martes, 2 de octubre de 2018

La fiebre del heno Noel Coward




La fiebre del heno
Noel Coward


LOS BLISS
Judith, la madre
Sorel, la hija
David, el padre
Simón, el hijo
Clara, la sirvienta


LOS INVITADOS
Myra Arundell
Jackie Corynton
Richard Greathatn
Sandy Tyrell

La acción en la finca de los Bliss, situada en los alrededores de Londres. En nuestros días.

ACTO PRIMERO

Vestíbulo y saloncito en la casa de campo de los Bliss. Acogedor, pero muy desordenado. En las paredes, sin el menor sentido de la armonía, dibujos de Simón Bliss. Sobre el piano, en abigarrada confusión, partituras clásicas y bailables americanas. Muchas flores. Una escalera que da acceso a las habitaciones superiores. Debajo de la escalera, puerta de servicio.
Al fondo, puerta de entrada y ventana. A la derecha, puertaventana que comunica con el jardín. Puerta, a izquierda, que conduce a la biblioteca.

(SIMON, que viste una camisa de tenis muy sucia y pantalones de franela, está echado en el suelo y dibuja en grandes hojas de papel. SOREL, de aspecto más cuidado,
lee un libro de chillona cubierta, sentada en el diván.)

SOREL
¡Escucha esto, Simón!
(Leyendo)
Me llamaste al cruzar el umbral, hundiste una de tus ardientes manos en mis cabellos, vertiste en mis ojos tus ojos y, suavemente me dijiste: “Tráeme unos calcetines limpios y la corbata a rayas”...

SIMON
¡Qué bárbara! Esa mujer debía de estar en un manicomio.

SOREL
Y lo peor del caso es que somos amigas y tendré que darle mi opinión.
(Toma un cigarrillo de una cajita que hay junto al diván.)
¿Dónde está mamá?

SIMON
En el jardín, aprendiéndose de memoria los nombres de tas flores.
(Por su dibujo)
¡Qué fastidio! ¡No se me da hoy el lápiz!

SOREL
Tengo la impresión de que mamá está tramando algo. Se ha pasado toda la mañana consultando el barómetro.

SIMON
Sí; ya me he fijado. También ha desempolvado sus trucos escénicos. Sospecho que se está preparando para deslumbrar a alguien. A uno de esos jovencitos que le hacen la corte.

SOREL
Espero que no se le habrá ocurrido invitar a ninguno.

SIMON
Pues no me extrañaría nada. ¿Cómo está papá? ¿Tiene aspecto malhumorado?

SOREL
Se halla absorto en su trabajo.

SIMON
Pregúntale a Clara, entonces.

SOREL
Llámala con disimulo para que no se den cuenta.

SIMON
(Sin levantarse. A grito pelado)
¡Clara! ¡Clara!

SOREL
Confío en que mamá no habrá invitado a nadie este fin de semana.

SIMON
Parece preocuparte mucho. ¿Es que lo has hecho tú?

SOREL
Sí.

SIMON
¡Qué mona! ¿Y por qué no me avisaste?

SOREL
No sabía que pudiera importarte.

SIMON
¿Quién es él?

SOREL
Richard Greatham.

SIMON
No le conozco.
(Levantándose y enrollando la hoja)
¡Ea, lo terminé!

SOREL
Todo el mundo conoce a Richard Greatham.

SIMON
¡Qué mala suerte la del mundo!
(Va al piano.)

SOREL
No seas majadero, Simón. Es un diplomático. Me lo presentaron en el baile de los Main.

SIMON
Necesitará toda su diplomacia cuando esté aquí.

SOREL
Ya le he advertido... que no espere encontrar buenos modales en casa. De todas formas, espero harás lo posible por ser amable con él.

SIMON
Sorel, cariño, ¿por qué no dejas a tu familia en paz siquiera de sábado a lunes? ¿No te bastan los demás días de la semana para dedicarte a la pesca de marido?

SOREL
Si tuvieras tus lápices tan afilados como tu lengua, de seguro harías unas obras maestras.
(SIMON toca el piano. Entra CLARA, la criada, por la puerta de servicio)
Oye, Clara, ¿sabes si mamá ha invitado a alguien a pasar el fin de semana?

CLARA
¡Demonios! Espero que no. No hay nada que comer en casa y Amy tiene un terrible dolor de muelas...

SIMON
¡Pobre chica! Debe haber aceite de clavo por alguna parte.

CLARA
Lo ha probado, y se abrasó la lengua.

SOREL
Clara, ¿te has acordado de colocar unas flores en el cuarto japonés?

SIMON
El cuarto japonés es demasiado femenino para un diplomático.

SOREL
No seas pelmazo, Simón.

CLARA
No te preocupes, nena. El cuarto japonés parece el camerino de tu madre en noche de beneficio.

SIMON
Déjale sobre la cama un kimono de mamá. ¡Se muere de la impresión!

CLARA
¿Le has dicho a tu madre que esperas a tu amiguito?

SOREL
(Ofendida)
¡No es mi amiguito!

CLARA
(Recogiendo las hojas que SIMON dejó en el suelo)
Bueno, mujer, perdona...

SIMON
Clara, creo que Sorel empieza a avergonzarse de nosotros. En el fondo, tiene razón. Parecemos una tribu de salvajes.


CLARA
A propósito de salvajes... ¿No irás a dejar colgadas en el cuarto de baño a esas mujeres desnudas bailando en un prado?

SIMON
(Severo)
El desnudo posee una gran belleza estética, Clara...

CLARA
¿A ti te parece? He vestido y desnudado a tantas mujeres en el teatro que, la verdad, me cuesta creerlo.
(Sale)

SIMON
Clara se está haciendo mayor... Debíamos tomar más servicio.

SOREL
Ya sabes que no aguantan en casa. Tienes razón al decir que parecemos una tribu de salvajes. Desearía que cambiásemos de costumbres, que nos convirtiéramos en una familia más normal.

SIMON
¿Para qué? Vivimos estupendamente así.

SOREL
Pero es que somos tan poco sociables, Simón...

SIMON
Tu repentina pasión por un diplomático te ha trastornado. Ya se te pasará...

(Aparece Judith, la madre; por el jardín. Hace una entrada, teatral: Trae los brazos llenos de flores. Viste un conjunto de campo, pantalones y chaquetilla, que, al ser quitada, deja sus hombros al descubierto. Se cubre con un gran sombrero y lleva guantes de jardín.)

JUDITH
¡Aire, luz, cielo, flores! ¡Qué bello es ver amanecer! Los pájaros entonan sus cantos: Pío, pío, pío...
(Sin transición)
¡Qué sucio vas, Simón! No me explico cómo te las arreglas para acumular sobre ti tanta mugre, hijo mío.

SIMON
Muy sencillo: no me lavo.

JUDITH
Pues debes lavarte, niño. Con jabón, cepillo y estropajo.
(Deja las flores sobre la mesa y se quita los guantes)

SOREL
Dice Clara que Amy tiene dolor de muelas.

JUDITH
¡Pobrecilla! Hay aceite de clavo en el armario de las medicinas.
(Dudando)
¿Quién es Amy?

SOREL
La sirvienta... creo.

JUDITH
¡Qué barbaridad! ¿Cómo he podido tomar una criada que se llame Amy y tenga muelas? Dame un cigarrillo, cariño.
(SIMON le ofrece uno y le da lumbre)
Estas flores encarnadas con el tallo corto son delphiniums, ¿no?

SIMON
No, mamá. Los delphiniums tienen el tallo largo y la corola azul.

JUDITH
¡Es verdad! Esas tienen un nombre astronómico... ¡Aster! ¡Eso es! Espero que Clara habrá arreglado el cuarto japonés.

SOREL
¿El cuarto japonés?

JUDITH
Le he dicho que pusiera unas flores en los jarrones y encendiera el Buda...

SOREL
¡Qué casualidad! También yo le he ordenado lo mismo.

JUDITH
¿Tú? ¿Por qué?

SOREL
He invitado a Richard Greatham para fin de semana. Supuse que no te importaría.

JUDITH
¡Supusiste...! ¿Cómo te has atrevido hacer tal cosa?

SOREL
Por Dios, mamá. Es un diplomático.

JUDITH
Un diplomático en mi casa. ¡A lo que he llegado! Ponte en contacto con él inmediatamente, revoca tu invitación.

SOREL
Imposible. Está ya en camino.

JUDITH
Pues, a su llegada, que Clara le diga que hemos ido a hacer... ¡alpinismo!

SOREL
Sería una grosería y, además, deseo verle.

JUDITH
¡Qué cinismo tienes! ¿Te atreves a imponernos la presencia de un hombre al cual no conocemos?

SOREL
Otras veces lo he hecho.

JUDITH
Por excesiva condescendencia mía. Además, ¿dónde vas a alojarle?

SOREL
En el cuarto japonés.

JUDITH
Ni lo sueñes. El japonés es para Sandy Tyrell.

SOREL
¿Para quién?

JUDITH
Para Sandy TyreIl, querida.

SIMON
Caramba, mamá, podías habernos avisado

JUDITH
(Poniendo las flores en los búcaros)
Hace días enteros que os hablo de él. Adoro a Sandy Tyrell.

SOREL
¿Quién es, mamá?

JUDITH
Un ser exquisito. Siente una irrefrenable pasión por mí. Su amor me hace experimentar una sensación deliciosa largo tiempo olvidada.

SIMON
Mamá, ¿cuándo vas a renunciar definitivamente a ese género de cosas?

JUDITH
¿Debo entender que te permites criticarme?

SOREL
Tu conducta no es seria, mamá; reconócelo. Es ridículo verte aceptar que unos jovencitos que pueden ser tus hijos, te hagan la corte.

JUDITH
¿Y por qué se lo consientes tú a tu diplomático?


SOREL
Reconocerás que no es lo mismo.

JUDITH
¿Por qué? Si te figuras que tus vigorosos veintidós años te conceden el monopolio de las aventuras amorosas, lamento tener que desilusionarte.

SOREL
¡Mamá!

JUDITH
¡Hija! Vamos, cualquiera creería que tengo ochenta años. Hice mal no dejándote en el colegio hasta los treinta. Te hiere que me crean tu hermana mayor.

SOREL
Pero, reflexiona, mamá, ¿no te das cuenta de que es impropio de ti flirtear con jóvenes imberbes?

JUDITH
Imberbes, no. Tienen más barba que tu hermano. Además, que yo no flirteo. Mi conducta, fue siempre irreprochable. Bueno..., que yo recuerde. Me gusta sentirme adorada.

SOREL
Pero no tendría que gustarte.

JUDITH
Eres vieja, Sorel. No tienes espíritu. Creo que no te han educado como es debido.

SOREL
Estoy muy satisfecha de mi educación y celebraría poder decir otro tanto de tu moralidad.

JUDITH
(Se sienta junto a SOREL y la besa.)
Eres un encanto, Sorel. Te adoro y estoy locamente celosa de ti.

SOREL
(Echándole los brazos al cuello)
¿De veras? ¡Qué feliz soy! ¡Una mujer como tú, tenerme celos!

JUDITH.
Serás amable con Sandy, ¿verdad?

SOREL
Prometido. Oye, ¿por qué no le instalas en el cuarto dé la calefacción?

JUDITH
Imposible, ángel mío. Sandy es un atleta y las cañerías del agua caliente podrían perturbar la vitalidad de sus músculos.


SOREL
También la vitalidad de Richard puede sufrir idénticos riesgos.

JUDITH
Al contrario. Le servirá de entrenamiento para cuando le destinen a la embajada del Ecuador.

SIMON
¡Me pregunto qué de malo he hecho yo en la vida para recibir el castigo de tener que soportar una madre y una hermana dementes!

SOREL
No empieces, Simón.

SIMON
Detesto tener que soportar a tus amigotes.

JQDITH
Nada de peleas, niños.

SIMON
¿Sabéis lo que os digo? El cuarto japonés es una habitación de mujer y una mujer debe ocuparla.

JUDITH
Se la he prometido a Sandy, que se vuelve loco por todo lo oriental.

SIMON
A Myra también le encanta todo lo chino.

JUDITH
Te prohíbo confundir el Japón con la China. ¿Quién es Myra?

SIMON
Myra Arundell, mamá, a quien yo he invitado a pasar aquí el fin de semana.

SOREL
¡Esto es intolerable! ¿Qué dirá Richard?

SIMON
Se callará, como todos los diplomáticos.

JUDITH
Te has atrevido á invitar. ..

SIMON
No irás a reprochármelo. Tú nos has educado en el culto a la independencia...

JUDITH
Pero Myra Arundell tiene de la independencia una idea excesiva. Además, eres un niño y Myra puede ser tu madre.


SIMON
(Furioso)
Mamá, no te consiento... Myra tiene veinte años.

JUDITH
Claro, diez más que tú. Sabes muy bien que detesto a esa mujer y por eso me anuncias su llegada en el último momento, cuando es ya demasiado tarde para impedirlo. No esperaba de ti semejante desconsideración.

SOREL
(Magnánima)
A mí me tiene sin cuidado que venga o no esa cursi. Lo que temo es que no le sea simpática a Richard.

SIMON
Lo que tú temes es que lo sea demasiado.

SOREL
No seas insolente.

JUDITH
(Con voz lastimera)
Por todos los santos, Simón, ¿por qué no te buscas novia a la salida de los colegios y mandas a paseo a esa vampiresa de vía estrecha?

SIMON
(Furioso)
Myra no es una vampiresa. Además, sólo somos amigos.

SOREL
Mentira, mamá. Le deja que le coja la mano en el cine y él se siente hombrecito.

SIMON
(Asiéndola por los hombros)
¿Acaso te impido que te dediques a la caza y captura de ancianos en los bailes de sociedad?

SOREL
(Furiosa)
Richard no es un anciano. Es un diplomático.

JUDITH
(Separándoles)
¡Basta! Yo que pensaba pasar un fin de semana tranquilo, rodeada de las atenciones de Sandy... ¿Qué me espera, en cambio? La casa será un campo de batalla, tendremos que hacer cola para entrar en el baño.

SIMON
No te preocupes por Myra. Nos mantendremos apartados de todos.

SOREL
Richard y yo pensamos emprender una excursión por el río.

JUDITH
¿Por el río? ¿En qué? Te prohíbo que toques la lancha. Es el deporte favorito de Sandy.

SIMON
¿Además del cuarto japonés te quedas con la lancha? ¡Ah, no; mamá! ¿En qué llevo a pasear a Myra?

JUDITH
¡Te construyes una balsa...! ¡Cuando vuestro padre se entere de esto! ¡Pobre hombre!

SOREL
Richard y yo no haremos ruido, pero cédenos la lancha.

SIMON
Estás fresca. La lancha es mía.

JUDITH
¡La lancha forma parte de mi herencia, y hasta que me muera no la podéis tocar!

DAVID
(Apareciendo por la escalera, muy enfadado)
¿Se puede saber por qué diablos armáis ese escándalo?

JUDITH
¡Ay, David! ¡Yo me vuelvo loca!

DAVID
¿Cómo es que Clara no me ha subido el té?

JUDITH
No sé. ¿Hay que tomar el té? ¿Pero ya hemos comido?

DAVID
¿Dónde está Cara? ¡Rayos y centellas, que aparezca Clara!
(Aparece CLARA con servicio de té para uno)

TODOS
(Aprobando)
¡Muy bien, Clara! ¡Justa la salida! ¡Muy bien...!

CLARA
Aquí tiene su té. Amy había olvidado hervir el agua. Discúlpela La pobre tiene un dolor de muelas terrible.
(Sale)
(DAVID coge la taza de té y se dirige hacia la escalera)





DAVID
No quiero que se me moleste. Estoy trabajando.
(Se detiene)
Ah, Simón, escucha. En el tren de las cuatro y media llegará una señorita. Ocúpate de ella. Es algo tontita., pero es un tipo que me interesa estudiar de cerca. Sobre todo, sus reacciones en un ambiente familiar y acogedor. Dormirá en el cuarto japonés.
(Sale dejando tras de sí la muerte, el silencio y la devastación)

SIMON
(Tirando los almohadones al suelo)
¡Al diablo con todo! ¡Estoy harto! ¡El Japón se lo queda papá!

SOREL
¡Esta vida es insoportable! Todas las veces que hago un plan, alguien me lo tiene que estropear. ¡Quisiera poder marcharme de casa!

JUDITH
(Melodramática)
Hija, tus palabras me parten el alma.

SOREL
No me fastidies, mamá. Déjate ahora de teatro.

JUDITH
(Teatral)
Mis pequeños han cambiado desde hace algún tiempo. Es inútil que trate de ocultármelo a mí misma. Llega un momento en que hay que mirar la verdad cara a cara y aceptarla por cruel y amarga que sea.
(Obligando a SOREL a sentarse a su lado en el diván.)
Descansa tu cabeza en mi hombro, querida...

SOREL
(Gimoteando)
¡Richard tendrá que dormir en “la caldera “y la tontita de papá se alojará en el cuarto japonés...!

JUDITH
¡Primero tendrá que pasar por encima de mi cadáver!

SIMON
¿Tienes algún plan, mamá?
(JUDITH le atrae a su lado. Forman un cuadro patético y encantador)

JUDITH
Hijos míos, esta mañana he tomado una grave determinación.

SIMON
¿De que se trata?



JUDITH
(Tras asegurarse de que no hay oídos indiscretos)
¡Vuelvo a la escena!

SIMON
¡Sopla! Estaba seguro de que tramabas algo gordo.

JUDITH
No puedo consentir que mi vida se marchite inútilmente.
SOREL
Pero sé razonable, mamá. Te retiraste definitivamente el año pasado. ¿Cómo explicarás una vuelta tan imprevista?

JUDITH
Mi público, hija. Las cartas de mi querido público me obligan a regresar.

SIMON
¿Y has recibido muchas?

JUDITH
Ninguna. Esto me ha decidido.

SIMON
¿Has elegido obra para tu reaparición?

JUDITH
Repondré... “¡Amor pasional!”.

SIMON
(Echándose en el sofá, presa de un ataque de risa)
¡Mamá, qué horror! ¡Me muero! ¡Sorel, dame un masaje en el estómago!
(SOREL obedece y, mientras, habla)
Papá se va a poner furioso...

JUDITH
Lo siento, pero es una decisión firme.

SOREL
Esa comedia es malísima, mamá.

JUDITH
Pero la protagonista tiene un papel de mucho lucimiento. Ese drama ha sido siempre uno de mis mayores éxitos cómicos.
(Representando)
¡Eres un loco! ¡Un ciego y despreciable loco! ¡Crees que porque has comprado mi cuerpo, has comprado también mi alma!
(Dirigiéndose hacia Simón)
Siempre soñé con un amor como el tuyo, pero nunca pensé fuera tan hermoso vivirlo en la realidad” Esa frase, pequeños, no la he podido decir nunca sin que una lágrima asomara a mis ojos.


SIMON
Desde luego, el segundo acto es mucho mejor.

JUDITH
Es cierto. Sube a partir de la entrada en escena de Víctor. Sorel, haz un momento el papel de Víctor, ¿quieres?

SOREL
(Levantándose)
¿Qué escena? ¿El final de acto?

JUDITH
Sí, recuerda... “¿Es un juego, señora?”

SOREL
(Yendo hacia JUDITH con voz muy dramática)
¿Es un juego, señora?”

JUDITH
Sí... un juego que debe ser jugado hasta el final”

SIMON
(Levantándose y acercándose a JUDITH, también muy dramático)
Sara, ¿qué quiere decir eso?”

JUDITH
Mis bellos sueños pisoteados, mis ilusiones destruidas...”

SOREL
(Colocándose en el centro)
Yo hago ahora de Jorge... “No comprendo... Tú y Víctor... ¡Dios mío!
(Acompaña la frase con un ademán trágico. SIMON imita el llanto de una criatura, en un aparte rápido)

JUDITH
¡Silencio! ¿No es ése acaso el llanto de mi pequeña Pamela?”
E.E. (Suena el timbre de la puerta de entrada a la casa)

(Nadie hace caso al timbre)

SIMON
(Ferozmente)
¡Déjala que llore! ¡Más llorará la pobre criatura, como sepa que su madre es una...!”

JUDITH
(Con un grito desgarrador)
¡No lo digas! ¡Ya lo saben!”
E.E. (El timbre de la puerta de entrada, que ya sonó momentos antes, vuelve a oírse ahora con firme insistencia.)
Dios mío... ¡Han llamado!

SOREL
Eso no es de la obra.

JUDITH
No; eso es del timbre.
(SOREL busca un espejo para arreglarse. Aparece CLARA y se dirige a abrir)
Clara..., seremos ocho a la mesa.

CLARA
¡Dios nos asista!

JUDITH
Habrá que pensar también dónde alojar a toda esa gente.

CLARA
Por supuesto... ¡No van a dormir en el pasillo!

JUDITH
Sería una solución, oye. Hay quien duerme de pie...

CLARA
Bueno, sois una familia de lo más fresco...

JUDITH
No seas gruñona, Clara.

CLARA
¿Cómo no voy a gruñir con todo el trabajo que me espera? Ocho invitados de sopetón, Amy indispuesta..., sin comida suficiente... Es para volverse loca.
E.E. (Vuelven a llamar)
¡Ya les he oído, caramba! ¡Voy corriendo!
Avanza lentamente hacia la puerta, refunfuñando. Abre. Aparece SANDY TYRELL, muchacho de rostro simpático y cuerpo musculoso... Abre y cierra mucho las manos, una contra otra, como si estuviese ensayando un directo. Sale CLARA.)

SANDY
(Avanza hacia la señora Bliss)
Buenas tardes, señora Bliss... Le agradezco su invitación.

JUDITH
¿Viene usted solo?

SANDY
(Sorprendido)
Sí..., claro

JUDITH
¿No ha encontrado, a nadie en la estación?


SANDY
He venido en coche. Lo tengo ahí fuera....

JUDITH
No lo entre, por favor. No cabríamos todos. Permítame que le presente a mis hijos. Sorel... Simón...

SANDY
(Ofreciéndole una mano que SOREL ignora.)
¿Cómo está usted?

SOREL
(Fríamente)
Bien, gracias.

SIMON
(Igual)
Suyo afectísimo
(Desaparece también por la escalera. SANDY esta estupefacto)

JUDITH
Perdone a mis niños. Son locos, pero no peligrosos ¿No trae equipaje?

SANDY
Lo tengo en el coche.

JUDITH
Déjelo allí por el momento. Clara está preparando el té. Después le buscaremos un rincón donde dormir.

SANDY
Esperaba con impaciencia el momento...

JUDITH
¿De dormir?

SANDY
No; de encontrarme aquí.

JUDITH
Es un sitio encantador. Tenemos paisajes muy bonitos.

SANDY
Yo me refería al placer de verla de nuevo.

JUDITH
¡Qué galante, Sandy! ¿Quiere beber algo?

SANDY
No, gracias. Estoy en período de entrenamiento.

JUDITH
¡Qué interesante! ¿Y en qué se entrena?
SANDY
Tengo un encuentro de boxeo dentro de quince días.

JUDITH
¡Oh, será preciso que asista a la primera representación! ¡Qué emocionante verle sangrar con los labios partidos y la cabeza abierta...!

SANDY
(Sentándose en el sofá, al lado de ella.)
¡Qué hermosa es usted!

JUDITH
¿De verdad lo cree? Perdone que mis hijos estuvieran groseros.

SANDY
Me asombra que tenga usted unos hijos tan crecidos.

JUDITH
(Rápida)
¡Oh! Me casé muy jovencita y hoy en día, con las vitaminas, se consiguen prodigios.

SANDY
Es curioso. Nos presentaron la semana pasada y ya me parece conocerla de toda la vida.

JUDITH
Usted me gustó en seguida... Es un chico guapo.

SANDY
(Azorado)
¡Oh, no, por Dios...!

JUDITH
Sí, sí. Espaldas anchas, caderas estrechas, piernas largas... me gusta usted. Quisiera que David tuviera las caderas más estrechas. ¿Podría enseñarle a boxear?

SANDY
¿Quién es David?

JUDITH
Mi marido.

SANDY
(Sorprendido)
¡Ah!

JUDITH
¿Qué le pasa? ¿No sabía que tengo marido?

SANDY
Imaginaba que su marido de usted... había muerto.
JUDITH
Todavía, no. Está arriba.

SANDY
La encuentro diferente hoy. Apenas la reconozco.

JUDITH
Es este sombrero de jardín. Me lo quitaré. Cuando usted llegó, me disponía a ir a cortar unas calceolarias.

SANDY
(Que no sabe qué son.)
¡Ah!

JUDITH
Adoro mi jardín. Es el descanso., la paz... Paso en él horas enteras..., entre crinoideas, clinopodios y escaramujos.

SANDY
Ah; ya entiendo. Son los nombres de sus perros.

JUDITH
No; de mis plantas. Ese ha sido siempre mi ideal. Hallar la tranquilidad en un rinconcito rústico y encantador..., lejos del mundanal ruido ¿Me ha visto alguna vez en escena?

SANDY
Muchísimas veces. En “La dama de las camelias” estaba usted maravillosa. Fue durante la representación de esta obra cuando me enamoré de usted.

JUDITH
(Encantada)
¿De veras?

SANDY
Sí. Interpretaba; su papel con un ardor..., lo vivía con tanto patetismo...

JUDITH
(Tose varias veces)
Siga, siga.

SANDY
Me parece que voy a despertar de un momento a otro. Tenía tantas ganas de serle presentado a usted... y ahora estoy a su lado y le hablo como si fuéramos viejos amigos.

JUDITH
Lo somos. Posiblemente, nos hemos conocido en otra vida. ¿Usted no cree en la reencarnación de las almas? Es una teoría apasionante.

SANDY
(Con admiración)
¡Dice usted unas cosas tan originales!
JUDITH
¿Usted cree? Déme un cigarrillo y pongámonos cómodos.
(Estira las piernas en el diván. SANDY le da un cigarrillo)
Gracias. Estire también las suyas.
(SANDY obedece. Están los dos cómodamente sentados espalda contra espalda, con sus piernas estiradas en los dos extremos del diván)
¿Sabe usted remar, Sandy?

SANDY
Me defiendo.

JUDITH
Iremos en la lancha a pasear bajo la luna.

SANDY
¡No me haga soñar!

JUDITH
¡Qué idea me ha sugerido! Ese es un buen sitio para dormir usted.

SANDY
¿Dónde?

JUDITH
¡En la lancha!
E.E (Timbre puerta de entrada)
¡Ya están aquí!

SANDY
¿Espera a alguien más?

JUDITH
¿Si espero...? Usted no sabe.

SANDY
Me aseguró que sería un fin de semana tranquilo, que estaríamos solos...

JUDITH
Me engañé. Será un fin de semana de lo más movido.

(Se ha sentado. SANDY le pasa el sombrero, y JUDITH se lo pone. CLARA va a abrir la puerta sin apresurarse. Aparece MYRA ARUNDELL. Sale CLARA. MYRA viste con una elegancia un poco extravagante. Trae mucho equipaje: maletas, sombrereras, saco de mano y una raqueta de tenis)

MYRA
(Avanzando hacia JUDITH. Besándola.)
Judith, querida... ¡qué alegría verte!



JUDITH
(La besa también. Los besos son como dos mordiscos)
Hola, Myra, encanto. ¿Dónde están tos otros?

MYRA
¿Qué otros?

JUDITH
Has llegado en el tren de las cuatro y media, ¿no?

MYRA
Por supuesto.

JUDITH
¿Y no has visto a nadie en la estación?

MYRA
Sí, claro... Pero no se me ocurrió que vinieran a tu casa.

JUDITH
Pues vienen “todos”, querida.

MYRA
¡Y Simón que me aseguró que estaríamos en la mayor intimidad!
(A SANDY)
Buenas tardes, señor. ..Como sería inútil esperar que nuestros amigos los Bliss lo hicieran, permítame que me presente yo misma. Me llamo Myra Arundell.

JUDITH
(Con ligereza)
Sandy Tyrell, Myra Arundell. Myra Arundell, Sandy Tyrell. Ya está.

MYRA
¿Es suyo ese coche que hay frente a la puerta?

SANDY
Sí.

MYRA
(A JUDITH)
Caramba, Judith. Podías haberme avisado de que el señor venía en coche. Me habría ahorrado el viaje en ese cacharro de tren.

JUDITH
Perdona, cielo. Ignoraba que fueras a honrarnos con tu grata visita.

MYRA
¡Qué bien se respira aquí! Londres está imposible. Tienes una casa maravillosa, Judith, y te prueba el aire del campo.

JUDITH
Por fuera. Si me vieras por dentro...

MYRA
Dios mío, ¿qué ocurre?

JUDITH
Nada grave..., todavía. Pero me asaltan negros presentimientos. Acompáñeme arriba, Sandy. Buscaremos un sitio en el pasillo donde instalar su cama.
(Toma la mano de SANDY y empiezan a subir. Se para.)
Te mandaré a Simón. Creo que se está afeitando para que .le salga la, barba.

(Salen. MYRA hace un mohín de enojo y enciende un cigarrillo. Curiosea descaradamente. Baja rápido SIMON, terminando de ponerse un jersey)

SIMON
¡Myra! ¡Es maravilloso! ¡Has venido!

MYRA
Por favor, Simón, hace demasiado calor.

SIMON
Tú estás fresca como una rosa.

MYRA
Como un témpano de hielo, mejor. Si hubieras visto cómo me ha recibido tu madre... No parece haberle hecho mucha gracia mi llegada.

SIMON
Está molesta porque papá y Sorel han invitado a unas personas sin avisarla.

MYRA
Entonces, tendremos un fin de semana movidito.

SIMON
Así es. Pero no te preocupes. Mañana nos levantamos a las siete y nos vamos a pasar el día en el río.

MYRA
Muy interesante... ¿Está en casa tu padre?

SIMON
Arriba, terminando su nueva novela.

MYRA
Me gusta como escribe.

SIMON
Es horrible, pero gana dinero.

MYRA
¿Quién es Sandy Tyrell?

SIMON
Es la primera vez que oigo ese nombre.
MYRA
Me refiero al joven que estaba con tu madre.

SIMON
¡Ah! ¿Unas espaldas con cazadora? No existe para mí.

MYRA
No me ha causado mala impresión.
E.E. (Suena el timbre de la puerta)

SIMON
Bueno, ya llegó el resto del cargamento.
(MYRA se da polvos, mientras CLARA, va’ a abrir. Aparecen RICHARD GREATHAM y JACKIE CORYNTON. Empieza a haber muchos bultos a ambos lados de la puerta. RICHARD es alto, los cabellos grises; JACKYE, pequeñita, destinada a no envejecer, con aire ingenuo.)

RICHARD
¿Es la casa de los señores Bliss?

CLARA
El resto de la tribu... ¡Pasen, pasen!

RICHARD
¿Está la señorita Sorel, por favor?

CLARA
Veré si la encuentro.
(Se va cantando por la escalera)

RICHARD
(Se acerca a la señorita ARUNDEL estrecha su mano.)
¿Cómo está usted, señorita Arundell? No la había reconocido...

MYRA
¡Señor Greatham, qué sorpresa!

SIMON
Vámonos al jardín, Myra.

MYRA
Pero, Simón, no podemos... ser groseros.

SIMON
(Tirando de ella)
Podemos perfectamente
(A los demás)
Servirán el té dentro de poco.
(Sale con MYRA. Pausa)

RICHARD
¡Qué chico más raro!
JACKIE
Dudo que haya ido al colegio.

RICHARD
¿No le conocía?

JACKIE
No conozco a nadie de la familia, excepto al señor Bliss. Es un hombre maravilloso, Escribe novelas... ¡y las vende!
(Pausa)

RICHARD
Ha sido una suerte que nos encontramos en la estación.

JACKIE
En efecto. Si ahora estuviera aquí sola, me moriría de vergüenza.
(Nueva pausa. Baja JUDITH, seguida de SANDY, que va cargado de cojines. Se sienta junto a RICHARD y se pone los guantes. RICHARD se levanta cortésmente, JUDITH, sin hacerle caso, se vuelve a levantar y sale al jardín, sin dignarse echarles una mirada. SANDY coge más almohadones de la habitación y la sigue. JACKIE está a punto de llorar. Pausa)
Dígame... ¿era la señora Bliss?

RICHARD
Supongo que sí.

JACKIE
(Casi llorando)
Me arrepiento de haber venido.

RICHARD
No se preocupe. Tengo entendido se trata de una señora muy extravagante.

JACKIE
Me estoy preguntando si el señor Bliss estará informado de mi llegada.

RICHARD
La misma pregunta me estoy haciendo yo respecto a la señorita Sorel.

JACKIE
¿Y si tocáramos el timbre?

RICHARD
Buena idea.
(Se levanta. Encuentra un timbre cerca de la puerta izquierda y lo pulsa)

JACKIE
¡Tengo la impresión de que no funciona!


RICHARD
Vamos, no pierda los ánimos... ¡Ah!
(Ve una campanilla sobre la mesa, la agita y no suena)
¡Qué casa más absurda!

JACKIE
¡Quisiera volverme con mamá!

RICHARD
Cuando conozca a Sorel, se le pasará todo el miedo. Es fascinadora.

JACKIE
(Desesperada)
Sí, pero, ¿dónde está?

RICHARD
Cálmese... De todas formas, ya ha oído. No tardarán en servir el té.

JACKIE
¿Usted cree que son tan normales como para tomar té?

RICHARD
(Alarmado)
Caramba, así lo espero.

JACKIE
Bien; aguardaremos.

RICHARD
(Sacando una Pitillera del bolsillo)
¿Le molesta que fume?

JACKIE
De ninguna manera. ¡Ojalá pudiera yo! Pero no sé. ¡Siempre me trago el humo!
(Nueva pausa que rompe, al fin, la entrada de SOREL, bajando por la escalera)

SOREL
¡Richard! No sabía que hubieses llegado.
(Se estrechan las manos)

RICHARD
Pues hace ya un buen rato.

SOREL
¡Esa Clara! Se le olvidó avisarme.

RICHARD
La señorita Coryton.

JACKIE
¿Cómo está usted?

SOREL
Ha venido a ver a papá, ¿no? Le encontrará en su estudio.

JACKIE
No conozco el camino.

SOREL
(Impaciente, se dirige a la escalera y le indica a JACKIE)
Bueno, se lo indicaré. Venga. Un segundo, Richard. Suba y al final del pasillo, la tercera puerta a la derecha. No haga caso de lo que le diga el loro. ¡Ah! Luego, encontrará un perro. Ahí, cuidado. No ladra, pero muerde.

JACKIE
(Subiendo, muy descorazonada)
Muchas gracias.

SOREL
No parece muy despierta.

RICHARD
Dime una cosa, Sorel. ¿Sabían tus padres que yo iba a venir?

SOREL
Claro y se alegran mucho.

RICHARD
Lo pregunto porque, hace un momento, ha pasado una señora rubia, acompañada de un joven, y se ha dirigido al jardín sin abrir la boca ni mirarnos siquiera.

SOREL
¡Era mamá! Es que tenemos un vivo sentido de la independencia. Recibimos a nuestros amigos, ¿cómo te diré?..., separadamente. Temo que te aburras en casa, Richard. Si crees que vas a aburrirte, prefiero me lo digas y haríamos otros planes.

RICHARD
Eres deliciosa.

SOREL
No lo creas. Soy una salvaje, un torbellino. Y Simón es igual. La culpa es de mis padres, que no tienen el menor sentido práctico. Han consagrado sus vidas al arte, sin preocuparse para nada de los convencionalismos y de las costumbres. Yo soy la única que se da cuenta de sus defectos y procura enmendarse.

RICHARD
Haces mal. Tus defectos son lo más en cantador de ti misma y debes conservarlos íntegros.

SOREL
Tienes el don de encontrar siempre una frase agradable. Me gustaría que le dieras a Simón unas lecciones de trato social.

RICHARD
Me temo sería trabajo de negros.

SOREL
¿No te es simpático?

RICHARD
La primera impresión no ha sido muy favorable, francamente.
(Aparece CLARA con la bandeja del té, que deja sobre las, rodillas de RICHARD)

SOREL
¡Ah! ¡Aquí está el té!

CLARA
¿Por dónde anda tu madre, muñeca?

SOREL
Creo que está en el jardín.

CLARA
Pues empieza a llover.
(Sale por la izquierda)

SOREL
¡Qué horror! Dentro de un minuto les tendremos a todos aquí.

RICHARD
Las maletas se van a mojar.

CLARA
(Que ha vuelto a entrar)
No se preocupe. Cuando deje de llover, las entraré.

RICHARD
No vale la pena que se moleste. Lo haré yo.
(Sale y vuelve con dos maletas)

SOREL
Déjalo, Richard; no te canses... Yo entraré lo que queda.

RICHARD
No puedo consentir...
(Van entrando el resto del equipaje en una noble pugna por quitarse el trabajo)

SOREL
(Entrando trabajosamente unos bultos)
Casi todo pertenece a Myra. Por lo visto, ha confundido dos días de campo con unas vacaciones en la Costa Azul.
(Entra con una pesada maleta. RICHARD la quiere ayudar. La maleta cae al suelo)
¡Oh! Creo que hemos roto algo.
RICHARD
No importa. No es la mía.
(Sale para cargar con el último bulto. SOREL le tiene abierta la puerta)
¡Ea, la última!
(La deja en el suelo y se seca el sudor. Entra CLARA con la tetera)

SOREL
(Llenándole una taza)
Toma un poco de té.

RICHARD
Gracias.
(Entran SIMON y MYRA por el jardín. Sale CLARA)

MYRA
(Va a estrechar la mano de SOREL, pero SIMON la empuja en dirección contraria)
Hola Sorel. ¿Cómo estás?

SOREL
¿Qué tal, Myra? ¿Conoces al señor Greatham?

MYRA
Sí; nos encontramos a menudo.

SIMON
Siéntate, Myra.
(Bajan DAVID y JACKIE. DAVID la lleva cogida de la mano, igual que a una niña)

DAVID
¿Está listo el té?

SOREL
Clara lo acaba de traer, papá.

DAVID
Simón, ven aquí. Ayúdame. ¿No conoces a la señorita Coryton?

SIMON
Nos hemos visto antes, papá.

DAVID
Pues ven y haz que tome su té.
(Le pone a la chica la servilleta de babero. SIMON va a sentarse a su lado, de mala gana. DAVID se sienta junto a MYRA)
MYRA
(Seductora)
Hola, señor Bliss.
DAVID
Hola. ¿Se queda usted con nosotros?

MYRA
(Con una sonrisa)
Así lo espero.

SOREL
Papá, te presento al señor Greatham.

DAVID
¡Ah! Encantado. ¿De dónde ha salido?

RICHARD
He llegado en el tren de las cuatro y media.

DAVID
Ah; muy bien. Tome una taza de té.
(Le llena una taza y se la pone en la mano, sin darse cuenta de que ya tiene una. RICHARD se queda mirando perplejo las dos tazas. Luego, le pasa una a la señorita ARUNDELL. DAVID se sienta y va llenando las tazas)
El azúcar y la leche sírvanselo ustedes mismos... ¿y tu madre, Simón?

SIMON
No hace mucho, la vi. en la lancha.

DAVID
¡Pero si no sabe remar!

SIMON
Sandy TyreII estaba con ella.

DAVID
Ah; bien. Con un hombre así, no corre peligro.
(Breve pausa)
¿Quién es ese Sandy?

SOREL
No sé

DAVID
Pero siéntense. Siéntense todos.
(Entran JUDITIH y SANDY por el jardín)

JUDITH
Va a llover a cántaros. Me lo decía el corazón desde esta mañana. Presento a todos a Sandy Tyrell.
(Todos los personajes van saludando a SANDY con un “¡Hola!”, al lo que contesta él, finalmente, también con un “¡Hola!” tímido y asustado)


SOREL
Mamá, quiero que conozcas al señor Greatham.
(RICHARD va a ella y besa su mano)

RICHARD
Señora Bliss...

JUDITH
¡Oh! Mucho gusto. Usted estaba aquí antes, ¿no? Había alguien más... una rubita con cara de tonta
(Ve a JACKIE)
¡Ah, aquí está! Siéntate, Sandy, y come todo lo que te apetezca. Coman con toda libertad... Sírvanse ustedes mismos porque me molesta atenderles a todos.

(La familia empieza pasarse los platos. JUDITH a SOREL, SOREL a SÍMON, SIMON a DAVID. Los platos vacíos vuelven a manos de los invitados)

RICHARD
(Para cortar tan embarazosa situación)
En el tren, me han contado un chiste...

MYRA
(Rompe a hablar al, mismo tiempo, con el mismo propósito)
¿A qué distancia de Londres nos halla...?
(Se paran y se sonríen, cediéndose mutuamente la palabra. Al fin, rompen nuevamente al unísono)

MYRA
Me encanta la forma de esta ha...

RICHARD
Creo que el tiempo se mantendrá
(Vuelven a callar, muy azorados. Pausa. Los BLISS siguen devorando y charlando, formando un grupo aparte, sin hacerles pizca de caso. Cae lentamente el...


TELON














ACTO SEGUNDO

(Todos hablan y discuten a un tiempo. Esta escena debe ser representada con mucha rapidez y vivacidad.)

SIMON
Vamos a ver ¿A quién le toca?

SOREL
Voy yo, si queréis.

SIMON
Tú, no. Lo adivinas en seguida.

JACKIE
¿Qué hay que adivinar?

JUDITH
Es muy sencillo. Uno de nosotros se va a la habitación contigua y los restantes, en su ausencia, elegimos un personaje famoso. Se le llama y nos hace una pregunta a cada uno. Pedirá que hagamos algo y ese algo se hará a la manera del personaje...

SIMON
Y, entonces, hay que adivinar...

JUDITH
¡...el personaje!

RICHARD
(Con aprensión)
¿Qué es lo que debemos hacer exactamente?

JUDITH
Cosas muy corrientes. Por ejemplo, se le pedirá que diga “buenos días” ó que “toque el piano”...

RICHARD
Pero yo no sé tocar el piano.

JUDITH
No importa. Basta con el ademán. Es sólo para dar una idea de la psicología del personaje.

JACKIE
No estoy muy segura de haber comprendido.

SIMON
No se preocupe. Aprenderá pronto.



SANDY
(Receloso)
Me temo no entender ese juego.

JUDITH
Vamos, no se pongan nerviosos. ¡Si es sencillísimo!

SIMON
Vete ya, Sorel.

SOREL
(Saliendo por la puerta de la biblioteca)
No me tengáis aguardando mucho rato, ¿eh?

SIMON
¿Bien?

JUDITH
Monserrat Caballé, la cantante de ópera.

SIMON
Lo hicimos la semana pasada.

JUDITH
Pues... ¡Ya está! ¡El presidente Putin!

DAVID
No, no. A lo mejor se entera y me quedo sin gas para mi encendedor.

RICHARD
¿Por qué no jugamos a la gallinita ciega? Se vendan los ojos...

SIMON
La habitación no es bastante grande para eso.

JACKIE
(Preocupada)
Desearía que me explicaran detalladamente lo que debo hacer...

SIMON
¡Que pesada es!

JUDITH
¡Simón!

SIMON
(A regañadientes)
Mis excusas, señorita Coryton...

MYRA
Bueno, ¿es para hoy?


RICHARD
¡Groucho Marx!

JACKIE
Y si pide que se toque el piano, ¿qué hacemos con el puro?

SIMON
¡Caramba! ¿Es que ahora se toca con puro?

DAVID
Lástima que ya no se pueda invitar a jugar a Robertson. Tenía un magnífico sentido de humor.

JUDITH
¿Cómo? ¿Murió Robertson?

DAVID
Se casó.

MYRA
Conozco a su mujer: Patricia Mórley.

JUDITH
No me digas. ¿La que se presentó al baile del Astoria con un vestido escandaloso?

MYRA
La misma. ¿Tú no estuviste? Era una indecencia, querida.

JUDITH
Cuéntame, cuéntame. ¿Dónde “no” le llegaba?

SOREL
(Voz de)
¿Pero todavía no os habéis decidido? ¡Qué pesados!

JUDITH
Dios mío, nos olvidamos de Sorel. A ver, pensemos.
(Permanecen todos en profunda meditación)
Miren, ya está. ¡Greta Garbo!

SIMON
De acuerdo.

SOREL
(Voz de)
¡Que me canso!

SIMON
¡Ya, Sorel!



SANDY
(A RICHARD)
¿Cuál es, por fin?

RICHARD
Groucho Marx.

MYRA
(A RICHARD)
No, hombre. Montserrat Caballé.

SOREL
(Que ha entrado, a JUDITH)
Mamá, coge una flor de aquel búcaro y dásela a Richard.

(JUDITH va a coger una flor y se la lleva a RICHARD, como se supone que se la entregaría Greta Garbo. JUDITH se ha encasquetado un portalámparas y con los pliegues de su vestido se fabrica un impermeable raro. Avanza con los ademanes desgarbados propios de la famosa actriz... Las señoras llevan vestido de noche; los caballeros, smoking)

SIMON
¡Maravilloso mamá! ¡Maravilloso!

SOREL
(Sonriendo)
Ahora tú, Myra, levántate y ve despidiéndote de la distinguida concurrencia.

MYRA
(Se levanta y va hacia DAVID. Cantando con un formidable agudo)
Addio, mio caro amico... Addio...”

JUDITH.
¡No! ¡No!

MYRA
¿Qué pasa?

JUDITH
¿Cómo va a cantar, si parece que tiene una cremallera en la boca?

DAVID
Mujer, no tanto. Yo la he visto en una foto reciente y hasta enseña un par de dientes.

JUDITH
La pillarían bostezando.




MYRA
(Seca)
Judith, por Dios. No pretenderás que unos pobres aficionados Como nosotros finjan, con la perfección de una actriz que triunfó en otros tiempos.

JUDITH
(Con mirada agresiva)
No me gusta eso de “en otros ‘tiempos”.

SOREL
Bueno, ¿sigue el juego?

MYRA
Por mí, puede seguir. Yo me retiro.

SIMON
Pero Myra, si iba muy bien...
SOREL
Déjala, Simón. Richard, enciende un cigarrillo como lo encendería el personaje.

RICHARD
(Va a encender. Se para)
¡Anda, lo olvidé!

JUDITH
(Haciéndole una parodia silenciosa de la Garbo)
Vamos, recuerde...

RICHARD
¡Ah, sí!
(Enciende un cigarro como lo haría Groucho Marx)

JUDITH
¡No, no! ¡No es eso!

RICHARD
He hecho, todo lo que he podido.
JUDITH
No lo comprendo ¡Con lo fácil que resulta de expresar!

SIMON
Se ha confundido usted de personaje. Ahora le toca a Jackie.

SOREL
(A, JACKIE)
Levántese y baile.

JACKIE
(Aterrorizada)
¡Oh! , no, por favor. Yo... yo no puedo...

SIMON
(Obligándola a levantarse)
Claro que puede. ¡Ea empiece!
(Le pone las manos en la cintura y la obliga a moverse)
¡Cha-Cha-cha!

JACKIE
No, por caridad... Pasen mi vez...

DAVID
Ande, Jackie, valor... Pruebe...

JACKIE
(Llorando)
Lo siento, señor Bliss; Tendría un aspecto ridículo.

SOREL
(Enfadada)
¿Por qué diablos juegan, si no han de observar las reglas?

SANDY
Es un juego muy difícil cuando no se conoce a fondo.

SIMON
Está bien. Respetemos los delicados sentimientos de la señorita Coryton. ¿Quién va ahora?

SOREL
Ya me estáis chinchando. O jugamos todos o no jugamos

SIMON
No te pongas tú terca ahora, Sorel.

SOREL
Ah, me pongo terca, ¿verdad? Tiene gracia. Nadie me ha dado la más leve indicación de cuál pueda ser el personaje, y todavía me pongo terca. No hacéis más que discutir y hablar, hablar, hablar...

DAVID
Todos hablan demasiado.

JACKIE
(Furiosa)
En mi vida volveré a jugar a ese juego. Es odioso.

SOREL
Usted tiene la culpa de lo que pasa. Si no se hubiera negado…

SIMON
No seas insolente con la chica…

SOREL
¡Tú déjame en paz!
SIMON
No tiene arreglo. Todas las veces que hay invitados, Sorel se pone imposible.

SOREL
¿Que yo...? Óyeme una cosa, Simón. Jamás, jamás volveré a jugar contigo.

SIMON
No será verdad tanta dicha.

JUDITH
¡Oh, basta! ¡Basta!

SIMON
(Apoderándose bruscamente de la mano de JACKIE)
Vámonos al jardín. No soporto a mi hermanita.

SOREL
No deje que la lleve al río, Jackie. Corre usted peligro.

SIMON
Te crees muy graciosa, ¿verdad? Vamos, Jackie.
(Se la lleva de un tirón. Desde la puerta, se vuelve y le saca la lengua a su hermana, que le imita)
¡Aaaaah!

JUDITH
Tu conducta es vergonzosa, Sorel.

SOREL
¡Ah, desearía que Simón se embarcara para Las Bermudas!

DAVID
Lo que yo quisiera es veros a ambos en un reformatorio.

SOREL
Nunca podemos pasar una velada tranquila. Somos una familia odiosa.

JUDITH
Eres” odiosa, querida.

SOREL
¿Es que crees que no somos todos iguales? Me avergüenzo de nosotros. Sandy
Acompáñame a la biblioteca.
(Se lleva a SANDY. Salen. MYRA contempla la escena con íntimo regocijo)

DAVID
(Tranquilo)
Judith, opino que deberías ser más severa con tus hijos.

JUDITH
(En plan de mártir)
Estaba segura. ¡La culpa es mía!
DAVID
Claro que lo es. Les consientes y les mimas demasiado...

JUDITH
No debiste casarte conmigo, David. Fue un grave error.

DAVID
Esos chicos no nos respetan. Viven como les da la gana...

JUDITH
¡Como tú te pasas las horas arriba, escribiendo tus noveluchas...!

DAVID
Gracias a mis “noveluchas” tenemos un pedazo de pan que llevarnos a la boca, ¿te enteras?

JUDITH
¡Majadero! ¿Y para qué queremos pan, si no se prueba en casa porque engorda?

DAVID
No sé qué te ocurre de un tiempo a esta parte, Judith. Estás inaguantable.

JUDITH
No me ocurre nada. Y aunque me ocurriera, tú serías el menos indicado para comprenderme. Eres demasiado egoísta y presuntuoso. Sólo te preocupa tu monstruosa vanidad.

DAVID
¿No estarás un poco bebida?

JUDITH
(Riendo)
¡Ja! ¡Bebida.! Sólo fa1taba que añadieras el insulto a la incomprensión. ¡Vete! ¡Aléjate de mi presencia!

DAVID
Te obedezco con muchísimo gusto. Vamos, Myra.
(Sale con MYRA. Pausa.)

JUDITH
David ha sido siempre un marido excelente. Pero empieza a cansarme.

RICHARD
¿Quiere que la deje sola?

JUDITH
¿Por qué? ¿Teme que me abandone a una crisis de nervios?

RICHARD
Por Dios, no... Pero creí que tal vez...



JUDITH
(Se ha sentado en el sofá e invita a RICHARD a que se siente a su lado)
¿Qué opina usted del matrimonio, señor Greatham?

RICHARD
Verá usted. Yo todavía no me he casado.

JUDITH
Amigo mío, ¿por qué no se olvida por un momento de que es un diplomático? No le estoy tendiendo ninguna trampa, a pesar de ser la madre de Sorel.

RICHARD
No la entiendo a usted.

JUDITH
Parecen ustedes muy amigos... Pero tranquilícese. No acostumbro a meterme en los asuntos sentimentales de mis hijos. ¿Le gusta a usted la música, señor Greatham?

RICHARD
La verdad es que no entiendo gran cosa.

JUDITH
Entonces, es que le gusta. Tocaré algo para usted.
(Se levanta y va al piano)
Para una mujer de mi carácter, resulta bastante doloroso tener una hija de la edad de Sorel. Hay que renunciar al arte de la coquetería para aprender el de ser abuela.

RICHARD
La juventud de Sorel jamás podrá eclipsarla a usted, querida señora: Su belleza se conservará fragante porque emana del espíritu.

JUDITH
No sé si piensa lo que dice, pero, desde luego, suena muy bien... Apoye un codo en el piano. Facilita la inspiración.

RICHARD
Es usted una mujer extraordinaria.

JUDITH
E.E. (Empezando a tocar)
Extraordinaria..., ¿en qué sentido?

RICHARD
Sorel es como una lejana reminiscencia, de su personalidad. Cuando la conocí, a través suyo, imaginé la mujer que existía en usted.

JUDITH
¡Qué interesante! ¡Apoye, apoye el codo!
(Toca con impetuosa vehemencia)
¿Le gustó?
RICHARD
¡Preciosa música!

JUDITH
(Se levanta y se dirige hacia el sofá)
Con acompañamiento de cornetas aún resulta mejor. Siéntese a mi lado.

RICHARD
¿No quiere seguir bailando?

JUDITH
Prefiero que charlemos. Siéntese.

RICHARD
¿Viven todo el año en el campo?

JUDITH
Sí. Quiero prepararme una buena vejez. Mis hijitos se casarán. Llevaré cofias de
encaje...

RICHARD
¡Qué absurdo!
(Con ardor)
No es posible que quiera usted disfrazarse de vieja. Sus ojos están llenos de vida...

JUDITH
Ay, amigo mío, eso no es más que un rescoldo de lo que fue. Me siento vieja. Mis fuerzas se han agotado, Richard. ¡Oh, perdón! ¿Me permite que le llame Richard?
(RICHARD afirma con la cabeza)
No le pido que me llame Judith. Todavía no. Lo hará usted espontáneamente cuando se sienta compenetrado conmigo.

RICHARD
Lo estoy ya... Judith.

JUDITH
(Intensamente)
¡Oh! ¡Soy feliz, Richard!
(Ligera)
¿Me da un cigarrillo?

RICHARD
(Sacando su pitillera)
Con mucho gusto.


JUDITH
¡Qué bonita pitillera!



RICHARD
Me la regalaron en el Japón. Fíjese en estos grabados. Todos tienen su significado...
(Están muy juntos)
Son talismanes para la felicidad, la fortuna..., el amor...

JUDITH
¡Oh, el amor! ¿Cuál es el del amor?

RICHARD
Ese.

JUDITH
¡Qué precioso!
(RICHARD la besa levemente en la nuca. Ella se levanta de golpe, con un grito)
¡Richard!


RICHARD
(Balbuciendo)
Ha..., ha sido más fuerte que yo.

JUDITH
¿Qué hemos hecho, Dios mío? ¿Qué podemos hacer ahora?

RICHARD
No sé.

JUDITH
¡Hay que confesárselo todo a mi marido!

RICHARD
(Alarmado)
¿Cómo dice?

JUDITH
(Tomándole gusto a la situación)
¡Sí, Richard; sin vacilar! Afrontemos la situación con honradez y valentía.

RICHARD
(Cada vez más preocupado)
¿La situación? No la comprendo.

JUDITH
(Ignorando su interrupción)
De pronto, usted ha aparecido en mi vida y todo ha cambiado. Una nueva primavera ha brotado en mí. Mi corazón recobra su juventud, aspiro de nuevo el perfume de unos sentimientos á los que había renunciado definitivamente.
(Le empuja hacia el jardín)
Déjeme ahora, Richard.


RICHARD
Pero, Judith...

JUDITH
(Empujándole enérgicamente hacia fuera)
Se lo suplico. No haga más penoso mi deber, más alto mi calvario y más amargo mi cáliz. ..Sólo poseo un poquito de valor… ¡No me lo quite usted!
(Le da un empujón definitivo y le echa al jardín. Tranquilamente, se acerca al espejo y se empolva la nariz. Luego, va con paso decidido a abrir la puerta de la biblioteca, tarareando una canción. Da un grito. Retrocede unos pasos, turbada por lo que ha visto…
Pausa.
Entran SOREL y SANDY)

SOREL
Mamá, oye...

SANDY
(Limpiándose los labios)
La culpa ha sido mía, señora Bliss...

JUDITH
¡Que horror! Siento que me faltan 1as fuerzas...

SOREL
Vamos, mamá, si no tiene importancia.

JUDITH
¡Desdichada! ¿Te parece que no la tiene lo que acaban de ver mis ojos?

SANDY
Estoy apenadísimo.

JUDITH
He sido una loca. No debí depositar ciegamente mi cariño en un muchacho de su edad.

SOREL
Mamá, ¿quieres ser natural por unos segundos?

JUDITH
No te entiendo, Sorel. Me enfrento con la más atroz de las verdades y, sin embargo conservo toda mi serenidad...

SOREL
No hay nada de atroz en lo ocurrido.

JUDITH
¡Bajo mi propio techo!



SOREL
Ah, ¿quieres teatro? Muy bien.
(Con voz muy dramática)
Es cierto, madre Sandy y yo nos queremos. Espero no pretenderás cruzarte en
nuestro camino.

JUDITH
No puedo creerlo. Sandy me amaba cuando llegó a casa.

SOREL
(Con una risa cruel)
¡Te amaba! ¡No seas ridícula, mamá! ¿Es que no te has visto en el espejo?

JUDITH
(Cubriéndose el rostro)
¡Calla!

SOREL
Mírale a él, en cambio. Un muchacho arrogante, gallardo.
(SANDY está muy encogido y asustado)
Toda mi vida he soñado con un hombre así. Es mío, ¿oyes? No me lo podrás quitar.

SANDY
(Yendo de una a otra)
Señora Bliss... Sorel... Yo...

JUDITH
(Con honda tristeza)
No es, necesario que se disculpe, Sandy. Sorel tiene razón. Soy ridícula… ¡Si; no me Contradiga! Me hago vieja y no quería reconocerlo. Acepto mis canas, todas mis arrugas...
(Levanta el espejo, se mira y lo aparta rápidamente)

SOREL
Mamá…

JUDITH
La juventud tiene sus derechos. No me opongo, a vuestro amor. Sufriré en silencio. Mi hija es suya, Sandy. Se la entrego sin condiciones... ¡Que seáis muy felices!
(Los ha arrodillado a ambos a sus pies)

SANDY
(Asustado)
Aquí hay una confusión, señora Bliss...







JUDITH
Puede todavía llamarme Judith.
(Mirando a su hija)
¿Lo permites? No creo pedir demasiado.
(A SANDY se le saltan las lágrimas)
¡Ea, alejemos la tristeza! Este es un gran acontecimiento y todos debemos alegrarnos mucho.

SOREL
Eres maravillosa, mamá.

JUDITH
(Preparando su mutis)
No, hijita. Soy sencillamente una mujer... que también... fue joven... y comprende las flaquezas del corazón humano... Perdonadme. Subo un momento a mi cuarto.
(Muy frívola)
Voy a tomarme una “pequeña" aspirina.
(Sube, sorbiéndose las lágrimas. Se detiene.)
¡Dios os bendiga!
(Aparte, a su hija)
¡Niña, a ver si pescas a ése!
(Hace mutis)

SOREL
¡Uf, se acabó!

SANDY
Sí; se acabó.

SOREL
Todo marcha bien, Sandy. No ponga usted esa cara tan triste. Ya sé que no me
quiere.

SANDY
Oiga, Sorel...

SOREL
No proteste. Usted sabe perfectamente que no me ama, como tampoco yo a usted.

SANDY
Pero usted le acaba de decir a Judith...

SOREL
Representaba un papel. Cuando se habla con mamá, todos en casa representamos un papel. Es, una tradición.

SANDY
¿Cómo? Judith..., la señora Bliss..., ¿no era sincera?

SOREL
Claro que no. Los Bliss no lo somos nunca.
SANDY
Pero... ¡parecía tan conmovida!

SOREL
Bueno, comedia aparte, no dudo que el encontrarnos abrazados en la biblioteca
habrá supuesto para ella un buen golpe.

SANDY
En el fondo, Sorel..., yo la amo a usted.

SOREL
No, Sandy. Ha sido usted víctima de un clima propicio: Estábamos solos, las
ventanas se abrían sobre la noche y acaso cantaba un ruiseñor...

SANDY
Yo no he oído más que un grillo.

SOREL
Usted me ha besado porque soy bonita, y yo se lo he consentido porque es un chico guapo; Luego, mamá nos ha sorprendido y ha hecho su escena. Su sentido del teatro no la abandona jamás. Ella sabe perfectamente que no nos casaremos, como, por supuesto, lo sabemos nosotros. Tranquilícese, Sandy. No tiene ningún compromiso conmigo.

SANDY
Quisiera llegar a comprenderla...

SOREL
No se esfuerce... Es usted boxeador, no actor. ¡Volvamos a la biblioteca!

SANDY
¡Magnífica idea!
(Salen. Seguidamente, por el jardín, aparecen MYRA y DAVID, charlando animadamente)

DAVID
Y, entonces, comprende; él vuelve a casa y la encuentra. ¡Berta le había esperado!

MYRA.
¿De modo que no se marchó a París?

DAVID
No. Es una psicología buena y sana; No hay mujer, lo afirmo como principio
fundamental, que en tales circunstancias abandone al hombre amado.

MYRA
Estoy segura de que ha escrito usted una nueva obra maestra.

DAVID
Hacia media novela me atasqué seriamente. No sabía qué hacer con el pobre Carlos. No era cosa de mandarle otra vez a la universidad...

MYRA
¿Cuándo la podré leer?

DAVID
Le mandaré las copias. Me ayudará a corregirlas.

MYRA
Será un placer.

DAVID
¿Quiere beber algo?

MYRA
Tomaré un poco de whisky con soda.
(DAVID la sirve)
¿Pero dónde se han metido los demás?

DAVID
Aquí no están, por fortuna.

MYRA
Será una molestia para usted tener la casa llena de gente.

DAVID
(Sentándose a su lado)
Depende de la gente.

MYRA
Señor Bliss, tengo que hacerle una confesión. ¿Sabe por qué he venido a su casa?

DAVID
Porque alguien la habrá invitado, digo yo.

MYRA
Sí, claro. Pero también me invitaron en septiembre último y no acepté.

DAVID
¿En septiembre? Yo estaba, entonces, en América...

MYRA
Por eso; Mi único interés era conocerle a usted. Había leído “Corazones rotos”
¿comprende?

DAVID
¿Le gustó?

MYRA
Es una de las novelas más bellas que he leído. ¿Cómo ha podido llegar a conocer tan bien, a las mujeres?

DAVID
Temo conocerlas sólo superficialmente.
MYRA
No puede usted decir que el carácter de Evelyn sea superficial; Está analizado con gran agudeza.

DAVID
¿Por qué es usted tan amable conmigo, señorita? ¿Desea pedirme algo?

MYRA
¡Qué desconfiado es usted!

DAVID
No es mía la culpa. Posee usted un gran encanto, y yo, por principio, desconfío de las personas encantadoras.

MYRA
Pues hace usted muy mal.

DAVID
Quiero pagar su sinceridad con la mía. .Está usted engañada respecto a mis novelas. No valen nada. Y usted, que es inteligente, lo sabe.

MYRA
Nada de eso.

DAVID
En fin, dígame por qué es tan amable conmigo.

MYRA
¿Quiere saberlo? Creo que siento debilidad por usted.

DAVID
Huyamos juntos, ¿quiere?

MYRA
¡David!

DAVID
Me ha llamado David, ¿se da usted cuenta?

MYRA
¿Le disgusta?

DAVID
Todo lo contrario.

MYRA
Su manera de portarse conmigo no me convence. Parece representar el papel de
autor un poco cínico que se divierte a costa de una admiradora ingenua.

DAVID
Es usted demasiado hermosa para que yo piense nada semejante.


MYRA
Entonces, ¿le gusto a usted?

DAVID
Con locura. Pero me desagradan sus métodos.

MYRA
¡Pobre de mí! ¡Si he venido desarmada!

DAVID
Es usted lista, pero conmigo no le vale. Es inútil, pues, que adopte esos aires de
inocencia.

MYRA
No le entiendo.

DAVID
Me explicaré con más claridad.

MYRA
¡Se lo prohíbo!

DAVID.
Muy bien. Entonces, sepa...

MYRA
He dicho que no quiero oírle.

DAVID
Fingirá no escuchar, pero en realidad no se le escapará una sola palabra.

MYRA
¡Huy! Me da usted un miedo terrible.

DAVID
¡Amor mío!

MYRA
Le prohíbo que me llame “amor mío”.

DAVID
Vamos, si ha estado esperando ese momento desde que llegó.

MYRA
Es usted un vanidoso insoportable.

DAVID
No hay en mí la menor vanidad. La conozco a usted. Usted es una coleccionista.
Colecciona aventuras con hombres famosos, como otras coleccionan sus autógrafos.

MYRA
¿Cómo se atreve?
DAVID
Por mí, que no quede. Sentiría faltar en su álbum sentimental.

MYRA
Es usted inaguantable.

DAVID
(Le coge la mano)
Myra, mí querida Myra…

MYRA
Suelte mi mano.

DAVID
Es usted deliciosa.

MYRA
¡Suelte mi mano!

DAVID
No.

MYRA
¡Sí!
(Le pega un bofetón. DAVID la toma en sus brazos y la besa)

DAVID
Es usted adorable.

MYRA
¡David!
(Aparece JUDITH en lo alto de la escalera. Es su gran día. Baja y se queda mirándoles. Ellos se separan al fin, advirtiendo su presencia)

DAVID
Querida, ¿sabes si quedó chocolate del desayuno?

JUDITH
No quedó... ¡ni vergüenza!

MYRA
Buenas noches. Yo me marcho a la cama.

JUDITH
(Reteniéndola por la muñeca)
Quédate, Myra. Muéstrate digna una vez siquiera en tu vida. No temáis. No os voy ha hacer ninguna escena. He comprendido. Sólo quiero que hablemos con calma los tres de lo que acaba de ocurrir.

MYRA
Oye, Judith, quiero decirte una cosa...

JUDITH
No pido explicaciones ni excusas. Busquemos una solución amistosa. Sin perder la cabeza. Con serenidad.

DAVID
Yo no puedo estar más tranquilo.

JUDITH
No hay que cargar la mano, pero tampoco estar excesivamente frío. No es el matiz adecuado.

DAVID
(Poniéndose en situación)
Tienes razón; perdona.

JUDITH
La vida me ha herido una vez más, pero no importa.

DAVID
¿Qué dices?

JUDITH
(Irritada)
¡Que la vida me ha herido una vez más, pero que no importa! No me irrites
haciéndome repetir las frases. Se me ha oído siempre desde la última fila de butacas.

DAVID
Vamos; vamos, Judith. A fin de cuentas, un beso...

JUDITH
Sé hace tiempo que no me quieres. No lo niegues. Tenía que suceder. Los hombres envejecen menos de prisa qué las mujeres. He aquí una verdad, Myra, que la vida se encargará de enseñarte dentro de... un par de años. David ha sabido conservarse joven, acaso porque ha tenido menos responsabilidades y preocupaciones que yo...

MYRA
Todo esto es absurdo.

DAVID
No, Myra. Judith tiene razón. Estamos en un momento crucial de nuestras vidas. ¿Qué decisión tomamos?

MYRA
Ninguna. ¡Claro está!

JUDITH
David, ¿tú la quieres de corazón?

DAVID
¡Con toda mi alma!

MYRA
¡Pero, señor Bliss...!

JUDITH
¡Lo sabía! Ni una palabra más. Nos separaremos. No quiero retenerte a mi lado por la fuerza.

MYRA
Te juro que te equivocas, Judith...

JUDITH
¡Calla! Tú le amas. Te venden tus ojos, cada gesto tuyo... Eres libre, David; sin
rencor. Pronto abandonaré esta casa...

MYRA
Escucha, Judith. Insisto...

JUDITH
Iré a refugiarme a Italia, en una recogida pensión de familia…

DAVID
¿Qué será de los chicos?

JUDITH
Sorel puede quedarse aquí; Simón vendrá conmigo. ¡Hay que’lavarlo a diario!
(Muy dramáticos los dos)

DAVID
Te reservaré la mitad de mis derechos de autor.

JUDITH
Agradezco tu generosidad.

DAVID
Te has portado magníficamente, Judith. Nuestro matrimonio llega á un momento trascendental y gracias a ti...

MYRA
Judith, pido la palabra. ¡Quiero que se me escuche!

DAVID
Calla, Myra, amor mío. Ten piedad de ella. Judith ha estado sublime. Se lo debemos todo. No prolonguemos su agonía. Vámonos al jardín…

MYRA
¡No quiero ir al jardín!

JUDITH
Dejadme sola, por favor. Se me acaban las fuerzas...
(A su marido, con un pellizco)
¡Llévate a esa arpía de aquí, sinvergüenza! ¡Ya arreglaremos cuentas cuando
estemos solos!

(Por el jardín, aparece SIMON corriendo)

SIMON
¡Mamá., mamá! Tengo que comunicarte algo muy importante.

JUDITH
¿De qué se trata, hijo mío?

SIMON
¿Dónde está Sorel?

JUDITH
En la biblioteca..., me imagino.

SIMON
(Abriendo la puerta)
¡Sorel, ven un momento! Tengo que contarte algo sensacional.

DAVID
(Fraternalmente)
Pareces muy excitado, muchacho. ¿Qué te ocurre?

SOREL
(Entrando con SANDY, que se limpia los labios)
¿Qué es? ¿Qué pasa?

SIMON
No pongáis esas caras. Es una buena noticia...

DAVID
Menos mal. Temía que hubieses ahogado a Jackie en el río.

SIMON
No; le hice otra cosa.

DAVID
(Alarmado)
¿Eh? ¿De qué se trata?

SIMON
(Llamando)
¡Jackie! ¡Jackie!
(Entra JACKIE tímidamente por el jardín. SIMON la toma de una mano y la lleva al centro)
Le he pedido que sea mi esposa. ¡Somos novios!


JUDITH
(Profundamente conmovida)
¡Hijo de mi vida!

SOREL
¡Vaya!
JUDÍTH
(Deshecha en llanto)
¡Mi pequeño Simón! Casi un niño todavía y ya…

SIMON
¿Por qué lloras, mamá?

JUDITH
Mis polluelos dejan el nido... y yo me quedo sola con mis recuerdos... Jackie, anda, ven a darme un beso.
(JACKIE se le acerca)
Prométeme que harás feliz a mi hijo.

JACKIE
Pero, señora Bliss...

JUDITH
(Tapándole la boca con su pañuelo de encaje)
¡Silencio! Ya sé... Yo también he tenido veinte años...

JACKIE
(Desesperada)
Pero si no es verdad. No somos...

JUDITH
(Amordazándola de nuevo)
Comprendo que quieras evitarme las emociones...


MYRA
(Estallando)
Pues bien, yo no te las evitaré, Judith. Sois la colección más completa de hipócritas que nunca he visto reunidos. Esta casa es un laboratorio de sentimientos artificiales. Estoy hasta la coronilla de todos vosotros.

SIMON
¡Myra!

MYRA
¡Tú te callas! Hace una hora que estoy intentando hablar, pero cada vez que voy a abrir la boca, alguien me la cierra con un efecto teatral. Es una lástima que
abandonaras la escena, Judith. Estás en tu verdadero elemento, Allí podías berrear a placer.

JUDITH
¡Berrear, yo! ¡Que Dios te perdone!

SIMON
No te consiento que insultes a mi madre...

(Hablan todos a la vez)


MYRA
Y todavía no he terminado...

JUDITH
Es espantoso. ¡Berrear yo, Judith Bliss, una gloria nacional!
(Va a apoyarse en la pared con una actitud de tragedia griega)

DAVlD
Oiga, usted, señorita Arundell.

SOREL
Esa mujer se ha vuelto loca...

MYRA
Nunca más pondré los pies...

DAVID
Señorita Arundell, haga usted el favor...

SIMON
¿Se puede saber qué te pasa?

(En el punto culminante de este alboroto, aparece RICHARD por el jardín. Viene asustadísimo, creyendo que todo ese jolgorio es la consecuencia de la confesión que JUDITH tenía que hacer sobre su culpable pasión. Avanza hacia JUDITH armándose de todo su valor diplomático. Callan todos al ver que ya a abrir la boca)

RICHARD
(Esforzándose por aparentar calma)
¿Qué sucede? ¿Es un juego, señora?

JUDITH
(A estas palabras, con una rápida mirada de complicidad a sus hijos para que la secunden, contesta, irguiéndose)
Sí; es un juego. Y que esta vez tiene que ser jugado hasta el final.”

SIMON
¡Sara!, ¿qué significa eso?”

JUDITH
¡Mis bellos sueños pisoteados, mis ilusiones destruidas...!“

DAVID
(Tronchándose de risa)
¡Toma! “¡Amor pasional!” ¡El esperpento de Judith!
(Va al piano y se pone a tocar, comentando musicalmente la acción)



SOREL
(Corre al centro de la escena y aparta a MYRA de un empujón)
No comprendo... Tú y Víctor… ¡Dios mío!

(Llanto de SIMON)

JUDITH
¡Silencio! ¿No es ése acaso el llanto de mi pequeña Pamela?”

JACKIE
(Agarrándose al brazo de SANDY)
Tengo miedo

SIMON
(Ferozmente)
¡Déjala que llore! Más llorará, pobre criatura, cuando sepa que su madre es una…”

JUDITH
(Con un grito desgarrador)
¡No lo digas! ¡Ya lo saben! No tienes derecho a insultarme. Tú has cubierto mi vida de infamia y de vergüenza... ¿Por qué me persigues todavía?”

RICHARD
¡Es una familia de locos!

SOREL
(A SIMON, apretando los dientes)
¿Es verdad esto? ¡Contesta!” 

JUDITH
¡Si, si lo es!”

SOREL
(Abalanzándose sobre SIMON y zarandeándole con fuerza)
¡Canalla!“

JUDITH
(Cruzándose entre los dos.)
¡No le pegues! Es... ¡¡¡tu padre!!!”.

(Comprueba de reojo la situación del sofá y se deja caer en él como muerta. MYRA, JACKIE, RICHARD y SANDY están muy Juntos, en un rincón, mudos de terror.)


TELON






ACTO TERCERO


Domingo por la mañana. Son las diez. Hay una mesa preparada en el centro, con varios platos para el desayuno.

(Aparece SANDY en el rellano de la escalera. Después de comprobar que no hay nadie, baja decidido. Se sirve rápidamente huevos, mantequilla y café. Se sienta, come deprisa, mirando a todos lados con ansiedad. En el piso se oye un portazo que casi le ahoga del sobresalto. Se recobra, se come una tostada. De pronto aguza el oído. Oye pasos que se acercan y se precipita a la biblioteca llevándose la taza. Baja JACKIE tímidamente. Tiene aspecto de cansancio y de susto. Se acerca a la ventana y se queda un momento contemplando la lluvia. Después se sirve una taza de café. Se sienta en la mesa, coloca la taza ante ella y la contempla. Hace un esfuerzo por comer, pero no lo consigue. Llora silenciosamente, sorbiéndose las lagrimas. SANDY abre con precaución la puerta de la biblioteca, asoma la cabeza; ve a JACKIE. Esta da un grito.
Entra SANDY)

JACKIE
Ah, es usted... Me había asustado.

SANDY
¿Qué le ocurre?
(Sentándose a su lado)
Vamos, no llore

JACKIE
Es esta casa... Me altera los nervios...

SANDY
No me sorprende... ¿Después de lo de anoche?

JACKIE
¿Qué hacía usted en la biblioteca?

SANDY
Me escondía. Oí pasos y temí que fuera alguien de familia.

JACKIE
Me arrepiento de haber venido. No he podido pegar ojo. Mi cuarto está lleno de dragones que trepan por las paredes.

SANDY
¿Dragones?

JACKIE
Me alojaron en cuarto japonés. Todo es japonés allí, incluso la cama.
SANDY
¡Qué horror!

JACKIE
(Tras asegurarse que no viene nadie)
Desde luego, son unos perturbados.

SANDY
Lo mismo pienso yo.

JACKIE
El señor Bliss me ha invitado y no se ha ocupado de mí ni un solo instante. Ayer, apenas llegué, me dirigí a su estudio. ¿Cómo piensa que me recibió? Me miró de arriba abajo y dijo “¿Qué diablos hace usted aquí? ¿Quién es usted?

SANDY
¿Había olvidado su invitación?

JACKIE
Poco después hizo memoria. Entonces bajamos a tomar el té y me olvidó definitivamente.

SANDY
¿Está en serio prometida con Simón?

JACKIE
(Rompiendo en amargo llanto)
¿Espero que no...?

SANDY
Sin embargo ayer lo estaba.

JACKIE
También usted con Sorel.

SANDY
Nada de eso. Aclaramos enseguida la situación.

JACKIE
Todavía no comprendo lo que sucedió. Nos encontrábamos en el jardín. Simón estaba muy cariñoso conmigo. De pronto me beso y echó a correr hacia la casa. Le oí decir que éramos novios, me obligó a entrar y Judith, la loca madre, me rogó que hiciera feliz a su hijo...

SANDY
Exactamente, lo mismo me ocurrió con Sorel. Menos mal que es una chica comprensiva.

JACKIE
La odio. Estuvo muy grosera conmigo durante aquel maldito juego.

SANDY
De todos modos, es más normal que el reto de la familia.
JACKIE
No mucho más.

SANDY
(Hipando)
¡Hip!

JACKIE
¿Qué le pasa?

SANDY
Me ha entrado hipo... ¡Hip! He comido demasiado deprisa.

JACKIE
Contenga la respiración.
(Cuenta en voz alta. SANDY está congestionado)
Todo lo que pueda.

SANDY
No puedo aguantar más... ¡Hip!

JACKIE
Coma un terrón de azúcar... ¡Pobre! Da una sensación horrible, ¿verdad?

SANDY
Atroz... ¡Hip!

SANDY
Una tía mía sufrió de hipo durante dos días..., sin parar...

SANDY
¡Pobre señora...! ¡Hip!

JACKIE
Lo probó todo...

SANDY
¿Y qué?

JACKIE
Se murió.

SANDY
¡Hip! ¡Hip...! ¡Caray! Espero que el mío tenga mejor desenlace... ¡Qué fastidio!

JACKIE
¿Por qué no prueba a beber un vaso de agua por el lado opuesto? Creo que da muy buen resultado.

SANDY
No la entiendo.


JACKIE
Si; colocando los labios al otro lado del vaso... Es decir en el sentido opuesto al normal... Le enseñare...
(Busca agua)
Naturalmente, no hay agua.

SANDY
Quizá sirva el café.

JACKIE
Podemos probar.
(Llena una taza)
Cuidado... ¡Viene alguien!

SANDY
Solo faltaba eso... ¡Hip!

JACKIE
Pronto. Coja la taza. Entraremos en la biblioteca.

SANDY
No olvide el azúcar... Acaso lo necesite... ¡Hip...! ¡Dios mío!

JACKIE
¡Dése prisa!
(Entran el la biblioteca. Baja RICHARD cautelosamente. Mira a su alrededor con visible ansiedad. Se tranquiliza al comprobar que no hay nadie. Se acerca al barómetro y lo mira. El barómetro cae al suelo. Lo recoge y lo deja rápido sobre el piano. Se sirve café, toma unas tostadas y se sienta en la mesa.
Aparece MYRA en el rellano de la escalera, muy elegante)

MYRA
Buenos días.

RICHARD
¡Ah! Buenos días, señorita Arundell.

MYRA
¿Hemos sido los primeros en levantarnos?

RICHARD
No sé...

MYRA
(Mirando por la ventana)
¡Que lata de lluvia! ¿Dónde está el barómetro?

RICHARD
Sobre el piano.


MYRA
Extraño sitio para el barómetro.

RICHARD
Lo he tocado apenas... y se ha caído. Se diría que estaba allí para eso.

MYRA
¿Quiere huevos, jamón, foie-gras...?

RICHARD
Foie-gras, gracias.

MYRA
Tomaré lo mismo. No tengo espíritu de iniciativa esta mañana.
(Le sirve y se sirve)
¿No ha visto a nadie todavía?

RICHARD
No.

MYRA
Tal vez podamos estar un rato tranquilos.

RICHARD
¿Es la primera vez que viene aquí?

MYRA
¡Y la última!

RICHARD
No me encuentro nada bien. Me duele todo el cuerpo. He pasado toda la noche en el cuarto del depósito del agua caliente.

MYRA
¡Pobre señor Greatham!

RICHARD
La única ventana ha resistido todos mis esfuerzos. Me parecía estar tomando el baño turco... Para colmo las cañerías hacían mil ruidos extraños...

MYRA
(Buscando en la mesa)
¡Vaya no hay azúcar!

RICHARD
Llamaré.

MYRA
Dudo que sirva de algo, pero pruebe.




RICHARD
E.E. (Llama repetidas veces con el timbre, sin resultado alguno. No funciona. Lo deja y, entonces le timbre cae al suelo y luego suena. Se vuelve a sentar)
¿Es que toda la familia desayuna en la cama?

MYRA
No tengo ni idea, ni me importa saberlo.

RICHARD
Son gente rara, ¿no cree?

MYRA
¿Rara? Es usted muy indulgente, señor Greatham.

(Entra Clara)

CLARA
¿Qué desean?

MYRA
Falta el azúcar.

CLARA
Tiene que estar. Acabo de traerlo.

MYRA
Si claro. Tiene, entonces, la amabilidad de decirme donde...

CLARA
(Buscando)
Es curioso... Habría jurado que lo entré con la bandeja.

MYRA
¿Se ha convencido?

CLARA
(Mirando con recelo a RICHARD)
Si, ya veo... Alguien lo ha escondido.

MYRA
¿Puede traer más?

CLARA
Claro que puedo traer más.
(Señalando RICHARD con un dedo)
Pero no me equivoco. Alguien lo ha escondido.

(Sale)

MYRA
Esa mujer, debe encontrarse más a sus anchas en el camerino de una actriz que en una casa particular.
RICHARD
¿Estaba a su servicio ciando Judith actuaba?

MYRA
Desde luego. ¿Que otra cosa puede justificar su presencia aquí?

RICHARD
Indudablemente, se permite cierta liberta de lenguaje...

MYRA
Ese foie-gras está incomible.

RICHARD
Tiene razón. Es un asco.

CLARA
(Entra con una gran azucarera, que deja de mal talante sobre la mesa)
Más Azúcar.

MYRA
Gracias.

CLARA
Lástima que llueva. Habrían podido ir a divertirse al rió.
E.E. (De la biblioteca, llega un ruido de vajilla rota, seguida de un grito)
¿Qué ha siso eso?
(Abre la puerta)
¡Salgan de ahí! ¿Qué estaban haciendo?

(Aparecen JACKIE Y SANDY)

SANDY
Hola, buenos días... Creo... que hemos roto una taza...

CLARA
¿Estaba llena?

SANDY
Si.

CLARA
(Corriendo a la biblioteca)
¡Dios bendito! ¡Me habrán manchado toda la alfombra!

SANDY
Yo tengo la culpa. Lo siento.

CLARA
(Volviendo)
¿Cómo ha sucedido?

JACKIE
El señor Tyrell tenía hipo... y yo le enseñaba la manera de beber por el lado opuesto...

MYRA
¡Qué ocurrencia!

CLARA
Menos mal que era la vajilla ordinaria... para ciertos huéspedes.

SANDY
¡Toma! Pues se me ha pasado el hipo.

JACKIE
¡Que suerte! Habrá sido de la impresión.

SANDY
(Que se ha acercado a la ventana)
¿No saben? Está diluviando.

MYRA
Noticia fresca. Hace horas.

RICHARD
Señorita Arundell... ¿Qué planes tiene usted para hoy?

MYRA
Uno solo, pero firme: tomar el primer tren para Londres.

RICHARD
Permítame que la acompañe. No me siento con fuerzas para resistir otro día como el de ayer.

JACKIE
¡Ni yo!

SANDY
Entonces, larguémonos todos. En seguida.

RICHARD
¿No será una grosería?

MYRA
Claro que sí. Usted y la señorita Coryton deben quedarse.

JACKIE
¿Porqué nosotros?

MYRA
(A RICHARD)
Llame a Clara... Tenemos que informarnos de a que hora hay un tren.
(RICHARD palmea)

RICHARD
¿Tardará mucho en preparar el equipaje?

MYRA
No se preocupe. Lo tengo ya listo.

CLARA
(Entrando)
¿Qué pasa ahora?

MYRA
Por favor, ¿puede indicarnos la hora de salida del próximo tren?

CLARA
¿Para Londres?

MYRA
Para Londres.

CLARA
¿Esta mañana?

MYRA
Si, esta mañana.

CLARA
No me digan. ¿Será posible la alegría de verlos marchar a todos?

MYRA
El señor Greatham y yo tenemos precisión de hallarnos en Londres para el almuerzo.

CLARA
¿Qué hora es?

RICHARD
Las once menos veinte.

CLARA
¡Vaya! Pues han perdido el de las diez y media. El próximo pasa a las doce y treinta y dos.

RICHARD
¡Qué contrariedad!

CLARA
Y es un correo.
(Sale)

SANDY
Señorita Coryton, ¿quiere que la lleve en mi coche?


JACKIE
¡Cuánto se lo agradecería!

MYRA
¿Cabemos todos?

SANDY
No olvide que sería una grosería que nos fuéramos todos a la vez. Usted y el señor Greatham deben esperar el tren.

RICHARD
Señor Tyrell, apelo a sus sentimientos humanitarios...

MYRA
¡Se lo suplicamos señor Tyrell!

SANDY
(Ablandándose)
Bueno, me perece que apretándonos un poco...

MYRA
Muchísimas gracias.

JACKIE
¿Cuando nos vamos?

SANDY
Tan pronto como estén ustedes preparadas.

JACKIE
(A MYRA)
Habrá que darle una propina a Clara, ¿no cree?

MYRA
No sé.
(A RICHARD)
¿Qué opina usted?

RICHARD
Apenas la he visto desde que llegué.

SANDY
Veamos... ¿qué les parece diez chelines?

JACKIE
¿Cada uno?

MYRA
Es excesivo.

RICHARD
Creo que lo más equitativo es darle una libra entre todos.

MYRA
Muy bien. Désela usted, mientras nosotras subimos a arreglarnos.

RICHARD
¿Por qué yo?

MYRA
Un diplomático sabe hacer las cosas con más tacto. Vamos, Jackie.
(Suben y salen)

SANDY
(Saliendo por el jardín)
Voy a sacar el coche. Dense prisa.

RICHARD
Oigan, no me abandonen...
(Le han dejado solo. Pasea preocupado por la habitación. Entra Clara con una bandeja)

CLARA
¿A que juegan ustedes? ¿Al escondite?

RICHARD
Han ido a prepararse. Salimos dentro de diez minutos en el corre del señor Tyrell.

CLARA
¿Así, de pronto?

RICHARD
Me han encargado..., ¡Hum!, bueno, ahí tiene.
(Le da el dinero)
De parte de todos... Con nuestro agradecimiento.

CLARA
(Sorprendida)
Es usted un encanto... No hay por qué estarme agradecida.

RICHARD
Le hemos obligado a un trabajo extra...

CLARA
Sucede a menudo. Cada fin de semana se llena la casa de gente molesta.

RICHARD
Bueno... Adiós, Clara... Hasta la vista.
(Sube corriendo al piso)

CLARA
(Recoge las tazas y los platos)
Hasta la vista”. Como todos... Y no se les ve más el pelo... Es un caballero fino... ¿A quién me recuerda...? Ah, si. A Hamlet.

JUDITH
(Bajando)
Buenos días, Clara. ¿Han llegado los periódicos?

CLARA
Si... Voy a recogerlos.
(Sale y regresa con los periódicos, que entrega a Judith)

JUDITH
Muchas gracias, cariño... Clara, has olvidado mi jugo de naranja.

CLARA
No, tesoro. Lo tengo en la cocina.
(Sale. JUDITH abre el “Times”, por la página teatral, naturalmente. SOREL baja y besa a su madre)

SOREL
Buenos días, mamá.

JUDITH
Hola, cielo. Escucha esto, Sorel: “Nuestro objetivo localizó el martes, en un palco del Haymarket, a la gran Judith Bliss, más fascinadora que nunca”. ¡Qué mentirosos son estos periodistas! El martes estaba horrible.

SOREL
El martes, estabas adorable, mamá.
(Se sirve café. Entra CLARA con el jugo de naranja)

CLARA
Tu jugo de naranja.
(Pone el vaso ante JUDITH)
¿Has visto lo que pone en el "Express”?

JUDITH
Querrás decir en el “Times”, Clara.

SOREL
(Leyendo)
Hemos visto a la encantadora y brillante Judith Bliss. ¿No es acaso el nombre de la más adorable de las mujeres y al mismo tiempo irresistible de nuestras actrices?”

JUDITH
(Cogiendo el periódico)
¡Querido “Express”! Siempre con sus juveniles arrebatos.

CLARA
Si queréis más café, llamáis.
(Sale)

SOREL
Mamá, me gustaría estar tendida en una playa tropical, entre palmeras, cocoteros y tortugas gigantes.
JUDITH
(Absorta en la lectura)
¡Que sueño tan divino, nena! Cuéntaselo a tu padre. A lo mejor, saca un guión para el cine.

SOREL
¿Sabes donde están los demás?

JUDITH
Es verdad... No, no tengo idea... Mary Sanders ha tenido otro fracaso.

SOREL
Debe estar acostumbrada.

SIMON
(Baja corriendo con un dibujo en la mano)
Hola, mamá.
(La besa)
Mira. ¿Te gusta? Acabo de terminarlo ahora mismo.
(SOREL se acerca)

JUDITH
Es un primor, Simón. Fíjate Sorel, que preciosidad de olla ha dibujado tu hermano.

SIMON
¡Qué poco fisonomista eres, mamá! No es una olla. Es Elena Carson.

JUDITH
¡Huy, es verdad! Es curioso. No me había fijado que Elena tiene cara de olla.

SOREL
(Divertida)
Mándasela. Nos reiremos.

JUDITH
¡Qué talento tiene mi hijo!

SIMON
Mamá, por Dios...

JUDITH
Estoy muy orgullosa de vosotros, hijos míos. Cuando pienso que hace unos pocos años erais todavía unos niños..., que os paseaba en cochecito, con vuestras chichoneras, tan tiernos y sonrosaditos...
(Se suena la nariz conmovida por los recuerdos)

SOREL
Mamá, me parece que tu no nos has paseado nunca en cochecito.

JUDITH
¿Bueno y qué? Pero no hay duda de que estaríais tiernos y sonrosaditos.

DAVID
(Baja agitando unos folios con gran entusiasmo)
¡Eureka! ¡Lo termine!

JUDITH
¿El qué, amor mío?

DAVID
Esa porquería de novela. Acabo de ponerle la palabra “fin”.

JUDITH
¿Has terminado “La Pecadora”?

DAVID
En efecto ¿Te creías que no iba a poder con ella? Pues ahí la tenéis. ¡Trescientas páginas!

JUDITH
¡Qué grata noticia! ¿Verdad hijitos?
(SOREL y SIMON saltan de alegría)
Tienes que leérnosla enseguida, David. Ahora mismo.

DAVID
Os leeré el último capítulo. Lo tengo aquí.

JUDITH
Adelante. Te escuchamos.

(Sigue un silencio que coincide, desdichadamente para este, con la entrada de SANDY por el jardín. Al advertirles reunidos, su primer impulso es retroceder, huir. Luego se detiene y, al fin, armándose de valor, se dirige a la escalera, pegándose a la pared.

SANDY
Buenos días...
(Sube los escalones de dos en dos y desaparece)
JUDITH
(Soñadora)
Yo he visto esa cara en alguna otra parte...,
(Es todo lo que dice referente a SANDY)

DAVID
(Que ha preparado sus folios)

¿Estáis preparados? ¿Recodáis que Violeta enfermó en París?

JUDITH
Si querido. La mermelada, Simón.

DAVID
Bien. Proseguiré desde aquel punto.

JUDITH
Excelente idea.

DAVID
(Leyendo)
París en primavera. Los Campos Elíseos brillan al sol. A su alrededor, todo es una sonrisa. Niños vestidos de azul y blanco –los colores del cielo-, juegan en los bellos jardines...”

SIMON
(A SOREL, en voz baja)
¿Qué le ha pasado al barómetro?

DAVID
(Enfurruñado)
Deja en paz al barómetro.

JUDITH
No te enfades, amor mío.

DAVID
Mira, Simón. Te callas ó te vas a tu cuarto.

SIMON
Perdona, papá.

DAVID
Está bien, pero que no se repita.
(Reanuda la lectura)
... en lo bellos jardines. Las calles atestadas de vehículos en marcha, el “¡Taxi, taxi!” de los transeúntes apresurados...”

JUDITH
Me gusta ese “¡Taxi, taxi!”

DAVID
¡Vuelta a empezar!

JUDITH
¿Qué ocurre ahora?

DAVID
Va para dos veces que se me interrumpe. Primero Simón, y ahora tú, para decirme que te gusta ese “¡Taxi, taxi”!

JUDITH
Es la verdad.

DAVID
Me pregunto que puede haber de particular en un vulgar ¡”Taxi, taxi”!

JUDITH
Es realismo, querido. Suena a película italiana.
DAVID
Si no te callas, acabaré por quitarlo.

SIMON
Tiene razón mamá. Es bonito eso de ¡”Taxi, taxi”!
(Imita a una persona llamando un taxi)

DAVID
¡Basta! Lo borro.
(Coge el lápiz. Los demás se oponen)

SOREL
No, papá; no lo hagas.

DAVID
Entonces, silencio. Prosigo “... las calles atestadas de vehículos en marcha, el
¡”Taxi, taxi”! de los transeúntes apresurados...” ¿Qué pasa?

JUDITH
Nadie ha respirado.

DAVID
¡Ah!
(Leyendo)
los coches parecen mezclarse a los demás rumores callejeros para componer el fantástico tumulto que podríamos llamar “La melodía de París”. Jane Septon, conduciendo su “Ferrari” de color rojo, entraba en la plaza de la Concordia por la calle San Honorato...”

JUDITH
¡Eso es imposible!

DAVID
¿Por qué?

JUDITH
La calle San Honorato no tiene salida a la Plaza de la Concordia.

DAVID
Si tiene.

JUDITH
Te digo que no.

SOREL
Te confundes con la calle Boissy d’Anglais, papá.

DAVID
Ni por lo más remoto.

JUDITH
David, querido, no seas obstinado.

DAVID
¿Pero es que creéis que yo no conozco París también como vosotros?
SIMON
¿Qué importancia tiene ese detalle? Además, puede que Papá tenga razón.

SOREL
Papá, no tiene razón.

DAVID
Come, Sorel. Te aprovechará más que decir tonterías.

JUDITH
No seas testarudo, David. Sería un síntoma de chochez.

DAVID
(Emperrado)
París en invierno. Jane Septon conduciendo su Ferrari de color rojo, entraba en la plaza de la Concordia por la calle de San Honorato...”

JUDITH
¡Qué ridiculez! ¿Por qué no lo cambias?

DAVID
Porque es exacto. La calle San Honorato, sale a la plaza de la Concordia.

JUDITH
Está bien, David. Te haré ver tu error. ¡Dadme un plano de París!

DAVID
No lo necesito. Esta es la calle Real...
(Es la bandeja de la mantequilla)
Aquí está el Hotel Crillón...
(Es el tarro de la mermelada)
Y esta es la calle de San Honorato...
(Un cuchillo)

JUDITH
¡Ja! ¡Esa es la calle Boissy d’Anglais!

DAVID
No, señor. La Boissy d’Anglais cruza paralela a la calle de Rívoli.

JUDITH
¿Paralela? ¡Mi pobre David, que ensalada estás haciendo!

DAVID
(Pegando un puñetazo en la mesa)
¡No estoy haciendo ninguna ensalada!

JUDITH
No grites. Agravas tu caso de demencia.

DAVID
Grito porque tengo razón.

SIMON
Pero dejadle que crea lo que quiera. ¿Qué más os da?

JUDITH
De ninguna manera. Me sublevan estas pequeñeces. Revelan un espíritu mezquino.

DAVID
Me importa un bledo lo que tú creas.

JUDITH
Si te pones vulgar, yo me retiro.

DAVID
Al fin una buena idea.

JUDITH
(Ofendida)
¡David!

SOREL
(Conciliadora)
Papá, de veras. Mamá tiene razón. Esa es la calle Boissy d’Anglais.

SIMON
Tú cállate.

SOREL
Cállate tú, animal impertinente.

SIMON
Quieres dártela de sabia y, en el fondo no eres más que una burra.

SOREL
¡Repite eso!

SIMON
¡Burra, burra!

JUDITH
Juro por todos mis antepasados, David, que estás en un error.

DAVID
Puedes jurar por lo que te de la gana. La razón está de mi parte.

SIMON
¡Qué porfiada eres mamá! Como si no supieras que con papá no se puede discutir.


SOREL
¿Ah, no? ¿Por qué?

SIMON
Porque es terco como una mula. Igual que tú.

DAVID
¡Judith! ¿Consientes que tu hijo me insulte?

JUDITH
¡Mi hijo! También lo es tuyo.

DAVID
Acabaré por dudarlo

JUDITH
(Llorando de rabia)
¡David! ¡David! ¡Es demasiado!

SIMON
(Consolándola)
Papá, ¿cómo puedes tratarla así?
DAVID
(Tirando los folios al suelo)
En lo que me quede de vida volveré a leeros una obra mía. No os interesáis por mi trabajo. Que lo que escriba sea un éxito o un fracaso, poco os importa.

JUDITH
Tu fracaso es seguro si te empeñas en llenar tus novelas de absurdos.

DAVID
Yo no soy absurdo.

JUDITH
Lo eres. Y, además, tienes mal carácter, estás mimado y empiezas a chochear.

DAVID
Es fantástico... ¡Estoy mimado! ¿Y por quién, vamos a ver? No será por vosotros, que sois la familia más insoportable del mundo.

JUDITH
Si tan insoportables no encuentras, ¿por qué no te marchas a vivir a otra parte?

DAVID
Ese es el agradecimiento...

JUDITH
¿Agradecimiento? ¿A qué santo? ¿Pero vosotros oís, hijos míos? ¡Este hombre me vuelve loca!




DAVID
Loca lo estás hace tiempo. Te han vuelto loca todos esos imbéciles que te rondan diciéndote que eres un portento, cuando solo fuiste una cómica ramplona y exagerada.

JUDITH
¿Ramplona, yo? ¡Y me lo dice un autor de novelas rosas!

SOREL
Mamá, siéntate. No te pongas histérica.

SIMON
(Se levanta y pasa un brazo por el hombro de su madre)
¿Cómo te atreves a hablar a mamá en ese tono?

JUDITH
¡Eso más, Dios mío! ¡También mi hija contra mí!

DAVID
Deja de representar. No estás en el teatro.

JUDITH
¡Representar! Eso creéis siempre, que finjo. Cuando mi corazón derrama lagrimas de sangre....

DAVID
¡Y un cuerno...!

(Entre tanto en larga y silenciosa fila, RICHARD, MYRA, JACKIE, y SANDY, cargados de maletas y a paso de lobo, bajan los escalones y van saliendo al jardín, sin que nadie se fije en ellos)

JUDITH
¿Cómo puedes ser tan despiadado conmigo, David?

DAVID
Mi benevolencia es para quién la merece.

SOREL
¡Basta, papá!

JUDITH
¡Es espantoso! ¡Yo me muero!

SOREL
Vamos, mamá. Tampoco es para ponerse así...

SIMON
La calle de San Honorato sale a...



DAVID
(Golpeando la mesa con la bandeja de la mantequilla)
¡Plaza de la Concordia!

JUDITH
Veinticinco años de matrimonio y hasta ahora no descubro la mezquindad...
E.E. (La puerta del jardín se cierra con estrépito detrás del último de lo evadidos)

(Una pausa mortal)

E.E. (Seguidamente se oye el ruido de un motor al ponerse en marcha)

¿Qué ha sido eso?

(SIMON y SOREL, corren a la ventana)

SOREL
¡Nuestros invitados!

SIMON
¡Se están marchando todos!

JUDITH
(Sentándose)

¡Señor, como está el mundo! Hay personas que desconocen en absoluto las buenas maneras.

DAVID
(Sentándose también)
Verdaderamente, ¿dónde se habrá educando esa gente?

(Pausa)

JUDITH
Ven, Sorel; termina tu desayuno.

SOREL
Si, mamaíta.
(Se sienta)
SIMON
Sorel, cariño, ¿quieres pasarme un poco de pan?

SOREL
Toma, hermanito mío.

JUDITH
David, tesoro, me muero de ganas de conocer el final de tu novela.



DAVID
(Recogiendo los folios)
Estoy seguro que os gustará... Sigo...
(Leyendo)
Jane Sentón, conduciendo su Ferrari de color rojo, entraba en la plaza de la Concordia por la calle de San Honorato...”
(Clava en ellos una mirada de desafío a través de sus gafas. JUDITH y SOREL se miran resignadamente y siguen comiendo, imperturbables, mientras cae definitivamente el

TELON