulsiones te den, te controlaré la lengua... ¡y Doña Loca te pondrá cremita y te dará leche caliente para que te calmes!

(La Loca le da una palmadita suave en el trasero al Locuelo. Luego saluda cariñosa y desde su lugar a Fray Sonrojo, quien como un perrito sin dueño, regresa lentamente necesitado de ternura y protección. Todos lo abrazan y lo reciben en “su nuevo hogar”. CACARIZO se une al abrazo colectivo. ESCULAPIO, quien se da cuenta de que ya no está en la “rifa”, se aleja LENTA Y SILENCIOSAMENTE por el fondo, mirando hacia atrás con desprecio antes de desaparecer.) (La huida de ESCULAPIO es solemne, contrastando con el caos.)

CACARIZO: (Conciliador) ¡Visto está, hijo mío! Los locos y los pobres siempre tenemos un lugar para los más jodidos. Yo te conseguiré las yerbas, los hongos y los ungüentos para que duermas tranquilo. La cordura de los curas es el verdadero mal. Nuestra locura es honesta.

LA LOCA: Aquí tendrás el puesto más seguro. (Mira al público con un gesto de bendición). El loco te cuidará, pues es el rey; el oro rodará... pues viene y va... Todos te arroparemos y cuidaremos. ¡Bendito seas entre los pobres locos, y que en nuestro lugar encuentres la única paz que el mundo exterior no te dio! (Lo trata como a un bebé, le toca la frente en señal de bendición).

(Siguen en su abrazo colectivo. Se escucha una magnífica música tipo el Réquiem de Mozart. La acción final es lenta, majestuosa y en contraste con el caos previo.)

Oscuro


 

                                                          


viernes, 14 de noviembre de 2025

 










 

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EL PAN ALIENÍGENA Y LA BRUJA MALVADA: OCHO ENTREMESES.    Por Benjamín GAVARRE



Este trabajo ha sido publicado para su difusión libre y abierta, aunque todos los derechos de propiedad intelectual están reservados. El uso público de esta obra requiere el permiso del autor y para obtener la autorización correspondiente comuníquese con bengavarre@gmail.com o gavarreunam@gmail.com (Reg. Prop. Int. Expte. Bandeja de entrada)
























Entremés 1: La Caridad y los Orines de Doña Loca

 

 

(Entra FRAY LAMBERTO, sudando bajo el peso de la estatua).

FRAY LAMBERTO: ¡Paz y bien, vuestras mercedes! Vengo a solicitar vuestra ayuda para los desamparados. Una limosna para San Roque, ¡que os proteja de la peste!

EL CACARIZO: (Abriendo un ojo). Andabades perdido, su señoría. No traemos ni para un trago de vino y nos viene a pedir para otros.

LA LOCA: (Se incorpora de golpe). ¿Limosna? ¿A nosotros? ¡Josú, qué atrevimiento! ¿No veis que esta es nuestra esquina, nuestro puesto de trabajo? ¡Estáis invadiendo mi jurisdicción, hombre de tela!

FRAY LAMBERTO: Pero, buena mujer, la caridad no conoce de territorios...

LA LOCA: ¡Pues la mía sí! Y tú, con ese muñecote, me estás espantando a la clientela. ¡Agora mismo la gente decente pasa de largo por no toparse con tres pedigüeños en lugar de dos!

EL CACARIZO: ¡Ansi es! ¡Esto es competencia desleal! Vaya a pedirle a los mercaderes. ¡Ellos son los que tienen los bolsillos llenos y la conciencia sucia!

FRAY LAMBERTO: ¡Pero es por una buena causa! ¡El santo necesita un manto nuevo!

LA LOCA: (Se acerca y escudriña la estatua). ¿Y por qué no le pides al santo que se haga uno? ¡Tantos milagros y no puede tejerse un capote! Mira, santurrón, te propongo un trato. Quédate a dormir aquí esta noche. Si aguantas hasta el alba sin que te roben las sandalias y después del baño de orines que me echo a medianoche, te doy todo lo que junte mañana.

(Fray Lamberto mira con horror el rincón inmundo. Retrocede, balbuceando).

FRAY LAMBERTO: Yo... creo que San Roque prefiere quedarse ansina, sin manto. ¡Con Dios!

(El fraile sale huyendo. La Loca y El Cacarizo ríen a carcajadas).

EL CACARIZO: ¡Le hemos ganado la batalla al cielo!

LA LOCA: ¡Por los cordones de mi abuela, claro que sí!

(Se ponen de pie y miran al público).

LA LOCA: (Al público). Y con esto habéis de aprender, / que hasta para pedir limosna, / hay que guardar la persona / ¡y el sitio para mecer!

(Hacen una reverencia cómica y se vuelven a acomodar. Oscuro).



 

Entremés 2: El Sortilegio, el Converso y el Guiño Travieso

 

ALGUACIL: ¡Doña Sortilegio, queda usted acusada de brujería y tratos con el Maligno!

DOÑA SORTILEGIO: ¿El Maligno? ¡Pero si yo a ese señor ni lo conozco! Mis tratos son con la Virgen de Guadalupe, y todo con licencia del obispado, ¡a ver si te crees!

DON CONVERSO: ¡No mientas, mujer! ¡Te han visto echar las cartas y vender pócimas! ¡Eso es obra de Satanás, como bien sabemos los de tu calaña!

DOÑA SORTILEGIO: Mira, Don Converso, que tú me tengas envidia porque a mí me compran el chorizo y a ti te escupen por usurero, es una cosa. Pero que vengas a levantarme falsos porque tu sangre de judío no soporta mi éxito, ¡es otra muy distinta!

(Entran Pedro y Juan. Al ver a Benito Bonito, se detienen en seco. Benito es tan guapo que parece una pintura; masculino, pero de una perfección que aturde).

PEDRO: (En voz baja a Juan). ¡Por el cielo santo, qué portento de criatura!

(Mientras beben, Juan le guiña un ojo descaradamente a Benito. Benito se sonroja. Hay una leve tensión entre él y su madre, que lo mira de reojo, casi con celos de la atención que recibe).

DON CONVERSO: ¡No se deje engatusar! ¡Llévatela!

DOÑA SORTILEGIO: ¡Quieto ahí! Te lo advierto, Converso. Si no retiras tus calumnias, lanzaré sobre ti un sortilegio tan terrible que se te secarán los higos, ¡y cada vez que cuentes tus monedas, se te convertirán en botones!

(Don Converso se pone pálido).

DON CONVERSO: Yo... era una broma. ¡Vámonos, muchachos!

(Sale a toda prisa. Pedro y Juan lo siguen, pero antes, Pedro se gira y le lanza un beso volado a Benito, que se esconde detrás de un jamón).

DOÑA SORTILEGIO: (Al público, mientras el Alguacil se sirve un trozo de queso). Del judío y la calumnia, / y del guiño zalamero, / me defiendo con esmero, / ¡que en mi tienda no hay penuria!

(Le cobra el queso al Alguacil con gesto triunfal. Oscuro).


 

 






Entremés 3: El Ritual de la Apertura

 

  • Personajes: DOÑA SORTILEGIO, MARICRUZ.
  • Escenario: La Venta, a primera hora.

DOÑA SORTILEGIO: ¡Josú, qué paliza! Abrir esta Venta es más duro que pedirle un préstamo a Don Converso. ¡Alimpiar, traer el carbón, espantar las ratas...!

(Entra MARICRUZ, angustiada).

MARICRUZ: ¡Doña Sorti, por favor, necesito su ayuda! ¡Es por Anacleto, el boticario! ¡Écheme las cartas, por caridad!

DOÑA SORTILEGIO: ¿Anacleto? ¡Ese tiene menos futuro que un capón en Navidad! Mira, niña, agora mismo la única carta que te puedo echar es la de la puerta. ¡Anda, ve y que te dé un aire, y a Anacleto, mándalo a freír espárragos!

MARICRUZ: (Lloriqueando). ¡Pero es urgente!

DOÑA SORTILEGIO: ¡Y urgente es que yo almuerce! ¡Venga, fuera!

(Maricruz sale desolada. Doña Sortilegio se apoya en la escoba y mira al público).

DOÑA SORTILEGIO: No hay achaque ni tormento / que se iguale al mal de amores, / mas con tantos quehaceres, / ¡no hay tiempo para aspavientos! / Que si el novio la miró, / que si el otro no sé qué... / ¡Más les vale, por su fe, / ayudar con el fogón!

(Da un escobazo al aire y se pone a trabajar. Oscuro).






 

 









































Entremés 4: Los Pacientes del Secreto a Voces

  • Personajes: DOÑA SORTILEGIO, BENITO BONITO, GASTÓN Y PASCUAL, DOCTOR SANGUIJUELO.
  • Escenario: La Venta. Gastón y Pascual entran, caminando con las piernas arqueadas.

GASTÓN: ...y me trujo un ungüento de manteca de cerdo y mercurio. ¡El muy taimado me dijo que me va a arder justo ahí, ahí mismísimo, como el infierno, pero dice el dotor que ansina se mata el chancro!

PASCUAL: ¡Peor lo mío! ¡Para el mal francés me recetó beber mis propios meados por la mañana! ¡Dice que el miasma se combate con el propio humor!

(Doña Sortilegio y Benito Bonito hacen una mueca de asco. Benito rocía discretamente agua con romero por el aire).

(Entra el DOCTOR SANGUIJUELO).

DR. SANGUIJUELO: ¡Doña Sortilegio, un vino! (Ve a sus pacientes). ¡Hombre, Gastón! ¡Pascual! ¿Qué tal ese caminar de tanto montar... yeguas ajenas? (Ríe. A Benito y a doña Sortilegio). Al señor Gastón le receté mercurio para quitarle el fuego de la entrepierna. Ahí, ahí mismito. (Sortilegio y Benito hacen caras de “DEMASIADA INFORMACIÓN”). ¿Y tú, Pascual, vas a saborear los orines de la mañana? Yo me imagino ehh, que son sabrosos… (Ríe con estruendo).

GASTÓN: ¡Dotor, por todos los santos! ¡Guarde vuestra merced el secreto!

PASCUAL: ¡Que nos está poniendo en vergüenza delante de todo el mundo!

DR. SANGUIJUELO: ¿Secreto? ¿Qué secreto? ¡El secreto profesional es un invento que todavía no existe! (Guiña un ojo al público). ¡Vuestro achaque es un trofeo de vuestras conquistas!

(Gastón y Pascual, humillados, tiran unas monedas y salen casi corriendo. Benito y Doña Sortilegio hacen movimientos estrafalarios para ahuyentar los males, usando un rociador contemporáneo. El DOCTOR SANGUIJUELO estorba y lo quitan en una coreografía disparatada).

DOÑA SORTILEGIO: Vaya, vaya, su señoría. Con esa discreción, pronto tendrá que curarse a sí mismo de la soledad.

DR. SANGUIJUELO: (Al público). No entienden que la cura empieza / al publicar la dolencia, / ¡pues no hay mejor penitencia / que la pública vergüenza!

(Se bebe el vino de un trago. Oscuro).


 


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Entremés 5: El Extraño Coqueteo de Ariadno

Personajes:

  • ARIADNO: El artista dramático.
  • DOÑA SORTILEGIO
  • BENITO: Su hijo.

Escenario: El mostrador de la Venta.

(Ariadno está apoyado en el mostrador, mirando a Doña Sortilegio con una intensidad teatral).

ARIADNO: ¡Oh, Sortilegio, matrona del comercio y musa del chorizo! ¡Tu pragmatismo es un bálsamo para mi alma atormentada por la belleza! ¡Eres como una escultura romana, tallada en la piedra de la resiliencia!

DOÑA SORTILEGIO: (Sin levantar la vista de sus cuentas). O sea, que parezco vieja y dura. Gracias, Ariadno. ¿Qué quieres hoy? ¿Ochenta pesos para un taxi o la crítica de mis nuevos pendientes de fantasía?

ARIADNO: ¡Quiero la luz de tu presencia! ¡Y quizás un poco de queso para acompañar mi inspiración!

(Benito se acerca por detrás del mostrador, para recoger unos platos).

BENITO: (A Ariadno, con timidez). Señor Ariadno, el otro día vi sus dibujos en el mercado. Son muy... expresivos.

(Ariadno se gira. Su intensidad no disminuye, simplemente cambia de objetivo. Mira a Benito de arriba abajo).

ARIADNO: ¡Ah, la juventud! ¡El lienzo en blanco! Tienes unos ojos, muchacho, que parecen dos pozos de misterio. ¡Una estructura ósea de efebo griego! ¡Digno de ser inmortalizado en carboncillo!

BENITO: (Sonrojado). ¿De verdad?

ARIADNO: ¡Palabra de artista! (Se acerca a Benito y le susurra). Y tú, ¿qué piensas del arte? ¿Crees que la belleza es objetiva o una mera construcción social?

DOÑA SORTILEGIO: (Carraspea ruidosamente). El queso está a tres reales la cuña, Ariadno. Y mi hijo tiene que ir a por leña.

(Ariadno queda atrapado entre los dos. Mira a Sortilegio con su pose de galán trágico, y luego a Benito con su mirada de mentor artístico).

ARIADNO: ¡El dilema! ¡La vida terrenal contra la inspiración etérea! (Le guiña un ojo a Sortilegio). Necesito el sustento que me ofreces, mi Venus de la Venta. (Luego le susurra a Benito). Pero mi alma necesita conversar con la tuya, mi joven Apolo.

BENITO: Yo... Soy muy joven todavía…  ¡What a F…uck!

DOÑA SORTILEGIO: (Le pone el queso en el mostrador). Tres reales. Y deja de engatusar a la familia, que ni tengo dinero ni mi hijo tiene tiempo para tus clases de dibujo.

(Ariadno suspira, derrotado pero no vencido. Coge el queso, le da un mordisco, mira a Benito, luego a Sortilegio, y sale de la tienda con la misma dignidad de un rey destronado. Benito y Sortilegio se quedan mirando, sin saber muy bien qué acaba de pasar. Oscuro).

 


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Entremés 6: El Pan Extraterrestre y la Bruja Lectora

 

  • Personajes: LA LOCA, DOÑA SORTILEGIO, BENITO BONITO, JUAN.
  • Escenario: La Venta.

(Entra LA LOCA, con una tostadora del siglo XXI y una bolsa de "Pan Bimbo").

LA LOCA: ¡Atención, mortales! ¡He aquí un artefacto del Olimpo! ¡Y el pan de los ángeles, que no tiene corteza!

DOÑA SORTILEGIO: ¿Otra vez robando, Loca? ¿Y qué es ese pan tan pálido? Parece enfermo.

LA LOCA: ¡Esto es el futuro! Se mete aquí, se le baja una palanca y ¡zas! ¡Sale dorado y caliente!

DOÑA SORTILEGIO: ¿Y eso de dónde viene… Seguro del fondo del infierno. Se conecta a un rayo en medio de una tormenta?

LA LOCA: ¡Me ofendes! ¡Esto vale cinco reales!

DOÑA SORTILEGIO: Medio real. Y a ver qué hago yo con un pan que parece fantasma.

LA LOCA: ¡Eres una usurera! ¡Una...! ¡Una BRUJA!

DOÑA SORTILEGIO: (Sonríe). ¿Bruja? ¡Justo la palabra que quería oír, viniendo de quien sí parece Bruja! Siéntate, que por SER DE MI AGRADO te has ganado una lectura de cartas.

(La Loca se sienta. Benito se acerca, fascinado por la tostadora).

BENITO: ¿Y cómo funciona? ¿Con magia?

LA LOCA: ¡Con electricidad, tonto! ¡Eso sí, habrá que esperar un par de siglos! Mientras, puedes quedarte viendo tu propio reflejo en el metal. Ya… Eres tan guapo que mareas.

(Benito se acerca mucho a La Loca, que le lanza un escupitajo en la cara. Benito rompe a llorar, berreando en una esquina).

(Entra Juan).

JUAN: Benito, qué te ocurre… (Lo abraza). ¡Eh, guapo! ¿Qué te han hecho?

(Juan consuela a Benito, que se deja y no. La Loca se encoge de hombros. Doña Sortilegio levanta las cejas, como diciendo, esto yo lo venía anticipando).

LA LOCA: (A Sortilegio). Demasiada belleza junta, empalaga. Venga, échame esas cartas. ¿Sabe? ¡Yo, en mi juventud era tan bella que paraba el tráfico!

(Doña Sortilegio baraja, LA LOCA guiña un ojo al público. Oscuro).


 


 

 

 



 

 



Entremés 7: El Cortejo del Abrevadero

 

  • Personajes: EL GALA, BENITO BONITO, MÓNICA, DOÑA SORTILEGIO.
  • Escenario: Un abrevadero público.

BENITO: (Al público). Y entonces, hacía su entrada triunfal. El Gala. Cada visita al abrevadero era un cortejo. Un arco de triunfo personal.

(El Gala se acerca a la fuente. Mónica lo espía, embelesada. El Gala llena su botellón de agua con movimientos de un caballero en la corte).

MÓNICA: ¡Qué donaire! ¡Qué manera de agarrar el botellón!

BENITO: (Al público). Mónica veía justas y torneos. Yo, a un pobre diablo con sed. Pero hay que admitir que hasta el caballo del alguacil dejó de beber para mirarlo.

(La voz de Doña Sortilegio rompe el silencio).

DOÑA SORTILEGIO: ¡Oye, tú, el guapo! ¡Deja algo de agua para los cristianos, que con tanta sed que te cargas vas a secar la fuente!

(Mónica, harta de esperar, corre hacia El Gala y le planta un beso rotundo).

MÓNICA: ¡Ya está bien de tanto mirar!

(El Gala, sorprendido, le devuelve el beso. Mónica se separa, triunfante).

MÓNICA: (Gritando). ¡LO LOGRÉ!

(Se va pavoneándose. Benito deja su rol de narrador y corre hacia su madre).

BENITO: ¡Madre! ¿Lo has visto? ¡Te lo dije! ¡Se lo ganó la Mónica!

EL GALA: (Al público, limpiándose los labios). Vuestras mercedes perdonen, es que uno tiene el corazón muy compartido. ¿Qué se le va a hacer?

(Bebe de su botellón con aire de conquistador. Oscuro).


 

 

 

Entremés 8: El Gato Renovado y el Gran Final

 

  • Personajes: DOÑA SORTILEGIO, BENITO BONITO, VECINA ANGUSTIAS, TODOS.
  • Escenario: La Venta. Un olor extraño invade el lugar.

(Entra la VECINA ANGUSTIAS, llorando).

VECINA ANGUSTIAS: ¡Doña Sortilegio, mi Mishi, mi gatito, ha desaparecido! ¡Era un gato persa, blanco como la nieve!

(Benito se queda paralizado. Conecta el olor del caldero que escondió con la descripción del gato. Mientras su madre consuela a la vecina, Benito corre a la trastienda).

DOÑA SORTILEGIO: Ay, Angustias, qué disgusto. Seguro que volverá.

(Benito regresa con un gato de peluche blanco, al que le ha atado un cascabel).

BENITO: ¡Vecina! ¡Mire! ¡Lo encontré! Estaba dormido en un saco de harina.

VECINA ANGUSTIAS: (Coge el gato). ¡Mishi! ¡Estás algo tieso, hijo mío!

BENITO: Es que ha sido renovado, por la Ciencia del Futuro. ¡Es el nuevo Gatito sustituto que me vendió la Loca del pueblo! ¡No necesita comer, no araña los muebles y no volverá a escaparse!

(La Vecina Angustias abraza al gato. De repente, todos los personajes irrumpen en escena).

TODOS: (Cantando).

¡El gato ha sido renovado, / con estambre y con primor, / si tu pena te ha agobiado, / ¡siempre hay una solución!

¡No más fugas ni maullidos, / ni guisados con misterio, / los problemas ya se han ido, / ¡que comience el regocijo!

(Comienzan un baile festivo. Doña Sortilegio baila con El Converso. El Doctor con La Loca, Mónica con El Gala, los Muchachotes con Benito. Al final, se detienen).

DOÑA SORTILEGIO: (Al público). Y con este baile y canción, / damos fin a la comedia.

DR. SANGUIJUELO: Si os ha gustado la función, / contadlo sin más anuencia.

BENITO BONITO: Y si el gusto no fue tal, / y os pareció un desatino...

TODOS: ¡Recomendadla, con maldad, / a vuestro odiosísimo vecino!

(Hacen una gran reverencia final. Oscuro).